“Agradecemos el privilegio
que nos ha sido otorgado”

“Agradecemos el privilegio<BR>que nos ha sido otorgado”

Me dirijo a ustedes representando el notable grupo de profesionales galardonados esta noche por la Fundación Corripio.

 Se trata de figuras destacadas en importantes disciplinas que han dedicado buena parte de su vida a trabajar en las ciencias sociales y naturales; en la comunicación y en las artes.

Los estudios humanísticos y los científicos resultan particularmente sensibles en nuestros días. Algunos temas dan la apariencia de ser estructuralmente débiles. Otros, firmemente consolidados, contradicen procesos vitales y cambios que sacuden la estructura social; adulterando convicciones; retorciendo ideologías; configurando prospectivas que parten  del punto de vista de que ¡todo es cuestionable!

Poco a poco se impone una cultura agresiva y clandestina, un sistema de valores auspiciado por el liberalismo.

Los grandes temas de vanguardia se han convertido en discursos llenos de incertidumbre, diseñados para la nueva sociedad del conocimiento, (todavía en formación) para la cual se ha creado un entorno telemático centralizado en el conflicto ambiental; el equilibrio cósmico; la globalización económica; la desnacionalización. De repente ha surgido un espacio virtual para la acción social, organizado por el mundo digital, que irrumpe en la educación  (de estructuras humanas atrasadas) rompiendo la armonía tradicional y creando costumbres distintas, una nueva identidad, y un aparato donde la integración adquiere perfiles preocupantes.

Ha nacido un tercer entorno.  Los que estudian el futuro le denominan “medio ambiente digital o telemático”.  Ahora, para actuar o tener identidad propia, es necesario replantearse los parámetros y esquemas aceptados ya que el mundo digital y su tecnología multiplican los recursos para  memorizar y almacenar la información y el conocimiento. El mundo digital y telemático es un nuevo espacio para la acción social donde la cultura y (cito):

 “la sociedad del siglo XXI se enfrenta a otras batallas, resultado del conflicto entre el mundo natural y el que ha sido creado por el hombre después de muchos millones de años generando procesos que han quebrado el equilibrio cósmico”.

Los galardonados por la Fundación Corripio son protagonistas de una nueva ética, que nace con una visión de futuro y se materializa en la mas simple de todas las ecuaciones: fabricar una vida, y dedicarle tiempo para construirla saludable y ejemplar.

He hurgado en el gabinete que todos poseemos para guardar experiencias y secretos en pequeñas celdas frágiles; o en sólidas gavetas húmedas que solo se tocan después de haber vivido muchos años. Allí también se encuentra el cofre de los recuerdos donde se acumulan ambiciones marchitas; pecados veniales; ilusiones, presagios y sueños; compromisos y promesas incumplidas; sueños y utopías de ciudades ideales, habitadas por ciudadanos saludables, (clásicas); imágenes de jardines y paisajes con bosques y pequeños arbustos de ramas superpuestas que cuelgan como espigas del árbol de la vida y del árbol de la ciencia.

Vista desde lejos, la nueva ética parece una silueta vegetal que proclama su derecho a estar presente en el universo.

¿Es posible mantener un proyecto universal compatible con los múltiples legados culturales? Los autores de unas ponencias de las reuniones de la UNESCO que exploran el futuro, admiten que, efectivamente, el siglo XXI:

“Puede ser presa de la contradicción entre el hecho de valorizar lo efímero como nunca se hizo hasta ahora y el de presenciar el nacimiento de sociedades del saber que inducen a que la educación para todos a lo largo de toda la vida no sea una mera quimera sino un auténtico proyecto, lo cual parece prefigurar el auge de un nuevo conjunto de valores duraderos y, a la vez serios, lúdicos y juveniles.

Ellos se preocupan por la aventura del ser humano y por los proyectos y acciones para salvar la barrera existente entre el realismo y la utopía. Ratifican una “ética del futuro”  fundamentada en los siguientes conceptos:

• El principio de preocupación, que nos enseña que la Tierra, las sociedades, la especie humana y la biosfera son perecederas.

•  La noción de patrimonio, que al extenderse a todas las culturas y al conjunto de la naturaleza ha dejado de ser un simple resto del pasado para convertirse en el vector mismo de su transmisión a las generaciones venideras.

