“El país nos necesita” para desenredar la maraña

“El país nos necesita” para desenredar la maraña

La nación necesita de todas sus voluntades para desenredar la maraña en que nos encontramos, especialmente las que han tenido que enfrentar embrollos similares, como el tránsito de dictadura e inestabilidades a democracia, rescate de soberanía, reunificación nacional, transformación infraestructural y económica con repercusiones sociales implementadas desde 1966.

De ahí la pertinencia de la consigna reformista lanzada dentro de la campaña “SÚMATE”.

El enmarañamiento de hoy evidencia una  economía  medularmente deficitaria. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos superará los 4000 millones de US$ anuales en todo el presente período constitucional, con excepción del 2009; un nivel cuatro veces superior  al período precedente. Exceptuando años electorales,  entre 13 y 24 veces superior al alcanzado por otras gestiones gubernamentales. A pesar de recurrir a inversiones y financiamientos  externos, errores y omisiones y reservas, el déficit se mantiene.

El enmarañamiento se origina en el magro resultado presupuestario. A septiembre/2011 era deficitario en RD$35,000  millones, apuntando hacia el promedio de la presente gestión ascendente a RD$58,000  millones anuales, 40 veces superior al de su período precedente; y cuando todas las gestiones anteriores arrojaron resultados positivos. De nada ha valido tantas torpes, exógenas e ilusas reformas tributarias, supuestamente concebidas para subsanar estos resultados.

Ambos déficits impulsan endeudamientos para financiarlo atraídos por elevadas tasas  estimuladoras de inversiones rentistas-especulativas e incrementan gastos por servicio de deuda, centrifugando déficits e incapacitando la consecución de una economía productora de bienes y generadora de puestos de trabajo mediante  créditos e infraestructura de apoyo, compeliendo  satisfacción de necesidades con importaciones.

La incapacidad de inversión pública impuesta por imposibilidades fiscales, acentuada por corrupción adicionadora de costos, aleja la posibilidad de satisfacer requerimientos sociales. El desempleo traduce mayores demandas que se vuelcan en exigencias que el gobierno satisface con subsidios centrifugadores de gastos y déficits e impulsa la delincuencia contribuyente de la inseguridad ciudadana; un subsidio discriminado con tarjetas que induce la dependencia y una delincuencia sazonada con tráfico de ilicitudes. Amenazas migratorias coronan este enmarañamiento  hasta debilitar nuestra identidad y hacernos susceptibles de injerencia externa.

Las respuestas políticas dominantes soslayan este enmarañamiento. Más que propuestas y promesas dominan errores y nimiedades que hastían electores demandantes de respuestas convincentes a sus urgencias. No en vano las preferencias electorales se vislumbran como mesetas estancadas. Esta madeja solo puede ser desenmarañada con respuestas estrictamente inscritas en una disciplina que el reformismo puede enarbolar más que ninguna otra fuerza política.

Por eso “el país nos necesita”. Pero honrar esta necesidad, desenmarañando la telaraña dibujada,  requiere imponer nuestra impronta, lo cual no es posible con alianza o endosos incondicionales.

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