POR LEONOR ASILIS
Al terminar el Maestro su oración, se dirigieron a Él y le dijeron con Toda sencillez: Señor, enséñanos a orar. Y así lo hizo con el Padre nuestro. Esta oración nos fue dictada por el mismo Senor.
La oración por excelencia. Breve por el numero de sus palabras y honda Y profunda por su significado. El nos la enseñó no solo de palabra sino con su vida. Veamos:
Padre nuestro, que estas en el Cielo. Jesús nos revela que Dios es
nuestro Padre. Santificado sea tu nombre. El nombre de Dios es santo desde siempre; pedimos que sea santificado en nosotros lo que es santo desde siempre.
Resaltemos esta frase, importanticemos, honremos, veneremos y santifiquemos su nombre.
No usemos su nombre en chistes ni en relajos!
San Agustín en una de sus homilías comentaba de los chistes. Decía que
Los chistes no eran dañinos si no eran ofensivos. Sin embargo, si lo son
si por el contrario ofenden. Cuanto más si ofenden al nombre de Dios!
Venga a nosotros tu Reino: como quiera el Reino de Dios vendrá. Lo
que nos enseña Jesús con esta frase, es que venga para nosotros. Que lo
aceptemos!
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Entendemos que aquí esta lo que Dios quiere de nosotros, que hagamos su voluntad. Para hacerla, hay que estar en comunicación con Él, saber escucharle desde dentro de nuestras almas y Hacerla! no basta con saber lo que Él quiere, sino hacer lo que Él quiere.
Algunos podrían decir: Por que no es mejor hacer lo que yo quiero? En
efecto, se puede ser medalaganario pues en su amor y bondad nos dio
Dios la libertad. Sin embargo, en la medida que hagamos lo que Dios quiera, en Esa medida seremos felices, porque Dios nos creo para Él y en Él esta Nuestro bien. Lo demás, es pura soberbia. Esto así porque la soberbia del hombre es separarse de Dios y hacerse el mismo un dios. Por eso debemos hacer como Jesús quien nos dijo y hizo: No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Quizás nos de vergüenza imitar a un hombre humilde, pero nos debería
animara imitar al humilde Dios como bien decía San Agustín.
Danos hoy nuestro pan de cada día. Esto es licito pedir el pan material si entendemos literalmente estas palabras. Sin embargo, nos es mas necesario pedir el pan espiritual, el que alimenta al alma.
Es cierto que hay muchos mendigos de pan, pero probablemente mas
Numerosos sean los hambrientos espirituales.
Perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a quienes perdonamos nos ofenden.
Aquí si hay tela por donde cortar! Perdonar, tarea diaria de nuestras Vidas. Ojo, no solo a los otros que nos ofenden, sino perdonarnos a nosotros mismos!
Por supuesto, que debemos perdonar a quienes nos ofenden si Jesús
También nos lo enseño diciendo que amar a los que nos aman es fácil pero a los que nos odian, malquieren o nos dañan es difícil mas no imposible. Por eso nos anima a que pidamos la gracia del perdón.
Así es. El perdón es una gracia. Gracia que nos libera y transforma.
Gracias que nos perfecciona en el amor.
No nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal.
Fijémonos que no nos dice que pidamos que nos quite la tentación; sino que no nos deje caer en ella.
Ojalá que cuando recemos el Padre nuestro, lo hagamos despacio, meditando, pero sobretodo asimilado con la gracia del Espíritu Santo para que podamos transformar en vida lo dicho con la palabra tal como nos enseño Jesús, nuestro Maestro y Señor.
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