“Carretera a Perdición”

“Carretera a Perdición”

¿Se acuerdan de esa película? ¿Aquella donde Tom Hanks era un matón a buen sueldo, con buena casa, sus hijos en buen colegio y situado dentro de la clase media norteamericana? Pues tenemos dos carreteras que se perfilan cada una también como “carretera a Perdición”: la que va a Pedernales y la que va a Bayahibe.

Pues en la película el tipo que encarna Hanks había elegido su “carrera” de matón, guardaespaldas, “resolvedor” y otras especialidades porque prometía dólares para rápido, muchos dólares, y creía que con eso lo tenía todo resuelto. No pensó que con ello podría poner en peligro a sus descendientes y a su entorno inmediato.

Algo similar está pasando aquí con la Ley de Areas Protegidas, el Presidente Mejía, que piensa que con vender las áreas protegidas el país va a recibir muchos dólares y para rápido no se ha detenido a pensar el peligro en que ha puesto a sus descendientes, a los descendientes de todos nosotros, y a su entorno (nuestro entorno) inmediato y lejano.

Pero sigamos con la película (aunque a mi no me gusta que me las cuenten). Pues el hombre, Tom Hanks, se vio tan comprometido con sus socios que cuando decidió rebelarse ya ellos habían tomado la decisión de salir de él, matan a su esposa y a su hijo menor. Su hijo mayor sobrevive milagrosamente, y Hanks (no recuerdo el nombre del personaje) decide ajustar cuentas, pero tratando a la vez de que su hijo no siga su ejemplo y “carrera”.

En el caso que nos ocupa sabemos que el Presidente Mejía se encuentra seriamente comprometido con gente que le ha asegurado que sus intenciones son buenas para con el país, y debido a esos compromisos y a su palabra “gurabera” no se ha rebelado, lo que le ha costado también dos muertes: la muerte de su posibilidad de reelección, y la muerte de su credibilidad.

En la película (que deberían reponerla en estos días), Tom Hanks resulta traicionado por varios de sus compañeros que supuestamente les eran leales, una parte se aprovecha de la situación para hacerse con mejores puestos en la organización mafiosa, y la otra parte desata una cacería contra él.

Algo parecido ocurrió aquí cuando importantes dirigentes del PRD resistieron largamente la repostulación de Mejía, debilitando así sus posibilidades. Otros le dieron la espalda olímpicamente, y uno de ellos llamó a votar en contra suya a toda costa, asegurándose éste último así la simpatía del ahora candidato triunfante.

Al final de la película Tom Hanks es mortalmente herido, casualmente, en una casa de una playa parecida a Bahía de las Aguilas por su hermosa soledad. Su hijo, que jugaba afuera con un perro, corre al oír los disparos, blande un revólver contra el agresor de su padre, pero éste, muy mal herido, pero aún vivo, le indica con la cabeza que no mate al hombre. Su última voluntad es que su hijo no se inicie en la carrera de matón. Hanks, mientras el agresor está de frente al hijo, saca un revolver y mata al tipo, un fotógrafo que era también miembro de la organización. Hanks muere, pero su hijo no irá por la “Carretera a Perdición”.

Para Hipólito Mejía la película no ha terminado. Tiene ante sí la posibilidad de sobrevivir a la derrota electoral. Ha sido herido mortalmente, pero no está políticamente liquidado. Vetar la Ley de Areas Protegidas como se la presenta el Senado, rechazarla, sería el mejor ejemplo para sus hijos y para la gente que cree en él. Darles el tiro a quienes se han aprovechado de su actitud bonachona y campechana sería la demostración de que no es una marioneta, de que su compromiso es con el pueblo y de que no va a morir en la película. Ahora, esperemos el final.

[b]Lo que pasó en El Naranjo[/b]

Luego de que la carretera que circunda al Lago Enriquillo pasa de Cabral, hacia el oeste, uno se encuentra con una carreterita que saliendo perpendicularmente hacia el sur lleva a un paraje conocido como “El Naranjo”.

Pues “El Naranjo” fue originalmente el sitio escogido por las huestes cimarronas de Lemba para asentarse después del acuerdo de pacificación con los españoles. Así, los descendientes de esos cimarrones guardaron cantidad de costumbres que mantuvieron a lo largo de casi 300 años.

Entre esas costumbres estuvo la de construir sus casas de tejamanil (ramas, lodo y plastas de vaca), pintarlas de caliche, y decorarlas con vistosas pinturas de ramas, flores y diseños de ascendencia africana.

Esa costumbre había hecho de “El Naranjo” el único sitio donde la herencia cimarrona había sobrevivido en forma de vivienda y decoración, no encontrándose en ninguna otra parte del país semejante muestra de permanencia de una cultura tan antigua.

“El Naranjo” fue incluso tema artístico para amplias muestras fotográficas y pictóricas, como la del ingeniero, arqueólogo y pintor Elpidio Ortega, quien realizó una importante producción sobre los motivos de las casas de ese pintoresco sitio.

Pues a raíz del ciclón Georges, y como algunas de las casas quedaron muy maltrechas, se les llevó a la gente de allí madera y zinc, y se les indujo a destruir las casas antiguas para “dar paso a la modernidad” de las casas de madera techadas de zinc. La gente, agradecida, pero nada informada o instruida sobre el valor de sus costumbres para ellos y para el país, les hizo caso a los intermediarios (que se estaban ganando unos dineros con lo del zinc y la madera) y destruyeron todas las casa, incluso incendiaron algunas.

Lo que no sabía la gente de “El Naranjo” es que su paraje est á incluido en algunas de las propuestas de turismo natural y cultural en Europa, producto de los reportes hechos y de trabajos realizados por gente como Helga Neumayer, de Austria, lo que hubiera significado para la gente de “El Naranjo” una alternativa económica importante.

Pero ahora “El Naranjo” pasó a ser un paraje más, candidato al olvido, oscuro rincón de los pueblos que renunciaron a su bagaje cultural por el falso brillo de plata del zinc.

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