“Chinoserías” más allá de la chulería

“Chinoserías” más allá de la chulería

La diplomacia dominicana se ufana de eficaz por mantener cordialidad simultánea con líderes tan disímiles como Chávez y Castro, por un lado, y Obama por el otro. En las páginas de la prensa criolla se mandan a destacar cuestiones tan vergonzosas como el anuncio pagado en el New York Times mientras se trata de maquillar realidades como la exclusión dominicana de las primeras reuniones del vicepresidente estadounidense Joe Biden con líderes latinoamericanos.

Por bonito que luzca el desempeño diplomático gubernamental en el frente local, la realidad a nivel internacional siempre será la verdadera medida del resultado de los esfuerzos de la Cancillería. Y actualmente, después de muchos meses de resultados excelentes, lucimos como que estamos fritos. Cualquiera creería que el Gobierno cree que un piropo envenenado de Fidel puede significar más bienestar para los pobres dominicanos que la comprensión y simpatía de nuestro principal socio comercial que es Estados Unidos.

¡Hasta desde el Vaticano, capital del catolicismo, nos mandan fuego al pedirnos más efectividad contra el narcotráfico, la violencia y la corrupción! Las declaraciones del Papa al recibir al nuevo embajador dominicano son un auténtico testimonio de cómo somos percibidos por la comunidad internacional. China posee actualmente tanta importancia que la secretaria de Estado Clinton va a Beijing a rogarle que no dejen de comprar bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Pero los dominicanos insistimos en preferir a Taiwán. 

Permítanme una disgresión: Confucio -nombre occidentalizado del gran filósofo y poeta chino conocido como “maestro Kong”, padre de la religión conocida como “confucianismo- sugirió un paradigma según el cual un mal gobernante lleva al pueblo a su perdición moral y material. Su poesía glorifica las virtudes morales como la verdad, la lealtad, la justicia, la tolerancia y la subordinación. Confucio es quizás la mayor influencia individual en el pensamiento oriental imperante en China, Japón, Corea y otros países vecinos. ¿No nos convendría conocer mejor a este sabio universal?

Estamos fritos. Mientras Hillary Clinton anda enamorando a la gerontocracia china para que compren bonos americanos, los voceros del gobierno dominicano se empeñan en decirnos que estamos blindados.

En la crisis financiera que ha llevado la economía global a un inesperado freno, cada país debe dejar atrás los sentimentalismos y pensar crudamente en sus conveniencias. La realidad internacional actual dicta que nos amiguemos con Beijing, pese a nuestro cariño por Taipei.

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