“La vida de cada día, vívela hoy”

“La vida de cada día, vívela hoy”

POR LEONOR ASILIS
“Cuando uno es feliz, irradia felicidad y hace felices a los otros; y al revés cuando se es infeliz, irradia amargura y amarga a los demás”

En la segunda lectura de la liturgia de hoy, la iglesia nos recuerda el consejo dado por San Pablo en su carta a los Efesios: “Hermanos: tengan cuidado de no portarse como insensatos sino como prudentes, aprovechando el tiempo presente, porque los tiempos son malos. No sean irreflexivos, traten de entender cuál es la voluntad de Dios…”

Entendemos que estas palabras son oportunas para reflexionarlas al amparo de las enseñanzas de nuestro muy querido Padre Mateo Andrés desde la óptica reflejada en la lectura de su libro: “La vida de cada día, vívela hoy”.  Nos detendremos en varias de sus frases sabias que pueden ayudarnos a mirarnos hacia dentro. Veamos:

-“Cuando uno es feliz, irradia felicidad y hace felices a los otros; y al revés cuando se es infeliz, irradia amargura y amarga a los demás.”

-“Fijarse más en lo que tienes que en lo que te falta. El bienestar interior, ese estado en que consiste la felicidad humana, es un clima emocional típico, que nace de lo bueno que, aquí y ahora, siento tener o ser, merecer o dar; de lo positivo que, aquí y ahora, siento que me envuelve. Y eso sólo viene de ver lo bueno que hay en mí.

Conocemos el ejemplo de la botella? Una botella medio llena, tiene algo, la mitad; y le falta algo, la otra mitad. Si me fijo en lo que tiene, me sentiré bien; si me fijo en lo que le falta, me sentiré mal. Pero, ¡ojo! Tanto sentirme bien como sentirme mal, proceden no de la realidad misma, sino de mi visión de la realidad. Por consiguiente, si realmente quiero sentirme bien y estar feliz, es ahí, en esa visión de la realidad, donde tendré que poner mi empeño.” – Según el Padre Mateo hay tres condiciones para avanzar hacia las fronteras de la felicidad. Estas son: la gratitud, la entrega a lo que haces y como broche de oro, la Fe en Dios. Detengámonos en esta última: explica nuestro pastor, que el hombre para ser feliz, necesita fe en Dios. Una fe que sacándolo de su inseguridad, del sí mismo débil y pequeño lo arroje al infinito, a la bondad absoluta, donde puede realmente apoyarse y descansar, según las exigencias de su entendimiento.

– En otro capítulo nos dice que la vida es espera. “Qué se nos da totalmente hecho y acabado en la vida? Nada realmente. La vida es esperar”.

El gran dilema es que el hombre quiere tener ya, aquí y ahora, lo que espera. Entonces, cae en prisas, violencias, y precipitaciones destruyéndose a sí mismo y a otros. Nos recuerda a San Pablo, quien en su gran himno al amor, nos dice que la primera cualidad del verdadero amor es la paciencia.

Con gran agudeza, el Padre Mateo nos desmenuza qué es la paciencia. “Paciente es el que sabe esperar. El que sabe seguir creyendo en el otro, a pesar de sus conductas hirientes; el que sabe acogerle, darle tiempo y dejarle ser…, sobre la humilde seguridad de que, si ese hombre se siente amado como es, él mismo acabará cambiando”.

– Refiriéndose a la elección entre la queja y la gratitud nos advierte que efectivamente debemos escoger entre estas dos actitudes descubriéndonos el fondo de cada una.

La primera nos lleva a sufrir más, la segunda, para gozar más.

Finaliza ese capítulo con una gran observación: “En la vida hay muchos hombres quejosos y pocos agradecidos; pero, por eso mismo también, hay pocos hombres sanos y felices.”

En el capítulo titulado “OTOTAKE” nos enseña que “no es lo mismo estar insatisfecho que ser infeliz, pero que se puede ser feliz, aún estando insatisfecho”.

– Varias de las páginas de su libro tratan sobre el miedo. Citamos:” Los miedos son huéspedes dañinos, intrusos, en nuestras vidas. Ojalá que nos decidamos a descubrirlos y expulsarlos. Nos hacen un daño inmenso. Pero, amigos, en Dios y la fe, podemos enfrentarlos con éxito. Esta es nuestra alegría y nuestra esperanza.” – Hagamos una pausa especial porque lo siguiente representa lo más importante. El tema: Planes del hombre y planes de Dios (Fe a toda prueba). Sigamos con nuestro escritor.

“La vida del cristiano, sugiere Cristo a sus apóstoles, es vida sometida a pruebas, y es precisamente en las pruebas donde hay que seguir manteniéndose en la fe. “Sobre cada hombre funcionan siempre dos niveles de planes, los propios de cada uno y los eventos que nos suceden que a veces los cambian por completo, y que a la luz de la fe se identifican como permitidos por Dios por alguna razón que no siempre conoceremos”.

En esos casos, siendo ambos planes contradictorios, una de dos: o Dios se acomoda a mí o yo me acomodo a Dios. O la vida se acomoda a mí o yo me acomodo a la vida. No hay modo de escapar a ese dilema. A veces es Dios el que quiere acomodarse a nosotros.

Es extraño, pero es así. El Dios en quien creemos, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, es tan bondadoso que, con frecuencia, es Él quien se acomoda a nosotros. De hecho si nos pide orar, es porque la oración tiene esa dimensión asombrosa de hacer que Dios se acomode a nosotros. Pero lo normal, lo que parece que debemos querer y esperar, siendo Dios infinitamente bueno y sabio, no es que Él se acomode a nosotros, sino que nosotros nos acomodemos a Él. Efectivamente, si nuestros planes son tan importantes para nosotros que hallamos razonable por ellos dejar a Dios, es que ya antes no teníamos verdadera fe. En tal caso, lo único que la prueba ha hecho es revelarnos esa situación de ateísmo práctico, en que antes vivíamos.

….De ahí el rezo del Padre nuestro, donde pedimos que en cada momento se haga la voluntad de Dios por encima de la nuestra, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Leonor.asilis@verizon.net.do

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