Rosalía Velásquez de Cuello define su experiencia materna como una lucha titánica. Asegura que ser madre de tres varones la puso a prueba, pero junto a su esposo, el ingeniero químico Domingo Cuello, supo conjugar roles y librar una batalla de la que salieron airosos y satisfechos. El resultado: tres hombres exitosos en el plano familiar, educativo y laboral.
Mi esposo y yo hicimos un equipo para criar a Harold (39 años), Michael (36 años) y Oliver (29 años), por lo que me siento orgullosa de que en un medioambiente fiestero y con los riesgos que representa criar y educar, impusimos reglas bajo una educación en libertad, y a pesar de que a veces los muchachos no estaban de acuerdo, hoy agradecen el esfuerzo de sus padres.
La encargada de compras del Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT) logró fusionar su carrera profesional y dedicarle tiempo de calidad a sus hijos.
Orden. Le permitíamos a los muchachos ir a sus fiestas, sus discotecas, pero éramos de los padres que esperábamos a los hijos despiertos como unos guardias, sentados en la sala. En esa época no había celulares, sino beepers y le mandábamos un mensaje para que supieran que se acercaba la hora pautada para que regresaran a casa.
Un día, Harold, el mayor, llegó tarde y su padre lo corrigió y le quitó las llaves de la casa que le habían dado. Mi hijo alegó que era mayor de edad y que tenía derecho a exceder el límite de horario y mi esposo le aclaró que mientras no tuviera la madurez para manejar el tiempo y respetar a sus padres no era capaz de tener una llave para sentirte independiente y le explicamos que hasta que no se mantuviera y viviera solo, no tenía la libertad de hacer lo que quisiera.