“Del fuego y la materia”
Pinturas y dibujos de Azar

“Del fuego y la materia”<BR>Pinturas y dibujos de Azar

En el linaje artístico de los Azar, Aquiles Azar Billini se distingue por la personalidad más audaz e imprevisible, aunque sabemos que una exposición anunciada o la participación en un certamen propondrá obras estremecedoras. Ese fenómeno sicológico y sensorial vuelve a suceder en el Museo de Arte Moderno, donde el artista dominicano comparte, en áreas separadas, la segunda planta con el español José Manuel Ciria. Son dos fuerzas de la pintura.

Solamente el espectador podrá interpretar el título de la exposición “Del fuego y la materia”, cuando la haya visitado totalmente. “Del fuego” se refiere a los dibujos insólitos –por cierto excelentemente montados-, trazados al soplete sobre papel de Arches.

De “La materia” corresponde a las pinturas, en técnica mixta sobre lino. Notamos la alta calidad de materiales y soportes utilizados. Como esta individual impresionante invita a pensar, de repente se nos ocurre que también cabría señalar metafóricamente a las pinturas como “el fuego”, ya que expresan pasión cromática y llamarada interior, cuales sean los colores. Las capas superpuestas o grumosas de pigmentos irradian, arden, hasta se calcinan.  En cuanto a los dibujos, podrían calificarse de “anti” o “no” materia, el proceso de ejecución empleando un ataque a la hoja por calor y humo… que deja una huella o una cicatriz inmaterial.

Propuestas e interpretaciones. Aquiles Azar, creador polivalente  pero esencialmente pintor, rompe consigo mismo en cada manifestación pictórica nueva, aunque siempre conserva su adicción a las grandes dimensiones, a un espacio vital, a una paleta inesperada. Lo hemos conocido muy joven cuando él hacía retratos imaginarios expresionistas, lo hemos seguido en una figuración crítica y rabiosamente intervenida por trazos, rastros y cromatismos dramáticos, le descubrimos como fotógrafo sin una total convicción aunque premiado. Él vuelve a sorprender, a casi asombrarnos, ahora con un informalismo embriagado de tonos altisonantes, de “splashes”, ¡de chorreados!  De composiciones semiabstractas, él pasó a la abstracción absoluta, solamente intervenida por la geometría sensible de círculos, cual ignotos anillos de la cosmogonía “aquilina”. Implanta zonas saturadas de pasta sin que ceda el tumulto interior, la pintura corre directamente de la lata a la tela –Pollock mostró el camino-, pero no siempre es así… Brochazos alocados van cubriendo la superficie, diseñando espasmos dramáticos, girando en volutas irresistibles: Aquiles rechaza un sistema reiterativo de aplicación del color, reivindica la libertad de los medios, se rinde a la plenitud de los contrastes, sin temor a los choques cromáticos y a la sobrecarga.

Todo lo contrario.  En un pronunciamiento no desprovisto de énfasis, el artista afirma: “La combinación del carácter, la personalidad, el espíritu, la fe y la búsqueda para permanecer y trascender, así como la mirada de la vida, constituyen el objeto del vehículo que me transporta a lo informal y abstracto como expresión concurrente en mi obra”.  De esta propuesta resulta una espléndida mezcla de grandeza y lirismo, a la cual infaliblemente se atribuye espiritualidad. ¿Pero no favorece una interpretación, de la materia al espíritu y viceversa, la “profesión de fe” que ha abrazado el autor en la segunda vertiente de su vida y le alejó del arte por largas temporadas? ¿No será un intento de racionalizar los impulsos del momento y los gestos resultantes en la obra, en base a otra identidad? Tal vez, si no conociéramos a Aquiles, nos dejaríamos llevar, emocional y estéticamente, por su pintura sin más preguntas paralelas, y evocaríamos simplemente la “sensación coloreada”, una visión de la cual ya hablaba Paul Cézanne. Aquiles Azar finalmente testimonia que la pintura es a la vez sensación, acción y vida.

Zoom

De los dibujos

Los dibujos de Aquiles Azar Billini, correctamente colocados en una sala separada, constituyen una exposición especial, por el proceso utilizado, el fuego marcando el papel hasta la perforación voluntaria en una de las obras. Demandarían del espectador una reflexión distinta a la que provoca la pintura. Son especies de mandalas con sus fuerzas propias y un diseño que suscita la meditación.

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