“El ABC del sexo”, una comedia reflexiva y divertida

“El ABC del sexo”, una comedia reflexiva y divertida

Cuando Jacobo Fo escribió su libro “El Zen o el arte de fornicar” en 1996 con el propósito de instruir a los adolescentes en educación sexual, no  se imaginó que se constituiría en un “best sellers” en su país, Italia; tampoco pensó que su texto sería  teatralizado por sus padres Darío Fo y Franca Rame, bajo el título de “Tengamos el sexo en paz”, y que se constituyera  en uno de los monólogos más exitosos de los últimos tiempos.

Sin duda el éxito del  monólogo se debe al tratamiento ingenioso del tema, que  no obstante la permisiva y liberada  sociedad de hoy,  sigue siendo un asunto tabú para muchas personas, lo que impide la franca comunicación entre padres e hijos, con la consecuente ignorancia de éstos y sus posibles consecuencias. Pero no siempre un buen texto es suficiente para  convertirse en un éxito teatral, lo que sin duda dependerá de la puesta en escena, por parte del director.

Los monólogos muchas veces son percibidos como antidramáticos, estáticos y aburridos, sin embargo, el texto de Fo bien construido,  concebido para una actriz, -una terapeuta dando una lección de sexología- ofrece muchas posibilidades  para la inventiva del director.

Enrique Chao ha logrado sin duda descodificar el texto y convertirlo  en una representación atractiva en la que intervienen tres actores, así la charla o monólogo, se escenifica, se dramatiza, constituyendo esto un verdadero acierto de su puesta en escena.

La deshinibida terapeuta aborda todo lo relacionado con el sexo, los mitos ancestrales sobre virginidad, menstruación, primera relación, el orgasmo, el aborto, y un tema actual sin duda trascendente: el sida, todo esto es expuesto sin caer en la vulgaridad.

El texto de Fo con  intensión didáctica, es divertido  y cargado de un humor ingenioso que la actriz Edilí supo aprovechar en todos sus matices, produciendo una de sus actuaciones más acabadas. La actriz asume el personaje a conciencia, con mesura, sin caer en hipérboles muy comunes al abordar este tema, y lo hace además con gracia,  gestos oportunos para   ironizar y movilidad  apropiada, que le permite delimitar el espacio escénico con racionalidad.

La presencia de Fifi Almonte y Gilberto Hernández, cobra protagonismo, y haciendo uso de la  pantomima y “gestos explicativos” convierten las palabras de la terapista en imágenes elocuentes.

La escenografía monocromática, creada por el talento de Fidel López, cargada de trazos alegóricos,  resulta un marco apropiado para el desarrollo de este juego escénico que pretende ir más allá del simple entretenimiento.

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