“…Trato de ser lo más natural posible”

“…Trato de ser lo más natural posible”

Es rebelde, auténtica, libre, feliz, liviana de ropa y accesorios pero pesada en sentimientos nobles, uno de ellos sanar a la humanidad que sufre dolor y enfermedad. Muchos de estos atributos se reflejan en su obra, abundante para una persona de 28 años.

Quienes han apreciado las exposiciones de arte de Adela Dore se sorprenden de la madurez y profundidad expresadas en sus muy elaboradas imágenes que también son críticas a los que considera males sociales,

“Siempre sentí deseos de saber quién soy, quiénes somos, en la sociedad hay demasiado maquillaje lo cual es como un bloqueo para conocer, conocernos, es difícil ver la realidad de las personas y de uno mismo y quise atreverme a buscar eso”, comenta.

Es complicado capturarla sin sonreír. El encuentro es una terapia de su risa que descubre su dentadura perfecta, sus inmensos ojos. Riendo responde a todas las preguntas: el cabello que deja ensortijado, sus cuadros atrevidos, algunos vocablos considerados inapropiados, su espíritu insurrecto.

Trabaja desde niña cuando ilustraba revistas y era auxiliar de diseño en una publicitaria. Tenía extraordinaria capacidad como dibujante. “Mamá y papá siempre me dijeron que iba a ser artista y parece que me lo creí. Pero cuando yo era joven nunca pensé serlo, incluso me incliné por matemáticas, arquitectura, no tenía una idea clara”, expresa considerándose mayor, sintiendo interiormente, quizá, el desarrollo y la excelencia que se observa en sus creaciones impresionantes.

Su más reciente exhibición fue “Resonancias” compuesta de múltiples “mandalas», pero desde que montó su primera individual, “Jarabitos”, no se ha detenido. Ahora reside en Argentina recibiendo un entrenamiento en “respiración holotrópica”, una técnica de sanación, pero al mismo tiempo expuso en un restaurante de Buenos Aires y recibió favorables comentarios. Con aire infantil comenta: “…y vendí cuatro cuadros”.

Al explicar la práctica que estudia dice que está basada en la respiración para llegar a un estado ampliado de conciencia. Tres horas sobre una colchoneta, ojos cerrados, “hiperventilación”, música intensa que va descendiendo a suave, ritmos étnicos, tambores, tecno, con facilitadores. “No debes estar sola porque puedes entrar en procesos muy profundos”.

Manifiesta que le ayuda a desbloquear el dolor físico. “Quería experimentar un proceso de autosanación personal y colectivo. La idea es que mientras más uno se sana, más se sana el mundo. Mi sanación personal es parte de una sanación mundial, todo el mundo me dice: Adela, tú siempre estás feliz”.

Pero antes experimentó sufrimiento, tristeza, desengaños. La enfermedad de su padre le afectó sobremanera. Fue un dolor extremo ante las pequeñas y pasajeras decepciones por las rupturas ya superadas de algún noviazgo. Grandes o menores, todas las desventuras de su corta vida, con sus atinados proyectos y alegrías se presentan en sus pinturas, dibujos y originales montajes.

“No es algo que busco, hay veces que me siento muy cerrada y no me sale nada. Me pasó con las ‘Resonancias’, que fue un momento muy difícil. Cuando papi enfermó pensé que iba a explotar y la única vía de calmar mis emociones era esa, todos los hermanos estábamos muy tristes”, cuenta para explicar el surgimiento de sus demandados “mandalas”.

Carlos Dore, su padre, y Noris Eusebio Pol, su mamá, están representados en muchas de sus exposiciones. Son su rey y su reina. Ella  acompañó al papá en su primer viaje de salud, con él compartió como familia en Baltimore. De los progenitores aprecia que la educaran “con libre albedrío”. A Noris le expresa su amor con abrazos y con la continuidad de sus conocimientos filosóficos. La admiración por Carlos es muy obvia. “Mi papá es muy querido. Si alguien habla mal de él es porque lo ve como político y no como el gran ser humano  que es”, significa.

“Partes de mí”. Nació el 15 de septiembre de 1985. Estudió en “Los Arbolitos”. Desde los tres hasta los siete años residió en Baltimore, Wisconsin, al regresar a Santo Domingo pasó por los colegios “Senderos” y “Montessori” y concluyó bachillerato en el “Consa”, donde su espíritu revolucionario chocó con las normas de esa institución católica. “Siempre me mandaban a peinar y yo me peinaba pero seguía con mi afro, un día decidí quitármelo todo y me pelé a caco. No me dejaron entrar al acto a la Bandera, me negaron el papel para reinscribirme, me advertían que la Biblia dice que las niñas no se pueden pelar. Un día fue el cardenal y le pregunté si era cierto y me dijo que no”. Y la dejaron en paz. “No soy una rebelde agresiva”, aclara.

“La forma física no importa, la gente está demasiado pendiente de eso, lo uso en parte para romper visualmente, sé que eso choca, pero ese es mi pelo, trato de ser lo más natural posible”, enfatiza.

Después estudió bellas artes e ilustración en Altos de Chavón, luego diseño de modas, técnicas de textiles, teñido, telas, madera… Sin embargo, cada obra suya es un canto a la imaginación. Pinta, retrata, moldea, escribe poesía y refleja parte de ella, de su entorno. Hermanos, mejores amigos, novios, situaciones están en “Mi niña”, “La cura”, “Drex”, “Meninas de cocodrilo”, “Mi arlequín”, “Mi bufón”, “Colibr픅 Son sorpresas como el payaso decapitado que sale de una caja y se llama “Mi amor”.

“Jarabitos” eran botellas con poemas de Adela y etiquetas con nombres como “Ampollitas para volar”, “Suerito de amor”, “Brebaje encantado de Noris”, “Pócima encantada de Carlos”, “Amapola”. “Fue muy sutil, hice como 50 flores en papel y las coloqué en el piso, las paredes, los cuadros colgaban y se movían. Se entraba a un espacio muy personal, el cuadro de la entrada era una receta con ingredientes reales. Lo demás era madera cortada en forma de botellas”, comunica.

Ganó Mención de Honor con “Esto no es poesía” en una Bienal del Museo de Arte Moderno que después expuso en París. También ha exhibido su arte por Madrid, Barcelona, Italia. El 10 de mayo estará de nuevo en Santo Domingo con “Trampa”, en la que participarán Jesús y Leudy Jiménez y Gustavo Fermín, compañeros de Chavón que andan por Francia, Boston, New York. Estará abierta en el Centro Cultural de España.

Adela dice que sus representaciones son “como un autorretrato de diferentes partes de mí y después de las personas más cercanas, que son mis reflejos y mis inquietudes, como sanarme, sanar”. El lema de su tarjeta de presentación es “Adela Dore: arte, diseño y amor”.

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