“Ego Vox clamantis in deserto”

“Ego Vox clamantis in deserto”

Cuenta Fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias, que luego de pronunciar el célebre sermón de 1511, Fray Antonio de Montesinos “bajó del púlpito con la cabeza no muy baja, porque no era hombre que quisiese mostrar temor, así como no lo tenía; con su compañero vase (se fue) a su casa pajiza, donde, por ventura, no tenían qué comer, sino caldo de berzas sin aceite, como algunas veces les acaecía”.

Este padre Montesinos se hizo célebre por sus sermones ante Diego Colón y los altos funcionarios de La Española, pronunciados el 30 de noviembre y el 7 de diciembre de 1511, en que se condenó el trato dado a los indios por los colonizadores.

Montesinos, dice el Padre Las Casas, “tenía gracia de predicar, era aspérrimo en reprender vicios, y sobre todo, en sus sermones y palabras muy colérico, eficacísimo, y así hacía, o se creía que hacía, en sus sermones mucho fruto; a éste, como a muy animoso, cometieron el primer sermón desta materia, tan nueva para los españoles desta isla, y la novedad no era otra sino afirmar que matar estas gentes, a los indígenas, era más pecado que matar chinches”. Y porque era tiempo de Adviento acordaron que el sermón se predicase el cuarto domingo, cuando se canta el Evangelio donde refiere el Evangelista San Juan: “Enviaron los fariseos a preguntar a Juan El Bautista quién era, y respondioles: ego vox clamantis in deserto” – soy la voz que clama en el desierto.

“Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios?”-, la pregunta inicial de Montesinos, es la roca que cimenta hoy la preocupación de la Iglesia Católica por el respeto a los derechos humanos, la vida y la dignidad de la gente, porque,  sencillamente, en 500 años el hombre no ha erradicado de aquí la injusticia ni la desigualdad.

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