“Bandas Poli Domini”

“Bandas Poli Domini”

Revisando la prensa dominicana, donde poco cambia y mucho perdura, cavilé sencillos silogismos políticos. No son aristotélicos, pero aspiran a ser veraces o quizás  a tratar de razonar lo que  a primera vista se nos muestra  ilógico. Ustedes dirán si tienen acierto. Si ha fracasado la educación, la institucionalización y la prosperidad dominicana, y si en las últimas décadas el liderazgo político, empresarial e intelectual ha sido en esencia el mismo;  y considerando que el desarrollo de una nación depende de ese liderazgo, concluiremos que ellos son los responsables de nuestra lúgubre realidad.

Si los partidos políticos generan, avalan, convencen y mercadean sus programas y compromisos con la sociedad; designando como sus más capaces ejecutores a  presidentes y funcionarios,  entonces, los partidos son absolutamente responsables de sus gobiernos y facilitadores de sus delitos cuando los  hubiese. Si cada gobernante conoce de actos en prejuicio del Estado, atribuibles a sus antecesores, y no inicia la acción de la justicia, convierte su neutralidad en complicidad. Como todos los que nos han gobernado han callado, debemos inferir que todos son cómplices.

Si al ser cómplices de actos de corrupción, facilitamos a terceros la impunidad o  nuevos actos delictivos,  formamos una asociación de malhechores. Y como todos los que han estado “en palacio” han facilitado la prevaricación, se colige que nuestros gobernantes han formado una asociación de malhechores.

Si el control de la corrupción radica en las instituciones jurídicas, fiscales y de inteligencia, y si estas instituciones dependen del poder político y  la corrupción se sigue incrementando,  es sencillo inferir que el poder político participa de ella.

Si todo aquel que se beneficia de una asociación de malhechores, a sabiendas de sus transgresiones, y no va a la justicia para denunciarla es  cómplice, razonaremos entonces que empresarios, religiosos, militares, consorcios internacionales y etcéteras están complicados con los malandrines.

Si las bandas políticas-“Bandas Poli Domini”- necesitan de  la democracia  para apoderarse del Estado, y los sufragantes les eligen a sabiendas de sus perpetuas transgresiones, deducimos que al no castigar  con el voto, por otorgar, los electores también somos cómplices. Si el desgobierno lleva al país a la “liga del atraso mundial”, pero los ciudadanos siguen avalando los partidos y a sus candidatos, se deriva sin esfuerzo alguno que carecemos de la capacidad para darnos líderes que nos puedan  redimir.

Si la incapacidad por ignorancia, por necesidad, por translocación moral o por deformación cultural promueve gobernantes, es de pura lógica pensar que a ningún político le interesa ni educar ni moralizar.

 Si los empresarios, religiosos, militares, consorcios extranjeros y etcéteras que hemos visto reciben canonjías del poder, tampoco, a pesar de las apariencias, invertirán en demasía en eliminar las taras que promueven a los políticos de los que ellos se benefician.

¿Podría, en vista de estos  silogismos elementales y sabidos, dictaminarse que todos  formamos una compleja y destructiva asociación de malhechores; desde los más acicalados y devotos hasta los más mugrosos y antisociales?  No me conteste ahora, piénselo.

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