“¡¡¡Nadamos hasta en el cemento!!!

“¡¡¡Nadamos hasta en el cemento!!!

En un reciente viaje a Santiago, Píndaro encontró a su viejo amigo Leíto, con quien tuvo la gran oportunidad de disfrutar sacando a relucir las cualidades de nosotros los dominicanos. De todo lo hablado, lo que más le llamó la atención a ambos fue la expresión de un vendedor de chucherías que les pasó enfrente gritando: “¡¡¡Yo les resuelvo la vida!!!… ¡¡¡Si me compran mis bateas yo les resuelvo la vida!!!…

Les confieso, que Píndaro no entendió nada de lo que trataba de vender el triciclero. Tampoco Leíto. Ambos se quedaron de una sola pieza y por eso, ya casi cuando se iba, lo llamaron para que se devolviera…. Querían echar un conversao con él.

“¿Me llamaron?… ¿Qué puedo hacer por ustedes, caballeros? –preguntó a Píndaro y a Leíto el pintoresco vendedor-…

¿Cómo te llamas, amigo? –preguntó Píndaro-, a lo que el vendedor respondió: “¡¡¡Soy Pueblazo, el que todo lo puede y no debe… porque todo lo vende y no fía!!!”.

Una rápida mirada al triciclo del recién conocido les transportó a una cruda, pero dura realidad. Un montón de periódicos viejos llenaban la canasta delantera, algunos de ellos amarrados con soga desgastada y, entre ellos, un destartalado megáfono blanco y rojo, con un micrófono atado a un cable verde. Lo más llamativo, era que todo el redondel del triciclo estaba forrado con titulares de portadas de periódicos y que, todos tenían mensajes alusivos a la empresa que hoy día se la está poniendo dura a nuestras autoridades sobre unas exportaciones millonarias en dólares, que, por su trasfondo, nos recuerdan a la época de la colonia.

La pregunta no se hizo esperar: ¿Por qué diantres tienes tu triciclo forrado de todos estas noticias de primeras páginas?

Para sorpresa de ambos, Papito se destornilló de la risa y, con una expresión de profunda convicción comentó: “Este país tiene su musiquita por dentro… Y, nosotros los dominicanos bailamos cualquier ritmo que nos toquen… Aquí han venido muchas empresas desde otros países a las que siempre les damos la bienvenida… Lo malo, es que algunas de ellas creen que somos pendejos y nos pueden mudar y hacer lo que les da la gana… ¿Se imaginan ustedes qué tiempo tengo yo que pasar ‘vociando’ en las calles de Santiago, para que la gente se acuerde que ya es tiempo de no dejarnos engañar más?… Pero… – reflexiona- parece que Danilito ha estado tratando de ponerle la tapa al pomo… Todos nosotros estamos de acuerdo… Parte de esos cuartos son nuestros… Ojalá y, al mismo tiempo, cogieran por el cocote a todos los que hace unos años aprobaron que esto hoy nos esté pasando… para que sepan que un jalón de orejas en público siempre da buen ejemplo para que no nos sigan fuñendo…”.

“Caray –exclama Leíto- este hombre se las trae… Mira cómo razona este hombre de la calle… Proyecta el sentir del pueblo… un pueblo que canta y que llora… y que llora de rabia por impotencia de situaciones en que nos han metido otros que hoy quieren aparecer como nuestros redentores…”.

“Es que a nosotros nos han venido dando cajeta, y ya parece que está bueno de aguantarla –exclama Píndaro-… Ojalá y aprendamos lo que ha estado pasando en estos últimos años en algunos países vecinos latinoamericanos… En ellos, muchos de los principales partidos políticos tradicionales han abusado y, con interesadas medidas, han olvidado que pueblos como los nuestros ya se han dado cuenta del cuentazo… Hemos aprendido a salir vivos… y… ¡¡¡nadamos no sólo en el agua sino hasta en el cemento!!!

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