“¡Empatía para El Fondo!

“¡Empatía para El Fondo!

Durante mucho tiempo, uno de nuestros amigos ha venido pregonando en sus seminarios de preparación de jóvenes de éxito, lo profundo y valioso del concepto ‘Empatía’…. Ahora, resulta y viene a ser que me acaba de llamar por teléfono para decirme que está ‘chocado’… que no entiende cómo instituciones como El Fondo, se da el lujo de enviar sus técnicos a nuestro país para ayudarnos a encontrar mejores ‘vías de recuperación’ en el plano económico pero que, en su afán de llenar requisitos, parecen olvidar aquello que tanto ellos mismos –supuestamente- aprehendieron en su formación intelectual…”  Así inicia Píndaro, este encuentro quincenal…

“Me cuenta este gran profesional -con estudios en una de las mejores escuelas de negocios internacionales- que siempre ha asimilado y puesto en práctica personal y de equipo, que Empatía –en la manera más sencilla de entenderla y practicarla- es el ponerse en lugar del otro… para poder superar con creces las desavenencias que pudiesen estar existiendo…”.

“Empatía, es lo que debemos fomentar si queremos dar entendimiento a los complejos problemas de una sociedad que, a veces, se ve al borde del descalabro si no ponemos freno, en el corto plazo, y revisamos y rompemos de raíz con la corrupción rampante en los estamentos del poder pasado y que, todavía, –para desgracia- está presente en algunas instituciones… Sin embargo, el ejemplo no parece querer venir de aquellos organismos supervisores de nuestro proceder económico, uno de los cuales es El Fondo…” exclama Píndaro.

“Hace unos días, leía un diario matutino local un artículo de cuyo titular decía que representantes de esa institución, luego de su más reciente visita, tienen la creencia de que el gobierno tiene que incrementar más los impuestos… y, por tanto y para remachar el clavo mediático, se considera necesario elevar la presión tributaria del país…”.

“¡Caray!” –grita un incómodo Píndaro-… “¿Acaso no tienen esos mismos funcionarios internacionales, un espejo bien definido de lo que se ha desatado en Europa cuando han empujado el clavo hasta el mismo tuétano de los ciudadanos?… No jueguen con candela… que ésta ‘salpica y quema’…”.

“Esto… pareciera dar lugar al guión de una novela… en la que tengamos como protagonistas a dos de esos jóvenes encorbatados de visita por nuestro país… Sólo por seis meses… Que vinieran a nuestro país, sin sus cuantiosos salarios… Sin una planta eléctrica que les permitiera tener luz permanente y recibieran, al mismo tiempo, la frescura de un aire “acondisoplado”… Que tuvieran el sueldo promedio de nuestros conciudadanos –equivalente a sólo unos US182.00 al mes… Esto nos daría un ‘feliz desenlace’… Ellos tendrían así la grata experiencia de que, para volver a reintegrarse a sus labores cotidianas en sus acomodadas oficinas, tendrían que dejar de comer por un buen tiempo para poder ahorrar, pues sólo les alcanzaría para comprar sus boletos de regreso…”… Estoy perplejo… ¡Pero no soy pendejo!… grita un indignado Píndaro…

“¡Eso les mostraría la verdadera cara de aquella moneda que tratan de dorar al pueblo, como si fuera una píldora para la inconciencia… Eso sería hacer revivir el ya olvidado concepto de Empatía y que, supuestamente, tenían aprendido de las aulas en las que cursaron sus estudios… Aquellos estudios, que hoy son aplicados con fórmulas manoseadas –por lo menos para el desarrollo de pueblos como el nuestro-, aunque, sí bien para llenar sus propios requisitos de mecanismos de retorno de una ¿inversión? pasada… motorizada por irresponsabilidades de autoridades locales en décadas consecutivas y ya trasnochadas…”.

Un indignado Píndaro exclama: “¡Cuidado… que la mal usada empatía no nos lleve a la apatía!

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