“DES-FORMA” FISCAL

<STRONG>“DES-FORMA” FISCAL</STRONG>

La multiplicidad de opiniones-interpretaciones (esta una más), con relación al ya tradicional (pero ahora duplicado) déficit fiscal, el  tema de la reforma-pacto fiscal, el manejo extendido de conceptualizaciones al respecto, la diversidad de posiciones del sector privado (cada quien defendiendo “lo suyo”) como era de esperar, y otros elementos que se adhieren a la coyuntura dominicana, motivan a compartir algunas reflexiones:

Primero. Los agentes económicos y algunos jugadores de organismos internacionales (especialmente el FMI), necesitan conocer la situación financiera del Gobierno. A la fecha no contamos con un diagnóstico fiscal transparentado, que facilite el entendimiento de la grave situación por la que atravesamos. Por tanto, cualquier proceso de planificación (presupuestación) debe facilitar de manera obligatoria dicho insumo. Más aún cuando se aspira a contar con el apoyo de los diferentes sectores de la sociedad para el llamado “pacto”. ¿Dónde estamos?

Visto lo anterior, valdría la pena preguntarnos: si ¿estamos presupuestando gastos (necesidades) para luego decidir fuentes de ingresos, o por el contrario, primero el paquete fiscal decidido y luego establecer presupuesto?

Segundo. En estos días pasamos de las manos de los monetaristas irracionales a los “fiscalistas irrestrictos” en la política económica. Estos últimos juegan al juego de suma y resta de las finanzas públicas para llegar a algo (un presupuesto), proponiendo medidas diversas como: eliminación de exenciones (no malas en principio), llevar al 20% ITBIS para todos los bienes y servicios, cobrar ITBIS a bienes de consumo básico, eliminar impuestos de difícil recaudación, entre otras.

A fin de cuentas, las propuestas de los “fiscalistas” no integran, en la mayoría de los casos, la valoración de las tantas reformas estructurales por formular que necesitamos, y pensadas más bien desde la simple concepción financiera del Estado, no desde un Estado facilitador de las políticas de desarrollo productivo.  ¿Dónde está el modelo?

Tercero. Debemos tener claridad y ser muy cuidadosos a la hora de las decisiones impositivas. Especialmente cuando la intención inicial-única es la recaudación (dinero), sin pensar en los efectos de dicha política impositiva, cuando en una economía como la nuestra el efecto de las aplicaciones de los recursos obtenidos mediante los impuestos, a través de la política de gasto (keynesianismo), crean menos externalidades positivas en la actividad económica que los efectos provocados por un sistema impositivo, especialmente cuando tenemos un ente plausible de imposición que es racional (se transforma, se desplaza, de hace invisible…)

Cuarto. Todos apoyamos la “Reforma Fiscal”, y la asumimos necesaria como principio básico, el problema está en su contenido, su alcance, y sobre todo qué esperamos de esta. Aspiramos llegar al equilibrio entre lo que tenemos, lo que queremos, lo que podemos y lo que debemos. ¿Haremos lo que nunca se hizo?

Esto es des-construir y re-construir el modelo económico actual orientando y enfocando como ejes fundamentales a la inversión la producción, la productividad y la calidad, bajo un enfoque de promoción de exportaciones (“export led” adatado).

Quinto. El “Consenso de Santo Domingo” será difícil de alcanzar dada la premura legal que presiona el Gobierno, la necesidad financiera y la presión internacional, pero seguro saldrá una solución cortoplacista a la que está obligado el Ejecutivo y a la que estamos acostumbrados los dominicanos. A fin de cuentas para el “policy maker” lo difícil no es la decisión política, sino más bien la gestión del conflicto que se deriva de esta.

Sexto. El conflicto fundamental esta dado por una actividad económica insostenible en el plano de su lógica de articulación importación-consumo-deuda, lo que por su naturaleza no permite la extensión-desarrollo del capital nacional en la dinámica productiva del capitalismo dominicano actual. Con el cual se incrementarían los niveles de empleo local, circulación del producto-servicio nacional, la reinversión y el ahorro, en un círculo virtuoso que sería inversión-producción-consumo-ahorro.

 

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