“Guerra” a la calvicie 

“Guerra” a la calvicie 

El transplante monofolicular es una de las técnicas más novedosas para luchar contra la caída del cabello. Con  el  tiempo, la técnica del transplante del cabello  ha ido evolucionando hasta ser cada vez más indetectable y de aspecto más natural. Dentro de esta tendencia se enmarca el novísimo transplante monofolicular.

Como explica el doctor  Eduardo López Bran, tricólogo (médico especializado en el cuidado del cabello), y uno  de los pioneros en realizar esta  técnica,  “la diferencia principal radica en que se transplanta el cabello pelo  por pelo, uno a uno, lo que consigue que se evite el llamado efecto sembrado”.

La base del transplante

En los casos de alopecia androgenética, es decir, la que afecta  a  casi  todos los hombres, la mayoría del pelo desaparece  primero  de la coronilla y de las sienes, mientras que el de la nuca se  mantiene  en su sitio prácticamente hasta el final, ya que no   tiene predisposición a la caída. Esta es la razón por la que se elige el cabello de esta área y se traspasa a zonas menos pobladas donde, una vez que agarra, no vuelve a caerse.

Candidato ideal

El transplante monofolicular está recomendado a los hombres que  presentan primeros indicios de calvicie o una clara falta  de densidad, pero siempre y cuando exista pelo del propio paciente.

Cómo se realiza

El primer paso de esta intervención, que se realiza siempre bajo  anestesia local, es la obtención de una tira de piel de la nuca larga y estrecha, de unos diez centímetros de longitud por 1,5 centímetros de ancho y 0,5 centímetrow de profundidad. De esta se obtienen los nuevos cabellos.

A la vez, en la zona de la calva se hacen, con la ayuda de mini  agujas especiales, diminutas incisiones al  ritmo de unas 500  por veinte minutos, en las que luego se inserta cada cabello con pinzas similares a las de un relojero.

Una de las características de este proceso es que exige el trabajo sincronizado de un equipo especializado compuesto por varias personas que ha de trabajar de forma muy rápida y precisa, realizando ambas tareas a la vez. De esta forma, en unas dos horas de sesión se consiguen reimplantar alrededor de 3.000 pelos. Como asegura el doctor López Bran, la técnica es quirúrgicamente sencilla, pero extremadamente laboriosa.

El post operatorio

Tras la intervención, la zona está irritada e inflamada durante unos dos días, y se siente cierta incomodidad, sobre todo al dormir. Se aprecian unos diminutos puntitos rojos allí donde se ha hecho el injerto, que acaban convirtiéndose en costras y cayendo al cabo de seis o siete días. La cicatriz es imperceptible al cabo de dos meses, incluso si se rapara el cabello.

El pelo inicial nace fino y más claro que el del resto  de la cabeza,  pero según “agarra”, en un periodo que  oscila entre los dos y los cuatro meses, crece  más  fuerte y vigoroso. La sesión cuesta unos tres mil dólares, aproximadamente, y se puede repetir al cabo de unos meses, dependiendo del pelo que haya disponible en la zona dadora.

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