“Cójame ese trompo en la uña”

“Cójame ese trompo en la uña”

Imagino que esa frase: “cójame ese trompo en la uña”, se inventó durante alguna competencia de trompos por aquellos tiempos en que los juguetes había que fabricárselos uno mismo. A mi madre se la he oído decir de toda la vida. Y es que la frase se aplicó luego a todas aquellas situaciones en las que se presentaban cosas difíciles de explicar o de manejar, como ocurre con este caso en la costa sur.

Pues ocurre que por allá por Bahoruco uno se encuentra con un esperanzador letrero que le indica a los usuarios de la carretera que existe en ese punto un “mirador ecológico”. ¡Ah, que bien! ¡Que buen punto y momento para descansar de conducir por un rato!

Entonces usted se dirige al “mirador ecológico” y se encuentra con una callecita denominada “Paseo de los Pescadores”. ¡Oh, pero qué considerados! ¡Una vía dedicada a esos esforzados trabajadores del mar que día a día se lanzan tras la búsqueda del sustento que … etc. etc.

Y al llega a la playa… ¡Oh! ¿Y esta vaina? Una pala mecánica y un camión de volteo cargándose el “mirador ecológico” para llevárselo por el mismo “paseo de los pescadores”. ¡Anjá! ¿Y entonces? ¡Qué putada es esta de letreros ecológicos y prácticas devastadoras!

Lo encantador sería saber cuáles autoridades de Bahoruco autorizaron la extracción de arena de la playa y con qué propósito, si es para venderla o es para uso público. Aunque cualquiera de los dos propósitos resulta condenable, pues se trata, primero, de una playa (automáticamente protegida por ley); y segundo, de un Mirador Ecológico, designado así por decisión oficial, como parecen indicar los letreros. ¿Y entonces?

Ah, pero además están los munícipes, los ciudadanos, los habitantes… ¿Y qué mierda de ciudadanos es que hay en Bahoruco, que se dejan joder de esa manera probablemente su mejor atractivo?

Aparentemente es el mismo tipo de “ciudadanos” que se fabrican últimamente y que han proliferado por todo el país, cuyas características principales son la pendejez y el cabronaje. No les importa lo que ocurre a su alrededor si los corruptores les dejan aunque sea cinco pesos para un yaniqueque.

“E’pal carajo que vamos”.

Filosofía de guardia

En la pared frontal del cuartel de Pedernales se lee el siguiente pensamiento: “El que no ha sido soldado de infantería no sabe lo que sentirse dueño del mundo sin dinero y apies”. Imagino que el guardia que lo compuso quiso decir “lo que es sentirse…” y moverse “a pie”,… pero pa’lante, vamos con la interpretación de semejante filosofía.

Aparentemente, el filósofo autor considera como una fortuna el hecho de que los soldados de infantería les basta con serlo para reinar en su entorno. Es decir, están en la calle y todo les pertenece, aunque no tengan un sólo centavo en el bolsillo ni una bicicleta en qué moverse.

Eso me recuerda el mandato con que salían los guardias a la calle, de que si necesitaban “una máquina” podían pararla “de orden” y moverse sobre ella a donde les placiera, o hasta montar a otras personas y enviarlas por encargo a un destino totalmente ajeno al dueño del vehículo.

Pues para el autor del párrafo filosófico parece que la cuestión de andar sin dinero puede resolverse como lo resuelven los policías, por lo menos a la hora en que el hambre ataca. Se paran en cualquier fritura o cafetería, piden por su boca y que pague cualquiera, si es que tiene. Lo peor es que se vuelve costumbre, mala costumbre, y con ella crece el desprecio… y la desconfianza.

Patronales de Oviedo 

Las patronales de Oviedo -que se dedican a la Inmaculada Concepción- son idénticas las patronales de Samaná, y las de Samaná son iguales a las de Montecristi, y las de Montecristi a las de Moca, y las de Moca a las de San Pedro de Macorís, y a las de Dajabón, y a las de Santiago, y de Higüey, y de San Francisco, y de Barahona y de todo el país, porque ya no hay patronales, sino beberronales, bachatonales y cosas por el estilo.

Hace años las ciudades y municipios se caracterizaban por celebraciones en el día de su santo patrón o santa patrona que les diferenciaba de las demás celebraciones, tanto en épocas como en localidades. Es decir, una patronal era muy diferente a un carnaval o a una Navidad. Pero ya en los pueblos todo es lo mismo, incluso Semana Santa.

Las casas licoreras se han encargado de cambiar el mandamiento aquel de “santificar las fiestas” por el de homogenizar las fiestas, haciéndolas todas iguales de ruidosas y de mal gusto, aparte de los enfrentamientos, abusos y crímenes que ocurren durante su celebración.

De manera que, las Patronales de Oviedo, da lo mismo que se la dediquen a San Pancracio Chancletudo, a San Olegario Mártir o a Santa Catalina la Cachonda, siempre será cualquier cosa, menos una fiesta que refleje alguna particularidad folclórica o especial de Oviedo, como está ocurriendo con todas las demás comunidades del país.

A ver si explican…

¿A quién es que la Patria necesita? ¿A los choferes, a los pasajeros o a los peatones?

Porque igual pueden estar diciendo los pasajeros: “mira chofer, la patria necesita a todos los que vamos en tu maldita guagua. Así que mira a ver si manejas decentemente y miras hacia delante, porque si algo nos pasa, por mi madre que dejo a la Patria con un chofer menos”.

Como también pueden estar diciendo los peatones: “oye chofer, por aquí cruzan niños a la escuela que son hijos de la Patria, y tú de quien eres hijo es de la gran.

Si tú no quieres perder el derecho a votar, mira a ver si andas más despacio por aquí, porque te vamos a dejar sin brazos con que echar tu voto”.

Como igual pueden estar diciendo algunos choferes: “la única Patria que me necesita es la rubia de aquella cafetería, y cuando agarro pa’llá e como la “jon del diablo” que voy. Y el que se quede en el medio corre serio peligro”.

En fin, que el letrero de marras pudo haber estado destinado a mejores causas, porque lo que es con los choferes ya no hay causa digna que valga.

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