“Alta costura, en escena”

“Alta costura, en escena”

La moda, los felices años 20 al otro lado del Atlántico y las muestras de una forma diferente de hacer teatro se conjugan en la nueva iniciativa del Centro Cultural Español, “Alta costura, en escena”, una muestra que reúne por primera vez en América Latina estos tres conceptos en un mismo espacio expositivo.

Los 16 trajes que podrán verse a partir de mañana lunes en los salones del Centro, junto a los bocetos de diseños realizados por el pintor y escenógrafo uruguayo Rafael Barradas, las fotografías y los afiches, tienen un valor que va más allá de su elevado precio: son afluentes y testigos de una historia, la de la actriz española Catalina Bárcena, cuya vida fue literalmente un río de vivencias que fluyó a una gran velocidad.

El director del Museo del Teatro de Almagro (Ciudad Real, España), Andrés Peláez, dará además una conferencia sobre el tema el martes 11 a las 8:00 de la noche. La historia de los vestidos tiene un indudable atractivo.

Catalina Bárcena mantuvo durante décadas una relación extramatrimonial con el dramaturgo Gregorio Martínez Sierra –descubridor, entre otros, del talento de Federico García Lorca y revolucionario de la escena teatral española en los años 20 con quien tuvo una hija, Katia, también actriz. Katia conservó celosamente cartas, recuerdos… y vestidos de escena de su madre, diseñados por los grandes de varias épocas: Dior, Poiret –el responsable de haber liberado a las mujeres del mundo de la tiranía del corsé, allá por 1900 , Jeanne Lanvin cuyo talento no tenía nada que envidiar a la mismísima Cocó Chanel , Balenciaga en la parte final de su carrera como actriz, y muchos otros.

El confesor de Katia le sugirió, tras morir su madre en 1978, que quemara todo lo relacionado con aquella prolongada relación adúltera de su madre. Katia, sin embargo, guardó todos los vestidos y los tapió para ocultarlos de ojos agresores, lo que permitió que su conservación haya sido mucho mejor.

A la muerte de Katia, hace tan sólo cuatro años, toda la colección pasó al Museo del Teatro en Madrid, que a su vez la cede ahora en parte al recién inaugurado Museo del Traje en la capital de España.

De la inmensa colección se podrá ver una muestra de 16 piezas, para lo cual se traslada a Santo Domingo un especialista en conservación y manejo de obras del Museo.

El Centro Cultural de España diseñará igualmente unas protecciones especiales para preservar la integridad de los trajes.

Catalina Bárcena fue sujeto de devoción por parte del público. A su naturalidad en escena unía la sangre latina de su Cuba natal –en la época de su nacimiento aún era territorio español y un decidido gusto por el riesgo, tanto en su desenvolvimiento sobre las tablas como en la elección de su vestuario y, en definitiva, en su propia vida. Fue la primera actriz española en triunfar en Hollywood, donde hizo siete películas en español, casi todas inspiradas en obras de Gregorio Martínez Sierra.

Lorca dijo de ella que su voz sonaba a música y a cristal: un piropo exacerbado, propio del granadino más universal de las artes, pero que a tenor de sus coetáneos hacía justicia al talento y la personalidad de la Bárcena. Sus ropas eran sin duda un elemento fundamental en el realce de su increíble magnetismo personal.

De Barradas, también presente en la exposición con sus bocetos y diseños, hay que aclarar varias cosas. Uruguayo de corazón y pasaporte, vivió buena parte de su corta vida –murió a los 39 años en España, donde fue el escenógrafo favorito de Martínez Sierra y la Bárcena. Sus legendarias caricaturas no son sino una muestra de un estilo rompedor, desafiante en las formas, el trazo y el tratamiento de los colores.

En cuanto a Martínez Sierra, “el mercader de ilusiones” según la novela del escritor Enrique Fuster, hay toneladas de anecdotario y aún más peso en lo tocante a su papel clave en la evolución del teatro español. Consiguió que su querida Catalina triunfara en Nueva York sin tener que recurrir a los tópicos de la españolidad artística –castañuela, olé y taconeo pero, sobre todo, rompió moldes con su vida y su forma de trabajar.

Su esposa legítima, la diputada socialista María de la O Lejárraga –de la que nunca se separó legalmente escribió muchos de sus libretos, a partir de esbozos pergeñados por su marido. Con la revolucionaria compañía Teatro del Arte, fundada en 1916 y vigente a pleno rendimiento hasta 1923 tres años antes de su disolución , el dramaturgo introdujo en España a Ibsen, reinventó el “Pigmalión” de Bernard Shaw y dio la alternativa al citado Lorca con su escandalosa obra “El maleficio de la mariposa”.

Durante un tiempo, una vez consumada su relación extramarital con la Bárcena, se dio un caso grotesco de “triángulo”: Catalina triunfaba con la compañía del Teatro del Arte, fundada y dirigida por su amante Martínez Sierra y con obras escritas por la esposa de éste, María de la O. La llegada al mundo de Katia, la hija de Gregorio y Catalina, rompió casi por completo –todavía coincidirían en algunos trabajos este rocambolesco vínculo. A Katia se debe la posibilidad de mostrar hoy vestigios de aquel “amour fou” y algunos de sus frutos en el terreno del arte.

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