“El dolor de Colombia”,  una muestra de  multitudes

“El dolor de Colombia”,  una muestra de  multitudes

La noche de la apertura fue un momento de particular emoción, porque, con esta exposición, se iniciaron las celebraciones de “Santo Domingo, Capital Americana de la Cultura 2010”, un gran honor y responsabilidad para nuestro país, y se inauguró formalmente una presentación y representación impresionante de la obra de Fernando Botero, el artista más importante de América Latina, cuya temática, a la cual no estamos acostumbrados, nos sacude visual e intelectualmente, como testimonio, como reflexión, como toma de conciencia.

El excelente montaje de los cuadros más pequeños y dibujos en paneles de metal, con efecto de transparencia, realización del arquitecto Fernando Ottenwalder, conjugó la valoración de la obra así como de los espacios de la Galería. Esa misma escenografía permitió una relación interactiva con el numeroso público, mientras los formatos más grandes se colocaron en las paredes del Salón de la Cúpula.

Ahora bien, y es una característica especial, cada pieza, cual sea su tamaño y técnica, impacta y requiere una atención individual.

Arte de resistencia.  Afirmó el maestro Botero: “A la barbarie hay que oponerle la civilización; a la violencia, la cultura; a la intolerancia debemos oponerle el arte, porque el arte no es un capricho que adorna una sociedad, sino una necesidad espiritual que debe ser compartida con entusiasmo”.

 En esta oportunidad, hemos de notar especialmente la palabra “compartir”, pues el artista se desprendió de estas obras recién creadas y las donó al Museo Nacional de Colombia, institución que, con ellas, organizó exposiciones itinerantes, de las cuales nos beneficiamos en Bellas Artes.

Por cierto, cuando el gran artista hace una donación se siente feliz y lo expresa: “saber que estos cuadros están al alcance de todos (…), me proporciona un placer muy superior a la nostalgia y se justifica con creces”.

Esa generosidad es una de las cualidades que lo distinguen:  Fernando Botero, el ejemplar artista latinoamericano que más obras ha donado, el más fructífero, el más coleccionado, el que más ha expuesto –más de 175 exposiciones individuales–   en el mayor número de museos –unos 50–  del mundo, y también el más cotizado. Podríamos agregar que, a todos niveles,  desde los inicios de su personalidad definitoria –la distorsión monumental de la figura–  acogieron su pintura con alto interés y alabanzas. Así Marta Traba, la inolvidable y despiadada crítica de arte, juzgaba su pintura como profundamente original, “tan antibarroca como anticlásica, tan antiexpresionista como antiabstracta”, y le atribuía una “fuerza turbadora”.  Ella hubiera considerado esta serie como parte de lo que llamaba “arte de resistencia”  y cumbre de la expresión plástica.

No cabe duda de que la serie de “La Violencia en Colombia” es arte de resistencia, y de lo más  intenso y valiente. A partir de un estilo inconfundible, de la virtuosidad de la forma, la composición y el color,  en cualquier formato, estos dibujos y pinturas proyectan a la vez el amor que Fernando Botero siente por la gente de su  país, y cuánto él sufre ante miedos, muertes, crímenes, torturas, mutilaciones, secuestros y otros males, padecidos por mujeres, hombres y niños.

Es excepcional que un pintor tan apasionado como iracundo, los haya puesto en evidencia con tanta crudeza, entregando talento y oficio para que la mirada del otro, de nosotros, se estremezca, más allá del goce superficial que espontáneamente se borra ante la tragedia plasmada.  Y ese giro, donde el compromiso se radicalizó, pues en nuestro concepto Fernando Botero siempre fue un artista comprometido –en contra de la complacencia sino de la corriente–, se extremó con otra serie en el 2007,  interpretando pictóricamente las torturas de iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib.  Tampoco creemos que la denuncia social haya finalizado en la creación del maestro antioqueño, pues él afirma: “Es que cada vez estoy más sensible a la injusticia que me hace hervir la sangre”. La  injusticia y  la violencia  continúan…

Personalidades asistentes

Las más altas autoridades del Ministerio de Cultura, auspiciador de la exposición, encabezadas por el ministro José Rafael Lantigua, presidieron el acto de apertura,  junto a los embajadores de Colombia en Santo Domingo y de República Dominicana en Bogotá,  las representantes del Museo Nacional de Colombia, así como numerosas personalidades dominicanas y colombianas,  amantes del arte y artistas.

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