“Gliburbrit, una realidad”

“Gliburbrit, una realidad”

“Nuestro país es una imitación del desorden organizado… Un país, donde mientras más tengo, más soy…. Mientras más fuño al otro, mejor me siento… Mientras más político partidista soy, más reduzco mi capacidad de ser humano… Mientras más de barrilito dispongo, más gordito me pongo…”.

Así se expresa Píndaro cuando piensa en otro mundo… Un mundo en el que nosotros, los dominicanos como seres humanos que supuestamente somos, dejemos de crear conflictos innecesarios por no asumir nuestra responsabilidad.

“El domingo me vi, por primera vez, acompañado de una cantidad de niños que por una hora y media me trasladaron a una aventura de otro mundo… a una aventura, en la que los buenos son buenos y los malos se dan cuenta de que, tratando de fuñir a los demás no van pa’ parte…”.

“Me llevaron de la mano a Gliburbrit… Como si nos fuéramos a Moca, Salcedo, o Dajabón… Porque, si se quiere –como me dijeron ellos- se puede…”.

Este programa de estimulación a niños, niñas y jóvenes con necesidades educativas especiales que motorizó la Fundación Yo También Puedo en Bellas Artes, impactó a Píndaro y todavía, al todavía al día de hoy, lo tiene cautivado.

“Es que este segmento humano de nuestra población tiene todo el derecho de desarrollar sus posibilidades  de comunicación, observación, creatividad,  habilidad y expresión entre todos nosotros, los que –equivocadamente- nos damos el bombo de decir que somos más que los demás… ¡Qué equivocados estamos cada día!… ¡Nos abrogamos derechos de existencia como si nos ‘abrocháramos’ una hamburguesa o un yaniqueque…”.

“El libreto de Miguel Alcántara se quedó corto en sus valiosos diálogos que, inteligentemente y con ayuda de todo un grupo de especialistas lidereados por Wendy Queliz, logró transmitir con éxito a sus artistas durante cerca de ocho meses…. Esos niños, le sacaron el jugo a las expresiones de Alcántara… y… ¡sus aportes individuales fueron grandiosos!” –exclama Píndaro-.

“Cada vez que recuerdo la espontaneidad con que cada uno de ellos expresaban sus sentimientos en Gliburbrit –su mundo-, me da más pena nuestro país –el que creemos nuestro mundo-… No hubo condicionamientos –como sí tenemos nosotros casi a diario cuando calculamos hasta la rueda del tomate antes de hacer algo-… La alegría de sus sonrisas contagió a cada uno de nosotros –que es extrañada en nuestra vida diaria al poner un truño casi para todo-… La integración a trabajar en equipo, para lograr el resultado que los llevaría a convencer al Dr. Patrañas de que sus métodos no son los más idóneos, impactó hasta la última palabra de agradecimiento que tuvieron para con nosotros –lo cual no logramos frecuentemente en nuestra interacción en los ambientes que a diario nos movemos…”.

Las organizaciones que se dedican a los niños que presentan Síndrome de Down, Parálisis Cerebral y Asperger, tales como Nido para Ángeles, ADOSID, Manos Unidas por Autismo y KinderMusic pueden celebrar que Gliburbrit –su mundo de ilusiones y realidades- no está en la estratósfera… Vive aquí entre nosotros… en el corazón de todos los que habitamos la República Dominicana… De todos los que les queremos, porque lo sentimos y lo decimos… En el corazón de todos los que tenemos la esperanza –como estos niños que impactaron a Píndaro- de un mundo mejor… Un mundo que se pueda convertir en “la casa perfecta para recibir a los niños”… la casa que albergue las generaciones futuras y les permita actuar sin castrarlos, sin comprarlos con el facilismo y el olvido… Un mundo, en el que nos demos cuenta de que debemos ser espontáneos… que podemos reir… que podemos cantar… Un mundo –como el de Gliburbrit y sus niños- en el que también podamos hacer nuestros sueños una realidad… donde, como ellos, yo pueda decir –sin miedo-… ¡Yo también puedo!

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