Un verdadero reto significó para el Teatro Guloya, la presentación de la obra Nuestra Señora de las nubes, con la presencia de su autor el argentino Arístides Vargas.
Convertir la escritura dramática texto- en escritura escénica, proyectar en el espacio lo que el dramaturgo ha proyectado en el tiempo, es la gran tarea del director.
Claudio Rivera, director del Teatro Guloya, asume el reto, ofreciendo una propuesta creativa, pletórica de elementos parateatrales y respetando la esencia del discurso textual, evitando que el autor, como sucede muchas veces, se pregunte: ¿Y esto fue lo que yo escribí? Hay en esta mise en scene de Rivera una correspondencia dialéctica con la dramaturgia poética, tremendamente humana de Vargas, que privilegia la memoria histórica. La obra eco de su propia condición, presenta a dos exiliados políticos un hombre y una mujer- que se encuentran en lugares y tiempos indefinidos, para evocar con nostalgia el pasado y revivir momentos vividos en la patria lejana, en un ejercicio para no olvidar, de sentirse vivos y mitigar la soledad y la pena del exilio.
La obra en su fragmentación en cuadros conexos, presenta la idiosincrasia de los personajes del país Nuestra Señora de las nubes. La dramaturgia como metáfora del silencio, se torna reflexiva, el recuerdo de los opresores y oprimidos, de la parafernalia militarista, la censura y la tiranía, conviven con recuerdos nostálgicos de la cotidianidad, el pueblo chico con sus patriarcas y marginados, los problemas conyugales y el incesto, están expuestos con dosis de ingenioso humor. La pareja de actores, Claudio Rivera y Viena González, en una simbiosis actoral formidable, dan vida a los desarraigados exiliados que cargan con su casa a cuestas, alegoría sutil de los que no tienen casa. La versatilidad de ambos, el histrionismo desbordante, se manifiesta en cada desdoblamiento.
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De la obra
Un violínista nostálgico, especie de narrador, aproxima la obra con la hermosa melodía Quisqueya, luego otras, Serenata y La muerte del Cisne, dan paso a las diferentes escenas.
El intérprete
Alberto Iznaga se convierte en personaje que al igual que los exiliados, exterioriza su miseria en esta magnifica obra Nuestra señora de las nubes.