“¡Alegría en La Barquita!

“¡Alegría en La Barquita!

Nuevas perspectivas están a la vista!-exclama Píndaro-… “Todo el esfuerzo desplegado por el Padre Gregorio Alegría con su Escuela La Milagrosa y la Iglesia San Vicente de Paúl… su ambiente de tranquilidad como recodo familiar para los niños del barrio… sus canchas para fomentar la sanidad de espíritu de su juventud… todo eso… ¡parece que pronto va a cobrar nueva vida!”.

Unas dos mil viviendas dan techo a unas siete mil personas… Cuando llueve y nos visita una tormenta tropical, los residentes tienen que cargar con sus motetes… Durante muchos años, los políticos se han hecho de la vista gorda y sólo se acercan a ellos justo antes de las elecciones –congresionales o presidenciales-… “¡Eso es imperdonable!” grita Píndaro… y, agrega: “Gracias a Dios, por fin parece ser que, en esta ocasión, las actuales autoridades se han aliado al Sector Privado para enfrentar profesional y definitivamente esta dura realidad”…

“Para muchos de nosotros, los que tenemos la suerte de haber recibido el don de buscárnosla como se puede… haciendo uso de nuestra inteligencia… es casi una vaina cuando nos hacen pensar en aceptar situaciones como las que se viven en La Barquita. ¡Cada vez que llueve nos remachan el clavo!” exclama Píndaro… “Una ventaja que va a ayudar a cualquier iniciativa que se pueda poner en marcha es, si lugar a dudas ¡La unión de los vecinos!… Todos parecen una misma familia… Eso lo saben de sobra los promotores para que, próximamente, se llegue a una decisión para asignar el proyecto a una compañía responsable de dar techo y, al mismo tiempo, ahorrar el uso innecesario de yolas a deshoras, para salvaguardar las vidas de los ‘Barquiteños”…

Como una realidad inmediata, se trata de resolver no sólo un proyecto de construcción con varillas y cemento, sino enfrentar la puesta en marcha de un verdadero y ejemplar plan social motorizado por una unión logística del Sector Privado y el Sector Gobierno.

“Apunta bien ahí” –vocifera Píndaro- … “Eso ’tá tan complicao pa’ vivir, que los muchachos prefieren mantenerse la mayor parte del día en el patio de la escuelita, en lugar de coger pa’ su casa a pasar trabajo…. Allí tienen canchas deportivas que ellos mismos cuidan… Los vecinos han construido su propio boulevard sobre el que desarrollan sus actividades… mientras, por debajo de él, siguen fluyendo peligrosas aguas… ¡Ha llegado el momento de rescatar el barrio y su gente!” –sentencia Píndar- …

“Frente a La Barquita, está Vietnam…. Otro barrio que agrupa una variopinta concentración poblacional…  Un montón de gente que, una vez perciba el desarrollo organizado de sus vecinos, va a demandar que se les organice… Tan pronto se inicie el proyecto de La Barquita, y con la ayuda de las mismas instituciones que hoy día propician la armonía de soluciones lógicas y plausibles, se debe empezar a pensar en las concentraciones vecinas…”.

¿Por qué no se piensa en contratar a una de esas empresas serias que ha formado parte de la convocatoria a licitar para que, de una forma inteligente, busquen el iniciar un proyecto de ‘agua-guaguas’, para que los residentes en La Barquita no tengan que pasar en medio de los callejones de mala muerte y tapones que ponen en peligro sus vidas, y el cumplimiento de ellos para con sus centros de trabajo? El río Ozama está ahí… Cobrémosle a ese natural recurso vial todos los malos ratos que ha provocado en el pasado reciente –y no muy reciente también- utilizándolo como recurso productivo en el traslado de los moradores de La Barquita ‘del campo’ a ‘la ciudad’.

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