Good morning, good morning, good guavaberry”, al ritmo de este popular merengue de Juan Luis Guerra y  ataviados con su particular vestimenta colorida, fueron saliendo raudos y veloces, ellos, los guloyas, para inaugurar formalmente el nuevo nombre del anfiteatro denominado desde ahora Teatro Danzante Guloya. Y de inmediato todo el público se unió a la fiesta.   

Y es que entre las contagiosas actividades de los guloyas  se destacan diversas  danzas, la más famosa de las cuales es el movimiento de levantar la rodilla y dejar caer nuevamente la pierna hasta el piso; otros realizan la actividad de tejer coloridas cintas, también caminan y bailan sobre zancos, todo esto acompañado de música folklórica en la que  destacan los ritmos  africanos e instrumentos musicales como la flauta y la tambora.

La característica más primorosa  del grupo  es su original traje en el que destaca la cabeza decorada con largas y coloridas plumas de pavo real. Sus trajes son complementados por una capas de colores brillantes, coloridas piedras y espejos todo lo cual sirve para añadir  alegría y dinamismo.

Feria cocola.  Esto se hizo dentro del programa de actividades del Primer Festival Cocolo  realizado el mes pasado en la sede de esta casa de altos estudios a propósito de la celebración del 40 aniversario de la misma.

Dentro de la feria, el reconocido sociólogo Dagoberto Tejeda resaltó el aporte cultural, gastronómico, económico y social que han hecho los cocolos en la Sultana del Este, donde se radicaron.

Mientras que el rector de la UCE, José Hazim Frappier, manifestó que  el propósito es “reconocer y rescatar esa expresión cultural afroantillana que los movimientos migratorios radicaron en San Pedro de Macorís a fines del siglo XIX y principios del XX”.