“Bodas de Sangre”
Poética teatral y
actuaciones magníficas

<STRONG>“Bodas de Sangre”<BR></STRONG>Poética teatral y <BR>actuaciones magníficas

El Teatro Nacional Eduardo Brito en conmemoración de su 37 Aniversario, presenta “Bodas de Sangre”, la inmortal obra de Federico García Lorca, bajo la dirección de la reconocida actriz Flor de Bethania Abreu, cuya puesta en escena constituye un hito en la historia de nuestro teatro.

 García Lorca es esencialmente poeta, cuyas alegorías brillantes y metáforas cautivantes las vierte a su teatro.

En “Bodas de Sangre” hace un verdadero alarde de carpintería teatral, donde el espacio guarda relación estrecha con su tema y “gestus”, y al igual que en sus otras tragedias, los contenidos de tragicidad, y su descarnada sustancia dramática son de inspiración griega.

En la búsqueda incesante de la palabra, Lorca alterna una prosa llena de imágenes, con el verso de rima asonante, y desarrolla la acción en espacios míticos o dentro de un realismo trascendido, en los que plantea los problemas sustanciales de la vida.

El ambiente, donde la naturaleza es una personificación, la época, -años 30- el paisaje andaluz alegre, que contrasta con el clima de muerte, así como la herencia ancestral, la tierra y su simbolismo, son esenciales en este drama lorquiano.

Flor de Bethania Abreu, a riesgo, traslada ese mundo mítico al nuestro, específicamente al Cibao, lo acerca en el tiempo, con inteligencia, con aguda percepción, sin desvirtuar la esencia del drama lorquiano, por demás universal.

En “Bodas de Sangre”, no hay premonición, la tragedia no subyace, está expuesta desde el mismo título de la obra, sangre es, símbolo de muerte.

Y aunque el desenlace de la tragedia está en manos de los hombres, son las mujeres, -las mujeres de Lorca- las que tienen mayor entidad dramática.

Los personajes no tienen nombre, son arquetipos, madre, novia, novio, sólo un nombre, Leonardo, a la vez esposo, novio… amante, en eso radica el gran reto actoral, construir los personajes, y es aquí donde la puesta en escena alcanza su mayor nivel.

Sobre tres mujeres y dos hombres se cierne la tragedia, tres grandes actrices: María Castillo, la madre, fuerte, constante, aferrada y ligada a sus  muertos por el odio hacia la casta enemiga. Carlota Carretero, la novia, víctima de su pasión, apegada a la tradición, y la mujer, Karina Noble, personifica el amor.

Los  actores.  Dos buenas actuaciones, el novio, Amaurys Pérez, subordinado a la Madre, aunque víctima, su papel no es esencialmente trágico, y Leonardo, Ernesto Báez, con gran personalidad escénica, es el antagonista, provocador de la tragedia, atormentado por la fatalidad y la pasión.

Concentrados los tres actos en uno sólo fragmentado en escenas, la obra se desarrolla en dos planos, el real y el plano onírico, sobrenatural y surrealista donde transita la prosopopeya lunar y la Muerte, símbolos permanentes de la mitología Lorquiana.

La escena es impactante, personificada la Luna, Orestes Amador, como un halo de luz, transmite sus versos de muerte, con la misma intensidad de su lenguaje corporal.

La mendiga, la muerte, sobrecoge, intensa actuación de Isabel Spencer.

Los leñadores distantes de la tragedia, nos cuenta la historia a manera de coro griego.

La música dosificada del grupo Drumayor, con sus aires folklóricos, y sus onomatopeyas puntuales, es un elemento adicional que enriquece la representación.

La escena final, las tres mujeres en un marco escenográfico, alegórico, cobra un dramatismo sobrecogedor. María Castillo inmensa, nos conmueve hasta lo más profundo cuando transida de dolor, dice: ¿Qué me importa a mi nada de nada? Bendito sean los trigos, porque mis hijos están debajo de ellos. Qué grande es el teatro, cuando se hace teatro.

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“Bodas de Sangre”

Otros personajes

La criada, cargada de sabiduría popular, fiel a la novia, encuentra en Lydia Ariza  una excelente intérprete que se decanta en los recitativos y en las “Nanas” ,junto a Flor de Bethania Abreu , una de las escenas mejor logradas.

El suegro, fanfarrón, ambicioso y orgulloso, pasa a ser otro personaje, encarnado por Iván García.

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