“Los miserables” extraordinario musical

“Los miserables” extraordinario musical

Carmen Heredia de Guerrero
carbos@hotmail.es 
Todas las expectativas creadas en torno a la presentación del musical Los Miserables en el país han sido altamente superadas. La puesta en escena criolla en el Teatro Nacional ha sido colosal, un verdadero éxito para sus productores  Carolina Rivas y Luichy Guzmán y para todo el elenco que interviene.

  Durante más de dos horas, el sobrecogedor ambiente allí creado por complejas estructuras escenográficas, transporta al espectador al París del siglo XIX, de barricadas y alcantarillas, el París de Víctor Hugo, con sus luces y sus sombras. Allí vio la luz “Los miserables”, una de las obras cumbre del escritor y poeta pre-romántico francés. Hay en esta obra y en toda su producción literaria, una crítica a la injustica social que prevalecía en su época y una profunda exploración de las pasiones humanas.

 Recrear en el lenguaje tridimensional de la escena la literatura de Víctor Hugo, sin que pierda parte de su contenido es una empresa difícil; sin embargo, el musical logra una síntesis importante y recoge el espíritu de la obra. La dramática historia de Jean Valjean, -condenado por robar un pan- y su persecutor, el inspector Javert, desencadena una serie de eventos donde se conjugan todas las emociones y aberraciones. La desventura acompaña a los que participan del drama, pero deja un espacio al amor, al  romance.

El énfasis  en la rebeldía, en el levantamiento de los estudiantes bajo el grito de libertad, propician momento épicos nunca vistos en un musical.

 

Música.   La excelente música compuesta  por Claude-Michel Schönberg a veces tierna, a veces brutal, se adecua a la dramaturgia y constituye un homenaje a la excelencia literaria;  de igual modo las letras de las canciones para solistas y coro, de Herbert Kretzmer, guardan consonancia con la partitura,  constituyendo un valor agregado, los toques de color local en las adaptaciones y traducciones, crédito adicional para Carolina Rivas. 

 El espectáculo fluye incontenible
El escenario, en su girar permanente, permite  la visión de escenas secuenciales. La ausencia de parlamentos sitúa al musical cercano a la ópera Rock;  las melodías para registros líricos, no impiden el lucimiento de los cantantes, la labor en este sentido de Nadia Nicola es loable. La orquesta bajo la dirección de Dante Cucurullo tiene buen desempeño, permite escuchar con diafanidad la calidad de la música, base del musical.

  Personajes
Jean Valjean, eje de la trama, es interpretado por  Frank Ceara  con pasión. Su desempeño dramático es notable, teniendo momentos sobresalientes al interpretar: Soliloquio y ¿Quién soy? Cecilia García -Fantine- sobresale: su drama conmueve y su voz se escucha hermosa, cautivante. Antonio Melenciano -Javert- tan humano como los demás, logra proyectar al implacable persecutor. Sus canciones sincopadas son más fraseo que canto, acentúa en ellas el paso marcial de su condición de militar. Eduardo Mejía, en su breve intervención como el obispo de Digne, deja escuchar su hermosa voz con tesitura de barítono.

 La pareja de los Thénardier, -Kenny Grullón y Nurín Sanlley, produce  momentos de hilaridad, un tanto caricaturescos, representa a los verdaderos pillos.  Eponine -Carolina Rivas- verdadera heroína de la historia, conmueve con su  amor imposible en  “Sola yo”. Laura Angelina Calderón -Cosette- con buen desempeño deja oír su lírica voz en “Castillo de cristal”.

 Marius, el joven revolucionario enamorado de Cosette,  interpretado por José guillermo Cortines, transmite su valor e ideales, magnífico en su dueto “Es lluvia nada más”, junto a Eponine.  Un momento de singular significado es el producido por Enjolras, los estudiantes y los ciudadanos al interpretar el tema “Hoy el pueblo cantará”.

Zoom

Nada que envidiar

A la altura de otros

La versión criolla de este musical compite con producciones internacionales, y esto lo digo sin asomo de chauvinismo, teniendo como parámetros las versiones que vimos en  Broadway en 1985 y la de Madrid primera en español, presentada en el teatro Apolo en  1992. El talento nativo puesto de manifiesto nos enorgullece.

 Definitivamente este montaje excepcional es un hito en la historia del musical de nuestro país.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas