Según el decreto No. 1915, emitido por el Poder Ejecutivo el 02 de abril de 1984, cada 4 de septiembre se celebra en República Dominicana el Día del Voluntario, reconociendo la labor de quienes brindan ayuda a las personas o el medio ambiente como parte de su vocación.
Esta resolución fue emitida en respuesta la solicitud de la Asociación Dominicana de Voluntariado Hospitalario y de Salud (ADOVOHS), en ocasión del décimo aniversario de su fundación. A nivel internacional, por orden de la UNESCO, se conmemora el Día Internacional de los Voluntarios para el Desarrollo Económico y Social el 5 de diciembre de cada año.
Para ser voluntario se necesitan motivaciones muy diversas, que tienen que ver con el tipo de labor que se realiza. Hay quienes lo hacen por altruismo o solidaridad, pero así también hay quienes, movidos por motivos religiosos o como forma de retribuir un favor recibido se entregan al mundo del voluntariado.
Se considera el desinterés como una de las condiciones para ser voluntario, pero muchos de ellos reciben alguna remuneración de su trabajo, aunque ésta no sea la intención principal.
Los voluntariados se clasifican según su campo de acción. Así podemos hablar de voluntariados sociales, culturales, educativos, medioambientales, de salud, participación ciudadana, a favor de los derechos humanos, entre otros.
Así, en el país existe una larga lista de organizaciones que ayudan con la alfabetización de niños y adultos de escasos recursos, que proveen medicamentos y comida para envejecienteso que apoyan actividades deportivas y el desarrollo de determinada comunidad, entre otras muchas áreas.
Voluntariado por Haití. Hoy por ti, mañana por mí es un dicho que forma parte de la vasta sabiduría popular dominicana pero que a raíz del terremoto que el pasado 12 de enero afectó a Haití se transformó en Hoy por Haití.
El llamado a la solidaridad que esta frase evoca fue acogido por cientos de personas que de manera voluntaria ofrecieron su trabajo, su corazón, su buena voluntad para colaborar con los miles de seres humanos que quedaron afectados producto de la catástrofe natural de ese país.
Paloma Rivera, Tania Hernández, Alexander Mundaray, Julio Tallo, Crystal Fiallo, Wagner Escanio y Randy Custodio son sólo algunos de los jóvenes que interrumpieron su trabajo, sus estudios, su vida cómoda para aportar a la solución de las necesidades del pueblo haitiano.
El aporte incluyó desde llevar alimentos, agua, medicamentos hasta la construcción de casas, y en este último sentido destaca la organización no gubernamental Un Techo para mi País que trabajó en la reconstrucción de Haití.
Las primeras acciones consistieron en enviar voluntarios desde los distintos países de Latinoamérica, incluyendo República Dominicana. Bajo la consigna La tierra se movió para que miremos a Haití. Muévete tú. Te necesitamos para reconstruirlo, la institución hizo un llamado público al trabajo de los voluntarios.
Crystal Fiallo, una joven abogada dominicana, acogió el llamado y fue a trabajar por Haití en compañía de decenas de voluntarios. La experiencia, según nos cuenta, le cambió la vida.
Comida, techo y abrigo son tres de los elementos necesarios para sobrevivir. Suplir uno de ellos fue una satisfacción indescriptible, dice Crystal.
Por Haití también trabajaron otros voluntarios, como son un grupo de jóvenes dominicanos y haitianos articulados en la organización denominada Quisqueya Action.
Su labor se concentró en actividades de logística de varios campamentos situados en Puerto Príncipe.
Paloma Rivera, Alexander Mundaray, Tania Hernández , Julio Tallo, Randy Custodio y otros, trabajaron en este sentido.
Tania nos cuenta que ella se sentía inútil estando aquí en Santo Domingo mientras la catástrofe se apoderaba de Haití, por lo que decidió ir, aunque sea a ponerle curitas a la gente.
Respecto a su trabajo, Tania explica que en lo que se refiere a la repartición de comida, ellos hicieron una especie de censo a las personas aledañas a sus campamentos y le entregaron tickets para que pudieran reclamar la comida.
Voluntarios al servicio de la salud. Ser voluntario es decidir, por elección propia, dedicar una parte de su tiempo a la acción solidaria, sin recibir remuneración. Gracias a esta disposición, muchas áreas se ven beneficiadas.
Tal es el caso de la salud, que en nuestro país cuenta, desde el 1973, con un grupo de personas que trabajan en beneficio de las personas enfermas, quienes se unieron y formaron la Asociación Dominicana de Voluntariado Hospitalario y de Salud (ADOVOHS).
En ADOVOHS existen jóvenes dedicados a tiempo completo a cuidar, con amor y paciencia, a quienes lo necesitan, y además, aglutinan y coordinan todos los voluntarios de la Arquidiócesis de Santo Domingo y educan profesionalmente a los voluntariados para su misión.
También se ocupan de evangelizar a todos los voluntarios con el mensaje de Jesucristo, hacer equipos que se ocupen de organizar retiros y convivencias para los voluntarios y buscar la forma de obtener fondos para el desarrollo de todas estas funciones de ADOVOHS.
El placer de servir. La característica fundamental de las personas que conforman ADOVOHS es el placer de servir incondicionalmente, y precisamente eso es lo que hacen en cada uno de los centros de salud donde dan asistencia al personal y a los pacientes que llegan la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia, el Instituto Oncológico Doctor Heriberto Pieter, el Instituto de Ayuda al Sordo Santa Rosa de Lima y la Asociación Dominicana de Rehabilitación, entre otros.
Con la misión de cumplir con el mandamiento de amar al prójimo como a ti mismo, los integrantes de ADOVOHS atienden la más mínima necesidad de quienes presentan problemas de salud, lo que va desde una indicación de dónde comprar una receta o cómo localizar a un doctor, y otros casos que constituyen, a veces, asuntos de vida o muerte. Y es que la sociedad necesita cada día más personas con esta misma motivación, gente que se entregue sin esperar nada a cambio, mas que la satisfacción de ser útil a los que más necesitan.
Las frases
Tania Hernández
El trabajo fue duro, sobre todo por las condiciones en que estaba Haití, pero fue gratificante saber que un grupo comería al menos durante unos días; o no dormiría en el suelo.
Crystal Fiallo
Regalar un techo a una familia abatida por un terremoto en Haití, no tiene precio. Y un techo para mi país me regaló esas sonrisas y esos abrazos de agradecimiento.