“La insólita mirada irónica de APECO”

“La insólita mirada irónica de APECO”

Foto

Autorretrato de APECO. Fuente externa.

Sobra subrayar el auge de la fotografía dominicana hoy, siendo los fotógrafos siempre más numerosos y experimentales –realzando aun el documento, ecológico y social–. Artistas, ellos siguen expresando la flora y el hábitat, las tradiciones y los problemas, la gente común y extraña, con búsquedas de claroscuro, de iluminación, de encuadre, y un conjunto de imágenes permite apreciar la naturaleza específica de una obra, su aproximación y sus temas favoritos. La técnica está puesta al servicio de una sensibilidad que vibra en cada imagen.

En la fotografía digital, la libertad de expresión es infinita, pero ello no impide la permanencia de convencidos del copiado tradicional, y aun del blanco y negro… Ahora bien, lejos queda el tiempo cuando  retratismo y concepto decorativo limitaban a la fotografía dominicana, esta –aun en el fotorreportaje– se ha vuelto crítica, social y creativa. Decimos que la mirada del fotógrafo se volvió mirada de autor.

El Centro León tiene una colección histórica excepcional –en cantidad y en calidad– de fotografías dominicanas, y el fotógrafo APECO, que donó al Centro su propia colección de pioneros, enriqueció ese caudal: parte del legado puede admirarse en la muestra antológica de APECO, actualmente presentada en la Pinacoteca de Sao Paulo.

Lugar, contenido y público. La exposición “La insólita mirada irónica de APECO” es un éxito total desde sus inicios. No podía haber un mejor lugar para ese evento en la gigantesca urbe brasileña. La Pinacoteca, a escala de la ciudad, es su mejor y mayor institución museal, y realmente corresponde al Centro León, tanto en preocupaciones identitarias como educativas, omnipresentes. Tiene una frecuentación que nos hace soñar: 4,000 visitantes diarios, y 10,000 durante el fin de semana.

Ubicada en la parte lateral del edificio, la exposición se caracteriza por un contenido ejemplarmente preparado, durante largos meses, por el equipo del Centro León, y una museografía clara, inteligente, sensible, de los anfitriones. La Pinacoteca cuenta con un Departamento especializado en Fotografía, y su director, Diógenes Moura, de personalidad carismática, conoce y aprecia particularmente   República Dominicana. Entre su colaboración e intervención, y los expertos del Centro León, se ha logrado una muestra espectacular que transmite los rasgos especiales de un fotógrafo de Santiago, inteligente, emotivo y histriónico como nadie, aparte de un excelente técnico.

Esto, la exposición lo proyecta en todos sus aspectos, y  los visitantes absortos –permanentemente numerosos, como notamos al día siguiente de la inauguración– observan los documentos colocados en la vitrina y miran lentamente los paneles de imágenes. Al final, ellos se detienen ante un vibrante video realizado sobre el fotógrafo, en el cual el artista ofrendaba simbólicamente su corazón. Mucha gente toma fotos de las fotos y apunta datos…

Algo también fundamental es que una buena cantidad de textos,  comentarios institucionales y escritos de Diógenes Moura, de Rafael Emilio Yunén y del propio APECO, acompañan las fotos y los sucesivos ambientes, que empiezan con el autorretrato y finalizan por la vertiente experimental.

El circuito, tan acogedor como definido, se inicia con el autorretrato. En deslumbrantes imágenes de sí mismo, tal vez una terapia sicológica e iconográfica, APECO no temía que lo tildasen de exhibicionista, ¡ya que el fin de esas fotos era privado, sino íntimo! El autorretrato más conocido, emblemático en la exposición y clímax de la colección del Centro León, proyecta la angustia de su autor, rastrillándose la mejilla con una horquilla: la cara, adrede desenfocada, comunica un aura sobrenatural. Pero no es la única, sino la primera de una secuencia en la que vemos al fotógrafo ya actuando como ‘performancista’: el teatro era una de sus pasiones.

Ahora bien, al filo del recorrido notamos cómo el autorretrato sigue presente en increíbles escenarios y cuadros. Prácticamente toda su producción es de índole autobiográfica,  hasta encargos y fotos profesionales –que económicamente le permitían dedicarse a su vocación de creador– integrados a su diario vivir.

Una notable selección de 68 fotos enseña hasta qué punto ese humanista sedentario en constante afán de búsqueda sabía observar al hombre en su medio, a la gente –locos o “cuerdos”– en su vida doméstica y cotidiana, en sus faenas o en el carnaval, ¡y cómo él se convertía en testigo de la condición social a su alrededor! 

Respecto al paisaje urbano o rural, APECO llegaba a dotar de alma las casas de Santiago –sobresale el hotel Mercedes–,  la tierra, los árboles y sus troncos. Y el artista experimental, nuevamente genial en un autorretrato, fragmentaba, superponía, ensamblaba… ¡al compás de la inspiración! No cabe duda de que esta singularidad comunica con un contemplador acostumbrado a la mejor fotografía, como el público brasileño.

Podemos prever que una muy cuantiosa asistencia continuará acogiendo a un fotógrafo magistral, ¡todavía más impactante fuera del contexto interno!

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