El gran referente de la zarzuela en nuestro país en los últimos años, lo es sin duda la Antología de la Zarzuela, maravilloso espectáculo producido por José Tamayo, que convirtió a la zarzuela en un espectáculo universal, presentado en el Teatro Nacional en agosto de 1983.
A partir de entonces el género no ha tenido gran presencia en nuestros escenarios y se ha mantenido de alguna manera gracias a los esporádicos conciertos de nuestros cantantes líricos, en los que siempre incluyen fragmentos de zarzuelas. Sin embargo hay un público fiel, amante de la zarzuela que siempre responde cuando tienen la oportunidad, esto se manifestó con la apreciable asistencia a esta Antología de la Zarzuela, versión criolla, producida por artistas dominicanos de la categoría de Edgar Pérez Martínez, Eduardo Villanueva, José e Iván Miura, así como destacados profesionales radicados en el país: Antón Fustier, Director Artístico; y Armando González, coreógrafo, junto a los venezolanos José Rafael Pereda, en la dirección escénica; y a Carlos Andrés Mejía, director musical.
Llevados por un hilo conductor, el narrador, Iván García, con su exquisito histrionismo, nos lleva al encuentro de esa España multicolor y nos introduce en el mundo de la zarzuela. La Obertura del Sainete Lírico La Boda de Luis Alonso colma la Sala de españolerías, inicia el espectáculo. La hermosa escenografía con motivos goyescos, creada por José Miura, es el marco adecuado, Gaspar Colón, barítono venezolano de notable presencia escénica y hermosa voz, irrumpe con la bella Romanza Mi Aldea de la zarzuela Los Gavilanes, de Jacinto Guerrero. Luego sigue de La Marchenera de Moreno Torroba, Tres horas antes del día , en la voz de la soprano puertorriqueña Milliangee Pérez.
El espectáculo, fluido, va presentando una variada selección de romanzas, dúos, coros y danza, No extrañéis, no, que se escapen célebre jota de la Bruja, de Chapí; La Mazurka de las Sombrillas de la Luisa Fernanda, de Torroba; y Los Nardos, de Las Leandras, pasatiempo cómico lírico, de Francisco Alonso, en el que destaca nuestra Maridalia Hernández, hacen las delicias del público. La soprano uruguaya María Antúñez, con su bien timbrada voz, interpreta De España Vengo de la zarzuela El niño judío, de Pablo Luna.
Dos momentos líricos importantes: la participación del tenor cubano, Humberto Bernal al interpretar Bella enamorada y la del dominicano Juan Cuevas, cuando emociona con No puede ser, célebre romanza de La Tabernera del Puerto, de Zorozabal. Bernal destaca nuevamente en El Gato montés de Manuel Penella. Coplas de don Hilarión, de la Verbena de la Paloma, le da oportunidad a Niní Cáffaro de mostrar, aún, condiciones de lírico. Un punto a destacar es el apropiado acompañamiento brindado por la Orquesta Filarmónica Dominicana.
De los colores de España, se pasa a los colores tropicales. Disfrutamos fragmentos de las zarzuelas cubanas: Cecilia Valdés, del compositor Gonzalo Roig; Amalia Batista, de Rodrigo Prats; y María de la O, de Ernesto Lecuona. La dominicanidad se hace presente con La bruta de la Loma, de Julio Alberto Hernández, nuestro ritmo contagia, se recrea un estilizado merengue mientras la voz hermosa de Maridalia Hernández, entona Me quiero casar. El prólogo de Cecilia valdés, alegoría en danza, es intensamente interpretado por Alihaydee Carreño; La dulce Quimera da oportunidad al haitiano Wilkenson Berthony Jolivois de mostrar su tesitura de bajo. Luego la Salida de Cecilia, a cargo de María Antuñez, es impactante.
La chancletera de María la O es el momento danzado mejor logrado de la producción; luego el elenco se une para despedir esta hermosa noche de zarzuela, interpretando Para Vigo me voy, en una última e impactante escena carnavalesca, llena de colorido.