“Manolo”, de Disla:
¿Infiltrados de la CIA en el 1J4?

<STRONG>“Manolo”, de Disla:</STRONG><BR>¿Infiltrados de la CIA en el 1J4?

DIÓGENES CÉSPEDES
Diógenes.céspedes@gmail.com
Los catorcistas de Montecristi, Santiago y Barahona que visitaron a Manolo Tavárez en el local del partido querían saber si era verdad, como les había dicho Luisito (Genao Espaillat), que él era el secretario de organización y Fidelio el secretario general; y si era así, en qué lugar quedaba Leandro, elegido por la Asamblea.

También querían saber si era cierto que pronto se irían para las lomas. No le comentaron a Manolo “las acusaciones que además de Luisito, les hacían Roberto Duvergé, Fidelio y Cruz Peralta a todos los dirigentes que no comulgaban con su línea de acción, porque sería una indelicadeza.” (p. 420, 21).

Entonces el narrador nos adentra en la intrahistoria y dice cuáles eran esas acusaciones de los supersabios a los flojos: «Estas acusaciones iban desde cobardes, incapacitados, agentes de la reacción, hasta la de que sostenían relaciones sentimentales de tipo amoral con las compañeras. De tales acusaciones no escapaba ni Manolo. Leandro era el blanco favorito, lo mismo que Ozuna, encargado de finanzas. Eran de los pocos no marxistas que quedaban, pues ya los supersabios habían alejado del CEC (Comité Ejecutivo Central), aparte de los flojos, a Vinicio Echavarría, Miguelito Vásquez Fernández y a Bueyón Carvajal Martínez, completando así su total dominio del partido.» (p. 421).

Una vez que los guerreristas o foquistas intransigentes se apoderaron del partido, la CIA entró en acción a través de su agente Tony, quien manipulaba a Camilo Todeman para que proveyera de armas a la fracción militarista del 14 de Junio, a fin de que se cumpliera el proyecto de obligarlo a levantarse en armas para matar a Manolo y a aquellos que luego de su asesinato, pudieran mantener vivo y con la misma mística al partido. Por supuesto, que las armas no servían y parece que el plan de Anthony Sileo, el Tony de la novela de Disla, había que llevarlo tan de prisa que el buró militar del 14 no tuvo tiempo de probar si las armas estaban en buenas condiciones.

Es curioso que otro Tony, disfrazado de Anthony Ruiz, asesor de la Policía Nacional luego de la revuelta de abril de 1965, dirigiera el exterminio de los constitucionalistas que podían asegurar el levantamiento que preparaba el coronel Caamaño en Cuba al esfumarse de la Embajada en Londres en 1967. Ese nombre de guerra de Anthony Ruiz no era otro que el de Dan Mitrione, asesinado posteriormente en Montevideo por los Tupamaros.

A pesar de estos datos históricos, tengo la sospecha de que ni siquiera Dan o Daniel Mitrione se llamaba ese agente.

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