“Paradise” se presenta con éxito en Casa de Teatro

“Paradise” se presenta con éxito en Casa de Teatro

POR CARMEN HEREDIA DE GUERRERO
Durante veinticinco años escribimos sobre teatro y danza, y esos artículos publicados en los diferentes medios, han sido recogidos en el libro que publicamos en agosto del año pasado, bajo el nombre de Espacios de Teatro y Danza y Otros Espacios.

Luego de cuatro años apartada de la crítica, debido a nuestras responsabilidades en la Dirección del Teatro Nacional, volvemos a desandar un camino conocido y amado, que nos lleva al encuentro directo con nuestros artistas y sus afanes.

Iniciar estos nuevos Espacios, coincidiendo con el nacimiento del grupo teatral Orgánico, nos llena de alegría. La nueva agrupación surge a iniciativa de Freddy Ginebra, como compañía estable de Casa de Teatro, espacio idóneo creado por él hace muchos años, centro cultural por excelencia de nuestro país. El reconocido actor y director Ángel Haché ha sido escogido para la dirección del nuevo grupo. Nuestro mayor deseo es que Orgánico pueda mantenerse en la escena dominicana por mucho tiempo. Conocedora como somos de las dificultades que enfrentan para su sostenimiento los grupos de teatro independientes, esperamos que Orgánico encuentre apoyo del sector oficial y privado, para que tan prometedor esfuerzo logre desarrollarse y trascender.

TEATRO DOMINICANO “PARADISE”

En los últimos años hemos visto desarrollarse una dramaturgia dominicana, recurrente en el tratamiento de la problemática social actual que padecen los dominicanos.

En 1991, Franklin Domínguez estrena su obra “Juego de Ajedrez”, obra de denuncia, en la que expone la dramática realidad en que viven los pueblos de dos naciones: Haití y República Dominicana, en los que la magnitud de la crisis, ha llevado a sus pauperizados habitantes, al abandono de sus respectivos países los unos, violando fronteras, mientras que los nuestros, más temerarios aún, haciéndose a la mar en frágiles embarcaciones en busca de mejoría para su existencia. A partir de ese momento el tema es abordado insistentemente y la yola se convierte en una especie de “leiv motiv” para nuestros teatristas, tanto para los que viven en nuestro suelo, como para aquellos pertenecientes a la diáspora, que de alguna manera han vivido la experiencia amarga del abandono del lar nativo. Waddy Jaquez, residente en Nueva York, es el más representativo de esta expresión teatral.

Ángel Haché siguiendo la tendencia actual, escoge para el estreno del grupo Orgánico la obra “Paradise”, del joven intelectual Pedro Antonio Valdez, obra que ha merecido mención de honor en el concurso de Casa de Teatro en 1996.

El autor, como hombre de su tiempo, no puede escapar de la realidad social que lo circunda, y produce una obra de reflexión, catalogada por él de “comedia”. Sin embargo, teniendo la comedia al igual que la tragedia, la facultad de dar forma artística a los principios fundamentales del comportamiento humano y a los valores sociales y antropológicos, conceptos presentes en la obra de Valdez, ésta se acerca más a la tragicomedia, género mixto capaz de unir lo sublime a lo grotesco, o a la parábola –parábola bíblica en este caso– en la que paradójicamente el presente es colocado en perspectiva, y disfrazado en una historia y cuadros imaginarios.

En “Paradise” los nombre protagónicos son: Creador, Demonio, Adán y Eva, puntos de partida, indicadores, que el autor trae hasta nuestros días, haciendo énfasis en las nociones de espacio y tiempo. Encontramos estos mismos personajes- con la debida distancia en la obra de doña Carmen Quidiello de Bosch, “La Eterna Eva y el Insoportable Adán”, estrenada en 1995.

El autor de “Paradise” yuxtapone ficción y realidad, y dota a los personajes de un humor que ironiza su propia condición. La parábola de Valdez lleva a nuestra gente –la mayoría– sin recursos, sin voz propia, atrapadas en una sociedad de contrastes abismales, a “buscársela”, a encontrar el “Paraíso” en la Gran Manzana, para luego de grandes vicisitudes y calamidades, regresarlas a su tierra. El regreso, abre un espacio a la reflexión, nos lleva a la moraleja que nos enseña que el Paraíso está muy cerca de nosotros, está aquí, con todo y nuestras miserias, y no allá. Este planteamiento final, dimensiona la obra dándole un giro más trascendente y existencial.

LA PUESTA EN ESCENA

Ángel Haché concibe una puesta en escena muy original y ecléctica, por el manejo de diferentes técnicas teatrales, que le permiten elaborar un discurso escénico de gran movilidad. En su visión plural de la escena, hace acopio de múltiples recursos, y en un alarde de imaginación, con los escasos elementos con que cuenta, construye cuadros y escenas metafóricas de gran impacto, como aquellas del viaje en yola –la mejor lograda– y Operación manzana. El movimiento escénico constante y fluido, coreográficamente bien concebido por Edmundo Poy, las canciones y la música con sus aires folclóricos, los chuines, los “Slogans” de actualidad política, así como la escueta y funcional escenografía, el vestuario y los tocados, la utilería, y el colorido de la escenas que nos remiten a su condición de artista plástico, nos hablan de una puesta en escena creativa, hablan de teatro hoy, mágico y totalizante.

La dirección inteligente de los nóveles actores formados por el propio Haché, permite la creación de espacios lúdicos de gran efectividad y atractivo. La energía vital que emana del grupo, debidamente dosificada –tarea difícil en grupos de principiantes– nos mantiene absortos, entretenidos. La dicción, punto neurálgico no sólo en artistas en ciernes, deberá ser mejorada.

La presencia de Haché por instantes dimensiona la escena y recrea el teatro en el teatro. El histrionismo mostrado por los actuantes, reflejo del maestro, tiene su mejor exponente en la serpiente-demonio, que encarna Jean Johnnie. Los protagonistas, Adán y Eva, Reymundo Santana y Ruth Matos, respectivamente, y el grupo en general, responden a la estética teatral del director, que concibe el teatro como una totalidad subyugante. Felicitaciones al grupo Orgánico, por esta muestra de talento, a Ángel Haché por su acertada dirección, y a Freddy Ginebra, por su nuevo aporte a la cultura nacional.

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