“Crea tu propio yo”

“Crea tu propio yo”

Son las seis de la mañana en mi mundo… estoy chocado… han alterado el esquema del tiempo en mi diario vivir… Para ellos… ¡son las cinco!… una hora antes de mi reloj biológico… ¿Cómo voy a ser yo, si me llevan de aquí para allá y de allá para acá, como al reloj que le han cambiado la hora?

“¡¡¡Píndarooooooo!!!!” se oye a Marola… “Es muy temprano para estar con esas vainas… Y, además… ¡es domingo!” … “Déjame dormir un chin más, que mis amigas Mariuca, Luddita y Glo están recargando las pilas también!… Es más, Mariuca se acostó tarde pues Tomasito estuvo haciéndole cuentos hasta las tantas de la noche en la recepción del hotel y, si no me dejas dormir, entonces me saldrá ese dolor de cabeza que no me deja vivir…!”

“¡Ya, ya, ya…. Me voy pa’bajo… al primer piso… así podré pensar más tranquilo en el por qué de la “i” que afecta a tanta gente en su reafirmación del “yo”…” dice para sí mismo Píndaro.

“He tenido unos días muy chulos escuchando voces que han brotado del interior de grandiosos seres humanos… Por ejemplo, Glo se han sentido libre todo el tiempo y no deja de exclamar que ella lucha cada día por ser feliz… con el cuchillo en la boca… y que eso no lo negocia con nadie… Que ha tenido oportunidades y, desde que se ha dado cuenta del cuento que le estaban metiendo, sacó los pies a tiempo porque no iba a dejar de ser ella…” murmura Píndaro.

“Luddita acaba de comprarse varias veces un abrigo… no le ha servido el primero… con el segundo no le ha gustado el color, pero se lo puso unas horas, antes de finalmente cambiarlo por uno de otro color… Por otro lado, en unas horas tendré que estar temprano en el aeropuerto, porque la línea aérea de ‘a’gua por adelante y ‘a’gua por detrás no ha sido capaz de re-confirmarme mi asiento en el vuelo de regreso, aún habiéndose cobrado una pila de cuartos por internet desde hace ya unas tres semanas… “ piensa Píndaro mientras baja en el ascensor…

Su otro ‘yo’ le dice al oído: “Ahí está la primera ‘i’ que nos afecta a diario: Inseguridad… que, combinada con la “inestabilidad”… ¡son la receta perfecta para fuñirte el día!”

En eso aparece Glo en el desayunador… viene cantando su alegría… “Mamá yo quiero saber, de dónde son los cantantesss… que los quiero muy galantes…” Y… ¡así entona perfectamente su mañana! A vez que exclama: “¡Qué día más chulo el de ayer!… Ese mercado de productores que fuimos a visitar es la antítesis de la ‘inseguridad’… todos estaban felices, calmados y vendían sus productos mientras el público compraba sin reparos… Por poco me lo pierdo y no voy a ver esta chulería…”

“Ella tiene razón”… piensa Píndaro… “la incredulidad en muchas veces no nos deja salir de nuestro interior esa luz que nos permite enfrentar, sin miedo, nuestros retos, y nos limita… “

“Uyyyyy…. ¡Ya son las 8 de la mañana!” exclama Píndaro… “Me he pasado dos horas filosofando y me va a coger la hora…” En este momento y sin darse la más mínima cuenta, su ‘i’ de “impaciencia” le domina…  “Si no me pongo las pilas, no voy a estar a tiempo para mis cherchas del día… voy a ‘incumplirle’ a todos…”.

No se ha dado cuenta –y a muchos de nosotros nos pasa- que esa “i” del incumplimiento nos hace poco serios… Y, lo peor, nos permite vestirnos con el traje de la “indiferencia”, coronando así un ciclo de “ies” para nuestro propio “Yo”…

“¡Me voy… me voy… me voy…!” grita Píndaro… Se para, pone su gorrita para cubrirse del frío que ataca a esta hora de la mañana… y sale a toda velocidad pues…¡si no ordena su propio yo lo deja la guagua y el avión!

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