“La eterna primavera” de Ada Balcácer

“La eterna primavera” de Ada Balcácer

MARIANNE DE TOLENTINO
Grandes organismos del Estado dominicano, al constituir colecciones, dan apoyo al arte nacional, aumentan el patrimonio colectivo, fortalecen su presencia cultural. La Cámara de Diputados ha ido reuniendo medio centenar de pinturas entre murales y cuadros,  algunos redescubiertos, otros adquiridos recientemente.


Ayer, aniversario del 30 de mayo, una celebración abierta permitió apreciar esa pinacoteca, situada en el recinto del poder legislativo, habitualmente vetado a la frecuentación pública.

Ahora bien, una actividad y una obra fueron el eje principal de esta conmemoración: el develizamiento del mural de Ada Balcácer, “La eterna primavera”, hazaña pictórica y homenaje vibrante a la heroicidad dominicana desde las postrimerías de la dictadura trujillista hasta la época sombría de su herencia política, entre 1959 y 1973. Una pieza mayor de la colección.

La autora y la obra. Ada Balcácer, hoy maestra absoluta de la pintura dominicana, investigadora incansable y fecunda, lleva más de cincuenta años distinguiéndose en la creación plástica, y ciertamente más de cuarenta en una posición cimera indiscutible.

 Su compromiso ha sido plural y permanente en los aspectos de ideología y estilo, contenido y forma. A través de los períodos y secuencias, luz, color, trazo, espacio y materiales se han sumado en composiciones poderosas y palpitantes sin importar el tamaño, manejándose un expresionismo contorsionado con igual dominio que el lirismo de una belleza sublimadora.

 La denuncia, más mordaz aun cuando es soterrada, estremecía conceptos y sujetos. Era su “resistencia” dentro de la obra, había otra en palabras, manifiestos, declaraciones de principios.

Ahora, en una pintura mural contundente, Ada Balcácer afirma, pondera, enaltece la valentía y el sacrificio de combatientes de la libertad, en diferentes gestas y luchas armadas.

El fusil  del comandante Enrique Jiménez Moya y los tres rostros de las hermanas Mirabal, así como referencias gráficas perfectas, dan inicio al ritmo interior de la imagen, que se va desenrollando, ondulando, ascendiendo hasta el sacrificio de Alberto Caamaño.

Los héroes inscriben sus retratos en el tablero de la memoria agradecida. Los expedicionarios ultimados dejan sus huellas en la tierra dominicana y renacen en el esplendor de la naturaleza tropical, aquí un clímax del paisajismo balcaceriano, palma y palmira… En este gran poema visual -oda, elegía y epopeya-, inmersos en el discurso cromático, los nombres –felizmente no todos moran en el reino de las sombras– martillean la conciencia y el recuerdo: la colocación impecable de la escritura, optimamente tipografiada, enriquece el conjunto, conceptual y formalmente. El levantamiento popular constitucionalista del 1965 no ha podido ser opacado por las fuerzas de la intervención, plasmadas en abstracciones tenebrosas… y la luz se abre camino.

Esta visión totalizante de la pasión por la democracia según Ada Balcácer permite al espectador penetrar dentro del mural y seguir el circuito de la historia.

Es interesante observar el vaivén entre el conjunto espacial y la distribución fragmentada de los episodios que a su vez demandan una contemplación pormenorizada –rostros, personajes, textos–. Esta jerarquía va luego recomponiéndose en una próxima mirada, jamás hay vacío, todo progresa en el sentido del tiempo.

Indudablemente “La eterna primavera” –hermosísimo título– de Ada Balcácer, territorio de la libertad claramente conquistada.

Antecedentes
1930

Ada Balcácer nació   en Santo Domingo. Ingresó a la Escuela Nacional de Bellas Artes en su época de apogeo, y se graduó en 1951. Continuó estudiando mural, grabado y textiles en Puerto Rico y Nueva York, haciendo diseños de tejidos. A su regreso en 1962,  se enroló en movimientos culturales, de militancia a la vez artística y política. Su liderazgo se extendió a la lucha por la condición de la mujer y a proyectos de desarrollo artesanal, alcanzando alta jerarquía en las responsabilidades asumidas. Dirigió la Cátedra de Dibujo en la Facultad de Arquitectura de la UASD. Muy exigente consigo misma, ha presentado relativamente pocas exposiciones individuales en relación con su extenso e intenso itinerario plástico. En cualquier colectiva –también escogida-, su obra se destacaba especialmente, trátese de exposiciones en el país o en el exterior. Su muestra del Museo  de Bellas Artes de Zaragoza en 1991 cosechó grandes elogios. En 2001 ella decidió residir en Miami, un nuevo reto donde ha encontrado el éxito,  y sigue atenta a la plástica dominicana y las vocaciones jóvenes.

Lectura pictórica
Visión

Una pintura muy compleja y accesible simultáneamente, se ofrece a la multiplicidad perceptiva y la diversidad de las lecturas. Solamente hemos propuesto una, esperando poder detenernos luego en el análisis estético, en los signos y símbolos de una obra definitivamente postmoderna.

Zoom

Colectiva
Interés por la cultura

Con esta colección de arte dominicano, la Cámara de Diputados da testimonio nuevamente de   su interés por la cultura y la creatividad, siendo gestor decisivo y entusiasta su presidente Julio César Valentín, acompañado en esa convicción por los diputados y miembros del hemiciclo, como lo pudimos comprobar. En cuanto a su asesor cultural, nuestro colega Abil Peralta Agüero, está cumpliendo una excelente labor, que corresponde a su oficio y talento de crítico de arte.

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