“Jenócrates o en desagravio de la estética”, la nueva obra de León David

“Jenócrates o en desagravio de la estética”, la nueva obra de León David

Nadie con un mínimo de información de lo que se guisa en los calderos de la literatura dominicana contemporánea se sorprenderá cuando se menciona el nombre de León David. Habría que exhibir un temperamento refractario a la belleza del lenguaje para negarse a reconocer que este escritor –señorial, acucioso, profundo refulge en el firmamento de las letras y el pensamiento vernáculos con luz cuya desbordada intensidad no admite que nos encojamos de hombros luciendo un mohín desdeñoso en los labios…

En sus más de cuarenta años de fecunda labor intelectual León David (humanista recalcitrante, porfiado estilista, venerador de la palabra altiva) ha enriquecido el acervo cultural de su país con obras fundamentales cuya hondura filosófica y excelencia formal le aseguran –de ello estoy convencida vida halagüeña y perdurable.

Poeta, ensayista, crítico, narrador, dramaturgo, el autor de libros tan afortunados como Adentro, Intento de bandera, Los nombres del olvido, Parábola de la verdad sencilla y El hombre que descubrió la verdad, no ha cesado de entregar lustro tras lustro a sus fieles lectores –acaso no demasiado numerosos, pero sí exigentes creaciones bizarras cuyas ideas, enfoques y talante expresivo quizás podamos no compartir, pero a las que en modo alguno cabría motejar de insignificantes o triviales.

No bien iniciado el año que transcurre, León David obsequió al medio intelectual criollo un texto de ensayística crítica meduloso en el que, en más de quinientas páginas, haciendo gala de su acostumbrada exquisitez verbal y conceptuosa solidez poco frecuentes entre los escritores dominicanos hoy activos, nos da a conocer su visión acerca de la cultura, la literatura y el arte. Por supuesto –presumo que el lector sagaz lo adivinó–, me estoy refiriendo a Cálamo currente, obra editada por el Banco Central dentro de su prestigiosa colección al cuidado de José Alcántara Almánzar, la cual, por desventura está agotada para esta fecha en las librerías. De los valores que atesora Cálamo currente se hizo eco con generosidad la prensa cuando el libro en cuestión fue presentado tanto en la capital como en Santiago.

He aquí, sin embargo que ahora, aún no repuesta del asombro y goce espiritual que suscitara en mí la lectura de Cálamo currente, su autor nos sorprende con la publicación de otro escrito estupendo y sui géneris que desde ya se perfila como un jalón, como un inevitable punto de referencia en lo que toca a la filosofía del arte en esta media isla, volumen de doscientas cincuenta y ocho páginas que lleva por título Jenócrates o en desagravio de la estética.

Sobre esta reciente obra de inusual corte reflexivo, que asume y recupera con innegable acierto y esplendor la olvidada dialéctica del diálogo platónico, hemos querido conversar con León David. A continuación el resultado de nuestro coloquio.

– LO: ¿Por qué un libro de estética? ¿Habrá en el todavía exiguo ambiente cultural dominicano más de tres docenas de lectores que muestren curiosidad por ese tema?

– LD: Tal vez tengas razón, y los posibles lectores de mi Jenócrates no superen hoy la cifra que mencionas… Pero yo no escribo para que me lea todo el mundo. Es más, no creo que ningún autor que se respete tome en consideración los gustos, opiniones y proclividades del lector promedio ni tampoco la política literaria de las casas editoriales a la hora de escoger aquello sobre lo que va a escribir. Un escritor serio escribe sólo sobre lo que le abrasa y apasiona. Si no actúa de ese modo nada podrá decir que valga la pena. La primera obligación de un autor responsable es pensar y expresarse con hondura, gracia y vigor. Y ¿quién puede comunicar ideas sustanciosas y felices cuando el asunto que se aviene a tratar no le entusiasma?

– LO: Pero seamos francos, león: si publicas es porque deseas que te lean, que los demás se enteren de lo que has creado. De otra forma guardarías el manuscrito en una gaveta de escritorio y lo dejarías dormir el sueño de los justos.

– LD: No me malinterpretes, Lorena: Ojalá me lean cientos y miles de personas. No veo por qué envanecerme de tener escasos lectores. Por el contrario, nada me regocijaría tanto como descubrir que mi libro es reclamado igual que hogaza de pan recién salida del horno. Pero la realidad me impide forjarme ilusiones de esa optimista índole.

