“El Men” no necesita una pensión

“El Men” no necesita una pensión

HAMLET HERMANN
Aquel que se considere defensor de los derechos de la humanidad y ejerza como tal, no asume responsabilidades cívicas pensando en que va a ser retribuido con bienes materiales. Eso lo hacen los tránsfugas que no se rigen por principio moral alguno. Un compromiso patriótico, cuando es verdadero, conlleva enormes riesgos que se asumen con vergüenza y dignidad.

Esos personajes han asumido con vigor su papel como dignos ejemplos para la juventud dominicana, sin esperar algo material a cambio. Ese es el caso de muchos dominicanos honestos, entre ellos Jorge Puello Soriano, cariñosamente llamado “El Men”.

Puello Soriano no necesita que el gobierno dominicano le conceda una pensión cuando ya pasa de los ochenta años de vida. Justicia tardía es justicia denegada. Nunca ha esperado por los mendrugos que a los políticos de turno les sobran. Y menos ahora va a servirles de coartada para justificar sus despilfarros. Con su dignidad siempre presente, a “El Men” no le hace falta más que el afecto del sector bueno de la sociedad. Preocupados por una pensión deben estar los que, por estar inmersos en la corrupción y el cohecho, se han pasado la vida negando a este país y negando lo que este pueblo merece.

Jorge Puello admite con orgullo creer en el socialismo como sistema más humano que la ley de la selva que sufrimos hoy en día. Y lo ha demostrado en la práctica. Este trabajador manual fue desde joven un decidido conspirador contra la tiranía de Trujillo. Y no necesita una pensión como pago por eso. Una renta vitalicia descomunal necesitan los que piensan que el dinero podría ocultar su participación destacada en la Guardia Universitaria de la tiranía de Rafael Trujillo.

“El Men” no necesita ser retribuido con un mísero subsidio por haber enfrentado en 1963 el golpe de Estado contra el presidente constitucional, Juan Bosch. La pensión la necesitan los que respaldaron el cuartelazo militar y buscaron prebendas bajo el gobierno golpista del Triunvirato.

Puello Soriano se ofendería si alguien tratara de pagarle con una pensión el haberse enfrentado a las tropas estadounidenses de ocupación en 1965. Los que sí han acumulado riquezas sin importarles de dónde han provenido son los que optaron por colaborar con los invasores y sumarse al coro de los entreguistas vergonzantes.

Jorge Puello fue llevado varias veces ante los tribunales designados por el Poder Ejecutivo balaguerista. Para condenarlo, se le acusó de cuanto pudo ocurrírsele al Servicio Secreto de la Policía Nacional. Eran los tiempos en que se usaba una misma granada de mano para inculpar a cuanto demócrata se opuso a la corrupción y el despotismo balaguerista de “los doce años”. Y por ser víctima de tanto abuso, no tiene sentido que ahora se le quiera ofender con una pensión de un gobierno del cual forman parte algunos de sus verdugos de entonces. Pensión necesitan los funcionarios balagueristas que fueron acusados de un crimen pasional y tuvieron la dicha de que sus expedientes desaparecieron como por arte de magia de los archivos de la fiscalía del Distrito Nacional. La impunidad siempre ha estado reservada para ellos, al igual que las enormes comisiones por negociaciones turbias en instituciones bancarias del Estado.

Puello Soriano ha tenido la plena satisfacción de probar que no había contradicción entre lo que pensaba, decía y hacía, respondiendo a sus firmes convicciones. Y por eso no necesita un subsidio gubernamental. Dinero a raudales parecen necesitar aquellos que fueron Ministros de gobierno y embajadores de los gobiernos balagueristas para los que la Constitución de la República no era más que un pedazo de papel. Quizás creen que la opulencia podría tapar los harapos de la complicidad con lo peor de la corrupción y el crimen de Estado que ha conocido la historia dominicana.

“El Men” podrá estar viviendo ahora una pobreza material extrema y adolecer de una salud corporal precaria cuando ya pasa de los ochenta años de edad. Pero aceptar una limosna, impuntual por décadas, es un insulto al discurrir de su propia vida. Esas indecentes pensiones están reservadas para aquellos tránsfugas que han pasado a ser el peor de los ejemplos para la juventud dominicana.

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