“El delicado problema haitiano”

 “El delicado problema haitiano”

FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
El miércoles 18 de abril del año en curso, Fernando Alvarez Bogaert publicó en HOY un artículo con el mismo título de este. Y  le «pedí prestado» dicho título, porque en la última semana he comprobado lo que no solamente escribió Alvarez Bogaert, sino lo que yo mismo vengo viendo desde hace años.

Para decirlo sin tapujos, estamos siendo objeto de una invasión pacífica de nuestros vecinos afro-americanos, pero en gran parte la culpa es de nosotros mismos.

Culpable es el guardia fronterizo que cobra un ilegal «peaje» para dejar pasar a territorio dominicano a nuestros vecinos.

Culpable es el gobierno que no hace absolutamente nada para evitar ese «negocio».

Pero más culpables aún somos los dominicanos. Los dominicanos, sí, pero no todos. ¿Y por qué digo esto? Cuando digo «dominicanos» me estoy refiriendo fundamentalmente a aquellos que prefieren limpiar vidrios de carros en los semáforos, antes que trabajar en la industria de la construcción.

Digo esto, porque los haitianos han ocupado «por la buena» millones de tareas de tierras agrícolas, cuyos dueños decidieron hace tiempo «buscársela» en esta capital…aunque no sepan hacer otra cosa que arar la tierra, sembrar, recoger sus frutos, etc.

Salga usted, amigo lector, y dé una vuelta a pie por aquellas barriadas que se levantan en distintas ciudades del país, pero principalmente en esta capital, y verá miles de haitianos trabajando duro, pegando blocks, techando casas, pintando, instalando aparatos domésticos, etc.

Entonces, somos los dominicanos los culpables en gran parte de lo que está pasando, desde el guardia fronterizo, hasta el trabajador agrícola y citadino, además de los gobiernos que hemos tenido. Podríamos tener una situación más segura y gobernable si se establecieran reglas internacionales que detengan la migración no deseable.

Así como nosotros tenemos mucho que darle a Haití, Haití tiene también mucho que darnos a nosotros, intelectualmente hablando, naturalmente, porque todos sabemos que Haití es un país prácticamente sin árboles, sin ríos, un desierto tropical, en otras palabras. Pero ya esto es un problema a resolver por todos los países del continente, que tienen y que deben ayudar a que Haití florezca de nuevo.

Haití posee un nutrido grupo de intelectuales de primera clase. Yo conozco varios y pongo como ejemplo a Raymond Beauliu, abogado y periodista como he conocido pocos. Hace tiempo que no sé de él pero me enorgullece el hecho de que seamos amigos, a pesar del tiempo y la distancia.

Mientras tanto, pensemos, trabajemos de común acuerdo para evitar los problemas que hoy aquejan a nuestros vecinos, para que un día no sean nuestros propios problemas. 

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