“El sentido de la vida es… ¡una vida con sentido!”

“El sentido de la vida es… ¡una vida con sentido!”

Santiago es hoy centro de la atención mediática… Así ha sido por años…. Lo desagradable es que, a su gente, la han cogido de ‘piche tapón’ para fuñirla en los mismos ojos de la autoridad” … Comenta para sí, Píndaro…

En eso, Leandrito viene acelerado y, con la lengua afuera, grita: “¡Píndaro!… ¡Le han echado una vaina a nuestro amigo Fernan!… ¡han asaltado a nuestro compañero del vecindario!”

“Vamos rápido! -grita Píndaro- … Al llegar a casa, encuentran a un Fernan cabizbajo y ‘dao al pecao’, como dicen por ahí…

“No lo entiendo” –nos dice-… “¿Por qué me pasa a mí?”

“Cuéntanos, hermano” –le inquiere Píndaro-… Con movimientos erráticos, exclama: “¡Me han cogido de pendejo en mi propia cara!…. Fui al Súper mientras mi esposa estaba en un Retiro Espiritual en La Herradura… Al terminar, pasé al cajero automático de adentro y, luego, recogí mi carro en el parqueo… Y, arranqué directo a buscar a mi mujer…. En el camino, se me ocurre llamar a mi hijo y es él quien me dice que no siga a buscar a su mamá, porque ella regresaría a casa en taxi”.

“Al llegar al apartamento, detengo el vehículo justo frente a la puerta de hierro al parqueo… Abro el carro… me apeo para rodar la puerta de entrada al estacionamiento… Me inclino… en cuclillas… De pronto, una voz: ¡Dame la cartera! Una voz que parece conocida… Muevo mi cabeza y le miro fijamente… él, hace lo mismo… ¿Nos conocemos? No sé… no recuerdo… –Todo es confusión en mí- … Llego a pensar que es un juego de alguien que me conoce y quiere hacerme una mala pasada… ¡Cuán equivocado estaba!… Muevo de nuevo mi cabeza hacia la puerta y… ¡un golpe seco me toma desprevenido y me marca una profunda herida… de arriba abajo… Me vuelvo hacia él y, en ese momento: ¡Tan!… un golpe de la ‘cacha’ de una pistola me asesta un duro golpe en la parte izquierda de mi cara mientras un tiro suena y me ensordece… Un gran calor me brota entonces del hombro izquierdo… es tal mi dolor, que no tomo en cuenta la sangre que empieza a rodar por mi camisa… Mientras, el asaltante ha abordado mi vehículo, aún encendido, y emprende fuga hacia lo desconocido”.

“¿Y las autoridades no han hecho nada en toda una semana?” -le inquiere Píndaro-…. A lo que Fernan explica: “Fui con un vecino a la PN a dar parte del atraco… Luego, nos fuimos a la clínica, para atender heridas y moratones… Volví al INACIF para que certificaran las heridas y mi incapacidad para trabajar… y, luego, a la PN de nuevo… Allí me mostraron fotos y ya ellos parecen tener identificado al atracador… Mientras…. yo… aquí con la inseguridad propia del agredido… que no ha recibido una explicación que aplaque mis temores y de mis familiares”.

“Ha pasado más de una semana, y… ¡nada de nada!” -exclama Fernan…. impotente y con cierto temor-… “Esta semana he recibido una tanda de llamadas…. ‘Cien mil pesos para devolverle sus documentos y el carro’, me dicen… Al día siguiente, bajaron a cincuenta mil… y nos dicen ‘usted los transfiere vía Western Union’… ¡Que ironía!… el atracador anda suelto y yo estoy siendo extorsionado, sin que nadie resuelva”, se lamenta Fernan.

Píndaro… piensa para sí… “El sentido de la vida es… ¡una vida con sentido!… Y, eso, lo hemos casi perdido y… ¡debemos luchar con los dientes para recuperarlo!

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