Hola nuevo día ¿cómo estás?
Te saludo desde mi ansiedad
Y quisiera encontrar en ti
La sonrisa que perdí.[tend]
[b]Dime esperanza[/b]
¿Cómo te va?
Ojalá pudiera disponer de un ratito libre
Como para conversar.
Decirte que tal vez no entendiste bien,
Que no aspiro al cielo,
No es eso lo que espero…
Quiera que Dios,
Por lo menos hoy,
Al llegar la tarde
No sea muy tarde
Como para comprender
Que mañana y hoy es igual que ayer…
Y poder excusar la ausencia de la alegría
Esperando un nuevo día
Y decir una vez más
Hola! Buenas noches!
Te regalo mi tristeza…. Yaqui Núñez del Risco.
No recuerdo cuándo aprendí de memoria esa canción poema escrita por Yaqui Núñez del Risco, popularizada por Sonia Silvestre, cuando estaba en la cúspide de su carrera. Sus letras, aunque constituyen un himno a la soledad que produce el amor, reflejan un poco mi estado anímico, al comprobar, una vez más, que las circunstancias me han hecho olvidar la sonrisa y a veces no creer en la esperanza.
El año pasado escribí que esta columna nació en 1992, hoy hace 11 años. Me acostumbré a escribir antes de cada 31 diciembre un balance del año. Me dispuse a hacer lo mismo, y otra vez busqué en los archivos, y otra vez me percato de que nuestra realidad ha cambiado muy poco. Y me doy cuenta de nuevo de que estas palabras no serán más que análisis sombrío de la realidad, coronadas, casi por la fuerza, con palabras de esperanza para el año que se vislumbra en el umbral. En esta ocasión todo y nada ha cambiado. Es más de lo mismo, dolorosamente magnificado. Más crisis política, mayor crisis económica, mayor insensatez….
Falta poco tiempo para que el 2003, otrora símbolo de esperanza, forme parte de la historia. Hemos vivido 365 días más de vida, y en medio del tedio cotidiano, de las convulsiones sociales, económicas y políticas, de aquí, de allá y de acullá, se hicieron rápida y repentinamente viejos. Y es tan grande el pesar, que puedo utilizar las mismas palabras del pasado año. Estos días de este año pasaron envueltos en agonías cotidianas para sobrevivir, matizadas todas por las múltiples desesperanzas desgarradas, envueltas en llantos silenciosos y quejas contenidas. Las injusticias y las dudas del futuro han crecido. Los pueblos esperan ansiosos mejorar sus vidas.
Lamenté una vez, lamento nueva vez y otra vez que en el umbral del próximo año, el 2004, que se supone inicio de un nuevo año de vida, nuestros días y nuestras esperanzas estén marcadas de impotencia. Me preciaba, y creo que me precio todavía, de proclamarme y ser una mujer que llevaba siempre puesto el vestido de la esperanza. El consuelo de entonces, de que la desilusión y la desesperanza constituyen sentimientos contradictorios y necesarios, antesala para las nuevas ilusiones. ¿Lo son ahora? América Latina, aún sigue sumergida en su larga soledad. Venezuela sigue sumergida en una de sus crisis más profundas. El Presidente Chávez se aferra a su presidencia, la oposición reclama y exige nuevas elecciones, después de un firmazo triunfador. Como dije el pasado año ¡Ojalá que puedan llegar a una salida negociada en el marco de la institucionalidad democrática! Colombia continúa sin tregua. El Presidente Uribe ha sufrido reveses y derrota y parece firme en su intento por derrotar política y militarmente a la guerrilla. ¿Lo logrará? Ecuador sigue siendo un enigma. Como me pregunté el pasado año ¿Qué pasará con este militar, otrora golpista, demócrata converso, responsable organizativo del asalto indígena de Quito hace varios años? ¿Se mirará en el espejo venezolano? Argentina nos dio tregua y paz. El nuevo Presidente ha sabido jugar en el mar de crisis económica, social y de credibilidad.
La corrupción se expande por todas partes. Arnoldo Alemán el ex presidente nicaragüense, fue juzgado y condenado a 20 años de prisión. Un episodio interesante, luz en el túnel de la desesperanza. Pero el dinero sigue lavándose y desinfectando el poder. Ojalá que la impunidad no se extienda a lo largo y lo ancho. La decencia aún sigue aprisionada con tanta suciedad.
América Latina, nuestra América, continúa siendo un continente hermoso, poblado de gente que grita a los cuatro vientos cambios profundos en su realidad social. Ha costado mucho avanzar. La democracia se tambalea y debilita.
El temor del autoritarismo aún sigue presente y observa con alegría el resquebrajamiento de nuestras débiles democracias.
A pesar de todo, seas tú bienvenido nuevo año 2004.