Según la opinión de historiadores e investigadores dominicanos, Rafael Trujillo Molina ha sido el personaje histórico más importante del siglo XX. No obstante, lo que es una realidad del régimen y del hombre que por espacio de treinta y un años gobernó al país, es que no se conocen suficientes testimonios veraces de sus colaboradores. A nuestro criterio, después del libro de Hans Wiese Delgado, que por espacio de varios años fue su colaborador como ejecutivo de la industria azucarera, titulado Trujillo Amado por Muchos, odiado por otros, temido por todos, publicado en el año 2000, estamos convencidos de que no existen otros testimonios tan importantes como este libro que la familia Álvarez, descendiente de Don Virgilio Álvarez Pina (Don Cucho), nos ha dispensado el honor de presentarles a ustedes y al pueblo dominicano.

Debemos recordar que en Memorias de un Cortesano y La Palabra Encadenada, el doctor Joaquín Balaguer, ex profeso, con maliciosa intención, escribió en los órdenes histórico, político y literario un empaste, si cabe la palabra, de aspectos importantes de su vida al lado del Caudillo de San Cristóbal y dedicó la otra parte a emitir juicios y consideraciones de diferentes matices, muchas veces motorizadas por la amistad, simpatía o antipatía que tenía hacia otros funcionarios del régimen. Otros aspectos importantes del largo proceso conocido con el nombre de la Era de Trujillo, el doctor Balaguer los narró, con la misma intención y estilo personal, a Robert Crassweller, autor de Trujillo: La Trágica Aventura del Poder Personal, quien le fuera presentado en Nueva York por el doctor Juan Arce Medina, concediéndole a Crassweller entrevistas que duraron por espacio de siete horas, según lo confesó el doctor Balaguer a quien les dirige la palabra. Existe la versión de que Don Cucho también fue entrevistado por Crassweller en diferentes ocasiones. Es obligatorio mencionar como colaboradores y servidores de Trujillo, que dejaron recuerdo de sus relaciones, a Víctor Garrido y Héctor Pérez Reyes. Este último estuvo cerca del dictador al final de su vida y ha sido el único que dejó constancia del deplorable estado físico en que Trujillo se encontraba meses antes de su muerte.

Al hablar de testimonios no debemos dejar de comentar el libro del doctor Mario Read Vittini Trujillo de Cerca. Mario Read nació en San Cristóbal y conoció a Trujillo desde su niñez, y estaba al tanto de la vida provinciana de este personaje por los vínculos que sus progenitores tenían con la familia Trujillo Molina. El libro de Mario no es en toda su extensión un testimonio relacionado con el hombre público y con los detalles y particularidades de su largo mandato; pero es un aporte para conocer en términos personales a Trujillo desde su adolescencia hasta 1955 y 1958, etapa que hemos llamado el Cenit y el Ocaso del régimen trujillista.

Este libro que presentamos a ustedes, La Era de Trujillo: Narraciones de Don Cucho es un testimonio de mucho crédito de uno de los colaboradores en el orden político, el de mayor intimidad e importancia, que marchó junto a Trujillo por cerca de treinta años. No obstante ser amigos desde la niñez y durante parte de la adolescencia, vinculados por lazos familiares, no fue hasta dos años después de la llegada de Trujillo al poder, en 1932, que Don Cucho Álvarez Pina ingresó al gobierno de la República y se convirtió en colaborador de Trujillo.

Don Cucho narra, con discreción y objetiva modestia, aspectos importantísimos de los perfiles y matices del régimen que Trujillo impuso con su colaboración y con la de otros hombres de su generación, para transformar radicalmente en el orden económico, social y político, las bases fundamentales de la nación dominicana, que en términos institucionales, en honor a la verdad, no existían. Álvarez Pina fue actor, avalador y testigo de ese proceso que transformó, más que nada, en términos sociales al pueblo dominicano.

Desde su posición por largo tiempo como Presidente de la Junta Central Directiva del Partido Dominicano, como Presidente del Consejo Administrativo o Alcalde de la ciudad de Santo Domingo y como Ministro de Interior y Policía, fue además de eficiente funcionario, uno de los canales a través del cual llegaban a los oídos de su jefe importantes informaciones de todo género en términos políticos. Sería una mezquindad e irresponsabilidad no reconocerlo. Don Cucho fue, al igual que algunos de sus compañeros y a diferencia de otros, un factor de moderación y prudencia, que sirvió de frontera al estilo agresivo, intolerante, rencoroso y asesino de Trujillo, razón por la cual, el autor de estas memorias, nunca fue acusado de ser instigador, cómplice o ejecutor de represalias políticas.

Todavía, por mucho tiempo, Trujillo será protagonista del pasado, del presente y del porvenir de nuestro pueblo. No importa que los que viven del antitrujillismo, que ha sido un negocio lucrativo para muchos que nunca combatieron a Trujillo en vida y se han beneficiado aún después de su muerte, sigan levantando esa bandera y emborronando cuartillas en los medios escritos de comunicación.

Es necesario apuntar, al concluir esta presentación de las memorias de Don Cucho Álvarez, que como ha sucedido en otros países de América y del mundo, los emperadores, reyes, presidentes o jefes de gobierno, dictadores o tiranos, que obligaron a sus pueblos a caminar por senderos de progreso, modernización y orden, grabaron sus nombres, eternamente, con letras de sangre, dolor y muerte. Así ha sucedido con Rafael Trujillo Molina y el régimen que encabezó por treinta y un años.

No quiero terminar estas breves palabras sin reconocer el esfuerzo admirable realizado por la familia Álvarez al auspiciar la publicación de estas memorias de su progenitor, que servirán como importante fuente de referencia para el estudio formal, objetivo y real de ese singular e importante episodio de nuestra historia republicana.

Santo Domingo, República Dominicana
30 de Septiembre de 2008
Salón Caonabo, Hotel Santo Domingo