“El Fiero, Eberto Lalane José”

“El Fiero, Eberto Lalane José”

ANGELA PEÑA
L“El Fiero, Eberto Lalane José” es más que la conmovedora y ejemplar biografía del guerrillero que se entrenó en Cuba y vino junto a Caamaño en la incursión marítima de Caracoles. Es una revisión a políticos, prensa, izquierda, ultraderecha y  actuaciones de militares y organismos de seguridad dominicanos desde 1963, cuando fue sofocado el alzamiento de Manolo Tavárez Justo, hasta el asesinato del héroe de abril, supuestamente ejecutado por el “Batallón de Cazadores” dirigido por el coronel Héctor García Tejada, quien, presuntamente, “se hizo cargo del prisionero” en 1973.

 Hamlet Hermann, sobreviviente de esa empresa, no omitió nombres y apellidos de traidores, delatores, desertores, asesinos, intrigantes, infiltrados, ladrones, analfabetos potenciales, vacilantes, cobardes y valientes, villanos, mercenarios de medios informativos, dirigentes pusilánimes e irresponsables, líderes contaminados con la polémica internacional entre chinos y soviéticos y revolucionarios de discusiones bizantinas reunidos en  la UASD en un llamado “Foro de Yenán” que, según el escritor, “servía a los servicios de inteligencia del gobierno para detectar a los posibles seguidores de la lucha armada”.

 Basado en testimonios  dejados por Lalane José, en entrevistas con sus familiares, informes desclasificados y su propia experiencia en Cuba donde se entrenó para la expedición, Hermann llenó  más de 300 páginas de un volumen en el que prácticamente en cada párrafo se produce un estremecimiento por la novedad que refiere. Probablemente es la primera vez que se arrojan tantos detalles de experiencias de “Palmeros”, catorcistas, perredeístas, emepedeístas, pecedeístas e independientes en La Habana donde Francisco Alberto Caamaño sufrió las más desagradables decepciones de su existencia digna. Hamlet  descubre el historial completo de viejos aliados que no cumplieron promesas y tuvieron miedo de seguirlo. “Montes Arache, Héctor Lachapelle y otros superiores constitucionalistas rompieron públicamente cualquier acuerdo que  hubieran tenido con su otrora jefe” apunta, agregando a estos dos viejos colaboradores presuntas acciones deshonestas y complicidades con el balaguerato.

 Coloca como “juíos” o “acobardados” a “Pedro Augusto Álvarez Holguín, Miguel Ángel Calderón Cepeda, Héctor Aristy, Emilio Ludovino Fernández”. Sobre este último observa: “De triste recordación por su cobarde actitud durante la lucha contra la invasión estadounidense de 1965”, y le confiere también un comportamiento indigno y bochornoso junto a Melvin Mañón Rossi en los días en que se proyectaba la llegada del grupo.

 De la cercana Antilla relata  serias diferencias surgidas entre Ulises Cerón y Caamaño por supuestas faltas de un “Palmero” y una llamada telefónica imprudente. Narra la actitud de rebeldía que estos incubaron contra el líder y comenta que  algunos de los miembros del Comando de la Resistencia, “aunque dispuestos a morir por la Patria, no eran capaces de asumir una rígida disciplina”. Contra Ulises Cerón, agrega, se tomaron “medidas preventivas”, como “reducirle su libertad de movimiento dentro del territorio cubano” y suspenderle la salida hacia el país. Hamlet habla de un “movimiento conspirativo” de “Los Palmeros” que aún estaban en Cuba, contra Caamaño.

 “Por falta de entendimiento ante el tipo de lucha que se desarrollaba, tuvo lugar el rompimiento definitivo de los cuatro compañeros que quedaban de Los Palmeros, con Caamaño. El coronel de abril volvía a quedarse prácticamente solo, pudiendo contar apenas con Eugenio (Eberto Lalane José) Juan (Nelson Galán Durán)  y “Manuel” para realizar una tarea colosal reservada para los grandes espíritus. El llamado “Manuel” sería después encarcelado cuando intentó desertar: conocía demasiados secretos.

 Luego llegarían otros que sumarían alrededor de 100. Viajó Manuel Matos Moquete, detenido al intentar entrar a la República en diligencias de contacto para la guerrilla, y Virgilio  Gómez Suardí a quien Hamlet describe como calumniador, chismoso, oportunista perverso… “Era inexplicable y excesivo el crédito que Caamaño daba a las calumnias de Virgilio Gómez Suardí”, significa. Éste finalmente se declaró en rebeldía y se proclamó jefe de una facción independiente.

 De Cuba Hamlet Hermann da cuenta de “privilegios de confidencialidad y de gestiones” de que disfrutaban los del Partido Comunista Dominicano (PCD)

MPD y Pacoredo

 Al margen de los enternecedores gestos de ternura y valor de su biografiado, Hamlet Hermann sigue el desarrollo de la política dominicana. Detalla allanamientos, atentados, persecución, “terrorismo de Estado” durante esos años. “La vendetta contra los que se suponía habían participado en el secuestro del coronel Donald Crowley se extendió con el asesinato de Otto Morales”, significa al describir cada suceso.

 Al referirse a las divisiones de la oposición resalta la “lucha a muerte ente el Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo) y el Movimiento Popular Dominicano (MPD), solamente comparable con las bandas de delincuentes. Se mataban entre sí en nombre del marxismo-leninismo y del pensamiento de Mao Tze Dong…”

 El libro saca presuntos “compromisos oficiales” de un reconocido periodista, y complicidad política de los propietarios de un periódico con los golpistas de 1963. Cuestiona la ética de una reputada clínica que negó atención médica a Lalane cuando le explotó una bomba que trataba de desarmar. Narra una agresión física del entonces coronel Neit Nivar Seijas al triunviro Ramón Tapia Espinal.  Critica el abandono a su suerte del 14 de Junio a los jóvenes que envió a entrenar en Cuba y es reiterativo en sus censuras a Juan Bosch. “La arrogancia del viejo caudillo se manifestaba entonces en su máxima expresión”

 Otros protagonistas de los hechos que  trata son José Francisco Peña Gómez, Luis Genao, Juan B. Mejía, Leandro Guzmán, Roberto Duvergé, Fidelio Despradel, Juan Miguel Román, Rafael Cruz Peralta, Amaury Germán Aristy, Antonio Beato Frías, Ramón Pérez Martínez (Macorís), Oscar Núñez Peña, Enrique Pérez y Pérez, Virgilio Perdomo Pérez, Manuel Bordas, Maricusa  de Vélez, Vicenta Vélez Catrain, Rafael Gamundi Cordero.  También Jottin Cury, Francisco Baéz Maríñez, Caonabo Reynoso, César Rojas, Sóstenes Peña Jáquez, Luis Varilla, a quien califica de infiltrado; Juan Ramón Payero Ulloa, Claudio Caamaño, Mario Nelson Galán Durán, Alfredo Pérez Vargas, Ramón Euclides Holguin Marte.

 Eberto Lalane casó en Cuba con Quisqueya Acosta Rufino. Tuvieron una hija: Sumaya Elisa.

 Un revelador testimonio de esta obra fue el reciente descubrimiento de que los restos supuestamente de Lalane que entregó Balaguer a los familiares en 1987, no son los auténticos. Hamlet declara que “Los resultados del análisis del ADN fueron demoledores”.

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