[b]- LO: ¿Qué realidad?[/b]

– LD: La que tú señalabas hace un instante: La estrechez e indigencia del público lector en estos pagos caribeños.

[b]- LO: Entonces no le auguras mucho éxito al Jenócrates…[/b]

– LD: Convendría primero definir lo que se entiendo por éxito. Tengo por cosa averiguada que en materia de literatura daremos con dos tipos de obras: las de actualidad y las importantes. Las primeras lo único que tienen a su favor es un tema de moda, una circunstancia; apenas la actualidad de que se nutren se extingue, desaparecen… y es como si nunca hubieran sido escritas. Las segundas suelen causar poco alboroto cuando aparecen. Mas habida cuenta de sus primores y bondades, terminan por imponerse; se convierten en clásicas. Quizás nunca llegarán a ser populares, pero generación tras generación serán apreciadas por cuantos no se conforman con menos que lo mejor… No aspiro a ser exitoso en el sentido de convertirme en un autor cuyas obras se venden como pastelitos calientes cuando se está famélico. Pretendo harto más que eso: aspiro a que dentro de trescientos años alguien que por azar tope con mi libro, lo lea y exclame ¡Caramba, esto lo disfruté!

[b]- LO: Háblanos de Jenócrates. ¿Qué tesis sostienes en sus páginas?[/b]

– LD: Una muy simple: que si lo que nos desvela es que el ser humano consiga superarse, dignificarse y avanzar, no podemos desentendernos de la belleza. Por consiguiente, reflexionar en torno a lo bello, lejos de presentársenos como superflua y ociosa ocupación, se nos impone en tanto que tarea crucial e irrenunciable. Nunca el hombre se descubre más hombre que en la belleza.

– LO: ¿Por qué adoptas la forma del diálogo para desarrollar tus ideas? ¿Por qué no escribiste un manual de estética, un tratado, una monografía o un ensayo?

– LD: Porque Jenócrates –al igual que la obra que le antecedió, Diotima o de la originalidad surgió gracias al estímulo espiritual que en mí produjo la monumental e imperecedera creación platónica. Me propuse –atrevido pigmeo emular a ese titán del pensamiento y la expresión. El saldo, bueno o malo, ha sido el libro sobre el que ahora me interrogas.

– LO: ¿Por qué habiendo tenido un origen tan ilustre y habiendo sido cultivado en ciertas épocas por plumas eminentes, el género del diálogo filosófico parece ser hoy, si a las evidencias me remito, casi un objeto de anticuario, un vestigio arqueológico?

– LD: La razón de parejo repudio es obvia: el decaimiento de las humanidades y el consiguiente desprecio de lo que éstas fervorosamente encarecían: la distinción expresiva unida a un pensamiento erguido, lúcido y contundente. Tiempos son estos de vulgaridad y vacuo experimentalismo. Imposible que en tales circunstancias el diálogo filosófico prospere y logre despertar el interés del lector promedio.

[b]- LO: ¿En qué constituye un aporte el diálogo Jenócrates?[/b]

– LD: Para empezar, en cuanto puede conjeturarse, muy pocos escritores en nuestro país se han dedicado a reflexionar a fondo en torno a los arrebatadores problemas que el arte y la belleza plantean. Así las cosas, como no cuenta con notables ni copiosos antecedentes, este libro es de por sí una novedad. De otra parte, intenté levantar mi palabra, pues ¿cómo hablar de la belleza acudiendo a un lenguaje ápodo, seco o desaseado? Y me impuse también la obligación de que por más que ahondara en el análisis de las elusivas cuestiones estéticas, mi discurso, evitando tecnicismos laboriosos, no perdiera el encanto risueño de la contraposición de criterios propia del culto pero espontáneo coloquio familiar. Si en alguna medida tuve éxito en semejante empresa, con ello te habré respondido cuál pueda ser el aporte de Jenócrates.

[b]- LO: ¿Deseas añadir algo más?[/b]

– LD: Sólo dos cosas: que Jenócrates ha tenido el privilegio de ser prologado por una de las mentes filosóficas más esclarecidas de República Dominicana, el Dr. Luis O. Brea Franco, quien, en páginas que no tienen desperdicio, lo examina, valora y juzga… Y que dicha obra está ya a la venta en las mejores librerías del país y también en la Feria del Libro.

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