La vida privada del patricio Juan Pablo Duarte históricamente ha sido relegada Con gran justicia en la balanza ha pesado más su sacrificio, lucha y gran obra independentista. Esta parte de su vida, prácticamente desconocida, imprecisa y contradictoria, con el pasar de los años sigue siendo relatada de forma especulativa y hasta con ciertos matices novelescos.
El responsable fue su tío José Prudencio Díez, hermano de su madre Manuela Díez, quien por temor a represalia contra la familia por parte de los haitianos invasores quemó todas las pruebas, haciendo énfasis en las pertenecientes al patricio: su diario, cartas y escritos sobre su proyecto de nación libre y democrática.
De ahí que muchos episodios de la vida de Juan Pablo Duarte y, en particular éste, sean prácticamente desconocidos. Que cuántos amores tuvo, si casó y si dejó descendencias han sido los puntos más debatidos de la vida íntima de este gran hombre.
Su hermana Rosa Duarte, con una visión muy adelanta para la época, escribió en su diario personal lo poco que se conoce sobre él. En lo que luego fue llamado Apuntes de Rosa Duarte o Apuntes para la Historia del General Juan Pablo Duarte, esta valiente mujer relata los hechos y vivencias que se conocen sobre él y que han servido de base a sus más destacados biógrafos e historiadores.
Sin duda, Duarte fue un hombre iluminado, desinteresado, valiente, sano y muy sacrificado. Siempre actúo apegado a los cánones sociales, las leyes y principios religiosos. Nunca emprendió ningún proyecto que no tuviera marcado por el interés colectivo. Fue un apóstol al servicio de los demás, hasta el punto de sacrificarse a sí mismo.
Pero independientemente de todo esto Juan Pablo Duarte fue un ser normal, como los jóvenes de la época, romántico, con gran sensibilidad por la música, la poesía y quien despertó grandes pasiones entre hombres y mujeres que le siguieron como líder y creyeron fervientemente en su causa libertadora.
No fue un misógino, por el contrario, siempre sintió atracción por los encantos femeninos, y fue correspondido. Como bien relata su hermana, tuvo dos compromisos serios y formales, pero su vocación patriótica no le permitió relaciones duraderas, destaca Emilio Rodríguez Demorizi, quien fue uno de sus grandes estudiosos.
Amén de su inteligencia, valentía y liderazgo Duarte fue un hombre muy bien parecido. De ojos azules, mirar sereno, tez suave, color rosada, labios finos y cariñosa sonrisa al decir de José María Serra. Entonces, ¿quién puede afirmar que nuestro padre de la patria solo tuvo estos dos romances?, esta interrogante se las plantean, en entrevistas separadas, el joven historiador Juan Gilberto Núñez y José Joaquín Pérez Saviñón, director del Instituto Duartiano.
¿Su primer amor, su primer compromiso?. A los 23 años Juan Pablo Duarte se comprometió por primera vez con María Antonia Bobadilla, una criolla de descendencia española quien recibió de este, como sello de su amor, una delicada sortija en oro amarillo y piedra negra, la cual perteneció a su madre doña Manuela Díez, y se preserva como una de las pocas pertenencias en el Museo-Casa de Duarte.
El noviazgo no fue duradero ¿la causa?, se desconoce así coinciden historiadores como Rodríguez Demorizi y Vetilio Alfau Durán. Pero como nos comentan Núñez y Pérez Saviñón- como si uno secundara al otro- la realidad es que el gran amor de Duarte fue la Patria, su gran amada la República Dominicana.
Hasta cuando el amor le encadena fugazmente, una y otra vez, la Patria está presente y se interpone victoriosa, relata Rodríguez Demorizi.
Para Juan Gilberto Núñez, Duarte sí tuvo varias relaciones sentimentales, fue un hombre, inteligente, muy bien parecido, con una visión futurista, quien viajó por Alemania, Francia, Barcelona, Estados Unidos, Venezuela, Puerto Rico, Curazao un líder, que encendía pasiones, entonces, ¿por qué negarlo?, enfatiza. Aunque, por otro lado dice: La vida de Duarte lamentablemente hay que contarla como una novela, la historia no recoge el día a día de su vida.
Rodríguez Demorizi describe en sus escritos un dato interesante y que afianza la versión de Núñez, En su paso por Hamburgo, Alemania, adonde llegó en octubre de 1844, exiliado por Pedro Santana y luego de asistir a diversas actividades y visitar los monumentos más representativos de la ciudad, Duarte dice: Debo a la alta sociedad hamburguesa, o si se quiere, a la aristocracia, muchas pruebas de estimación y respeto; el considerar que estaba sufriendo por mi patria me atrajo muchas simpatías hasta en el sexo bello. Las hamburguesas son afables, pero lo que las hace más amables es que unen la amabilidad al decoro. Esta versión también sustenta las declaraciones de Pérez Saviñón quien señala que Duarte le escribía poemas de amor a una bella venezolana durante su exilio. En sus años juveniles -amplía- Duarte era músico, tocaba guitarra, flauta y escribía poemas lo que nos hace suponer que declamaba versos pegado de una ventana enamorado de alguna muchacha, aunque de eso no tenemos ninguna constancia. Pase a la página 2C.