“La Bohemia”
ESPECTACULAR PRESENTACIÓN  EN EL TN

“La Bohemia”<BR>ESPECTACULAR PRESENTACIÓN  EN EL TN

El Teatro Nacional celebra sus 40 años  con la presentación estelar de la ópera “La Bohemia” de Giacomo Puccini.

Por más de diez años  la ópera ha estado ausente de este magno escenario, por lo que  saludamos la iniciativa del maestro José Antonio Molina y de Niní Cáffaro, director de la institución, de retomar el género para conmemorar tan significativo aniversario.

Puccini el célebre compositor italiano, confesaba: “Yo amo las pequeñas cosas y puedo y quiero hacer sólo la música de las pequeñas cosas” y agregaba “ninguna música podría existir sin  melodía”. Estas expresiones encierran lo esencial del arte de Puccini, por lo que  haber encontrado en el pequeño mundo de los bohemios parisienses de vida alegre inspiración para su célebre ópera, no es  mera casualidad.

 En “La Bohemia” logra un perfecto equilibrio entre el librero -comedia, drama- basado en la novela de Henri Murger y su narrativa musical, en la que define cada personaje y sus relaciones. Esta unidad conceptual demanda de los intérpretes una dosis considerable de dramatismo, y condiciones vocales excepcionales.

Pero llevar a escena esta obra maestra del melodrama es otro cantar, es una tarea ardua en la que el director escénico y el director musical asumen la responsabilidad de unificar todos los elementos propios de este espectáculo totalizante; Michael Ehrman y José Antonio Molina, directores escénico y musical respectivamente, logran la unificación de las partes alcanzando un todo maravilloso, una puesta en escena digna de cualquier teatro del mundo.

Sin embargo,  son los cantantes los grandes protagonistas del drama musical, de ellos depende finalmente el éxito de una ópera. El rol protagónico de Mimi es interpretado por la destacada soprano Cynthia Lawrence, quien logra conquistarnos  en el primer acto con la sencilla aria llena de encanto y dulzura “Mi chiamano Mimi” con la que responde  a  Rodolfo, el joven poeta, representado por el tenor Adam Diegel, quien a priori nos ha cautivado con la paradigmática aria “Che gélida manina”. Luego, al  contemplar la frágil belleza de la joven,  dominado por la emoción, canta, “¡Oh dulce criatura!”. Impulsados por el éxtasis de su mutua pasión, Mimi y Rodolfo unen sus voces en un dulce y tierno canto de amor. El público responde emocionado.

En el segundo acto “Musetta” aparece entre la muchedumbre del “Barrio Latino”, y canta un vals, trata de celar a Marcelo. Nuestra soprano Paola González es la gran sorpresa de la noche: a su bella voz, rica en matices y colores,  adiciona un gran histrionismo que le permite pasar de la hilaridad al dramatismo que demanda el último acto. El barítono Luis Ledesma –Marcello–, posee una hermosa voz, potente, de gran centro, y un buen desempeño escénico. Otras voces que lograron impactar fueron las del barítono Thomas Gunther –Schaunard– y la de los excelentes bajos Mark Calkins –Alcindoro– y Evan Boyer –Colline–.

El simpático personaje de Parpignol encuentra en el joven barítono dominicano Enmanuel Vargas, la perfecta imagen del vendedor de juguetes.  Los breves fragmentos corales y el apropiado acompañamiento orquestal expresan magistralmente los varios aspectos de esta escena llena de colorido en la  bulliciosa calle del Café Momus.

En el tercer acto, una  fría mañana de invierno, Rodolfo revive su pasión al contemplar a la delicada Mimi, que con una triste canción se despide de él  “Addio”; este es uno de los momentos líricos más hermosos, que culmina con el cuarteto  “Addio dolce svegliare”. En el cuarto acto, de nuevo en la buhardilla, luego de momentos de disipación, el drama inunda la escena: es el final de Mimi. Rodolfo y Mimi quedan solos y recuerdan los días felices. Los amantes unen sus voces en un bello dúo, mientras la música en mutación  ejecuta melodías de una fuerza trágica indescriptible.

Los motivos recurrentes de la hermosa música de Puccini,  que se convierten en  “leit motiv”, dan homogeneidad al conjunto y  mantiene la unidad narrativa de la ópera. La puesta en escena con sus deslumbrantes   escenografías, creadas por Fidel López, adecuadas a cada escena, propician la atmósfera creada por el compositor. Las contrastantes escenografías, pasando de la lúgubre buhardilla a la colorida escena del segundo acto, y luego a la hermosísima estampa invernal del tercer acto,  se convierten en  elementos relevantes de la representación. Así también los coros dirigidos por Eloenai Medina y Laurina Vásquez, el adecuado vestuario, la movilidad escénica, las luces, y especialmente el acompañamiento orquestal dirigido por el maestro Molina.

“La Bohemia” es, sin duda, un feliz reencuentro del Teatro con la ópera. ¡Felicitaciones!

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