• La ética del futuro que podría abrir paso a nuevos caminos para salir de los callejones sin salida en que nos encierra la tiranía de la premura y la fugacidad”.

La Fundación Corripio ha levantado un escenario recto, bien orientado y optimista. Los que suben allí contraen la responsabilidad compartida de ejercer un magisterio sin traiciones.

Hablo por aquellos que construyeron
los prolegómenos de la utopía
del sueño y la ilusión
Aquellos cuya elocuencia no está contaminada por arcillas débiles, sino
por estructuras levantadas sobre sólidas canteras de granito
sin luminarias de teatro,
sin escenarios deslumbrantes.

La Fundación Corripio ha creado un privilegio, un sendero luminoso para movilizar iniciativas, y concienciar a los que luchan por un mundo mejor. Poner ideas en circulación cuesta mucho… es riesgoso. Para esto hay que provocar; prevenir; sacrificar intolerancias; asfaltar caminos; y saber mirar hacia atrás.

En tiempos de héroes y villanos, desde
el último de los asientos,
hemos advertido el oriente… el sol naciente.

Sin desviar el rumbo, enderezando inevitables desacuerdos,
hemos llegado a puerto… el norte…

Creemos que ha sido una batalla feroz e inadvertida
resolviendo ecuaciones cuajadas de incógnitas
en el umbral de la esperanza.

Sudando angustias y caminando por rutas ignotas, pisoteando lodo y mirando siempre a lo lejos, oteando el horizonte por donde cruzan los alisios del norte. Pernoctamos mientras sentíamos el ocaso y de nuevo el alba.

Finalmente hemos llegado donde estamos, convocadas por un organismo (La Fundación Corripio)  ligado al destino dominicano. Su mecenazgo cultural sobresaliente se perfila atado a compromisos más altos, más difíciles.

Como el arbusto que describimos, el de ramas superpuestas que homologamos con la ética del futuro, el destino le depara grandes  obligaciones y algunas  lágrimas que serán sepultadas en el cofre de los recuerdos y las sorpresas,  en aquel gabinete precioso de celdas frágiles y sólidas gavetas húmedas donde se acumulan las ambiciones marchitas

Agradecemos el privilegio que nos ha sido otorgado.

LOS GALARDONADOS

Doctor José Luis Alemán,S.J
ECONOMIA

Por ser uno de los economistas dominicanos con mayor preparación académica, profesor de profesores durante cuatro décadas dedicado a la enseñanza universitaria de más de 30 asignaturas económicas, por su prolífica labor como articulista, humanista, investigador, cientìfico social y asesior de alto nivel. El jurado lo integraron Carlos Despradel, Luis Manuel Piantini y José Alcántara. En la madrugada del pasdo día 24 de diciembre,  Ellaureado profesor alemán falleció, causando hondo pesar en la sociedad dominicana.

Dra. Idelisa  Bonnelly
ECOLOGÍA

Por su firme compromiso con una causa a favor de la educación, concienciación y estudio de los ecosistemas marinos, así como la defensa de la biodiversidad marina. Ganó el premio Global 500 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y fundó el Centro de Biología Marina. El jurado lo integraron Jaime David Fernández Mirabal, Eleuterio Martínez y Jacinto Gimbernard.

Don Francisco Comarazamy
PRENSA ESCRITA

Por su impecable y prolongada carrera en el periodismo dominicano, donde sobresale como enaltecedor de los más altos valores nacionales, fiel defensor del periodismo positivo, ejemplo de integridad, ecuanimidad y confiabilidad, trayectoria que lo ha convertido en un excepcional referente profesional. Fueron los jurados Virgilio Alcántara, Fernando Pérez Memén y Jorge Tena Reyes.

Arq. Eugenio Pérez Montás
ARQUITECTURA

Por su sobresaliente labor en el desarrollo de la arquitectura en la República Dominicana, expresada a través de la investigación, el ensayo, la planificación urbana, la enseñanza universitaria, el diseño y el trabajo de restauración monumental del centro histórico de Santo Domingo. El jurado estuvo integrado por Erwin Cott Creus, Gustavo Moré Guaschino y Jacinto Gimbernard Pellerano.

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