“Las mujeres son de Venus”… ¿y los hombres de qué?

“Las mujeres son de Venus”… ¿y los hombres de qué?

Ellas, muy diligentes e inteligentes, acudencon frecuencia al quirófano, para eliminar excesos corporales.

Ellos, muy ingenuos, comen y comen sin límites, hasta perder la figura.

Obtenida ya la ventaja, la mujer procura ensanchados bustos y tersos rostros, para lucir envidiable ante miradas escrutadoras.

El hombre ingiere alimentos grasos en abundancia, hasta agenciarse – quizás orgulloso y sin reparar daños – una panza indecente.

Liposucción y lipoescultura se pusieron de moda en la prodigiosa tierra quisqueyana, convirtiendo al llamado sexo débil en figura cotizable.

Los muy despistados machos criollos evaden hasta las rutinarias visitas al odontólogo, aunque de tanto mover mandíbulas hayan perdido el que en otros tiempos fue su atractivo dental.

Esculturales figuras femeninas han de poblar ahora y siempre paseos y pasillos, mientras el hombre pierde terreno en su afán de encontrar compañera para toda una temporada feliz.

Pero la vida es así, sorprendente y sorpresiva; engañosa y traicionera.

En su exitosa y muy leída obra, Jhon Gray nos revela las diferencias que existen entre los dos géneros humanos.

Y enseña los misterios que se hayan detrás del comportamiento de hombres y mujeres.

Las mujeres seguirán por largo tiempo siendo de Venus, pero los hombres del país, por el derrotero que llevan, pronto se desconocerá de qué son: si de Marte o la Luna.

¡Piensen bien! Alejémonos de los despropósitos femeninos.

  ¡A tocar llaman, tambores de venganza o de fracasos!

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