“Pobre princesa”, relato breve

 “Pobre princesa”, relato breve

POR FRANCIS MESA
Érase una vez, en el lejano reino de Estoesuncaos, vivía la princesa Obsesionada, frustrada y triste porque no era bella como las demás doncellas del reinado. Para nadie era un secreto que era bizca, calva, de piernas arqueadas y flacas y unos pechos que debía rellenar con artilugios para disimular su total escasez.

Tenía por únicos amigos a dos bufones que sólo se dedicaban a lisonjearla y engañarla con adulaciones como: “Hoy que te has puesto este vestido eres la más hermosa de toda la región” entre otras alabanzas.

Tanto era el resentimiento de la princesa Obsesionada, que una vez la invitaron a un baile que ofrecían en honor de una antigua reina. Ordenó que le confeccionaran el traje más costoso. No dudó en pedirle a quien le hacía sus ropajes, que quería ser la que mejor se viera en la famosa celebración, a la que acudirían todos los nobles. El modisto intentó, por todos los medios, hacerle algo que le quedara bien, pero era tan poco lo que se podía hacer con semejante esqueleto, que en vez de deslumbrar, Obsesionada se convirtió en el hazmereír del baile. Al otro día, indignada y humillada, mandó a decapitar a su costurero. Como también usaba pelucas, pues la falta de cabello la sustituía con imitaciones de trenzas de caballo que sus lacayos cargaban en barcos hasta su palacio, en un arranque de histeria, se desprendió la diadema con furia y sus piedras preciosas rodaron por los suelos, llevándose con la desafortunada corona, los postizos, dejando al descubierto su despoblada cabeza, carente de todo, menos de los piojos que allí se posaban.

Un buen día llegó por aquellas extrañas tierras, el profeta Nomeimporta, quien sin ostentar ropajes, ni carruajes, ni ningún otro lujo que sus sabias palabras, se atrevió a decirle a la princesa Obsesionada que de no cambiar su actitud, todo el reino de Estoesuncaos le daría la espalda y nadie se acordaría de ella más que para despreciar el haber compartido el mismo aire.

Como la princesa Obsesionada no estaba acostumbrada a semejantes desafíos, antes de tomar su decisión más drástica, ordenó a sus bufones desacreditar al profeta, para que todo el reino de Estoesuncaos le diera la espalda. Como no lo consiguió, pues todos los habitantes estaban ya hastiados de las infamias y ganas de llamar la atención de su princesa, se encerró en sus amplios, barrocos, sobrecargados y de muy mal gusto decorados aposentos.

Allí estuvo días enteros sin recibir visitas. Pasaron los meses y ya nadie se acordaba de la princesa Obsesionada. El rey Telodoytodo, preocupado por el estado mental de su hija, la encerró en uno de los calabozos de su gran palacio, divulgando, a través de los bufones de su hija, la noticia de que un hermoso príncipe del norte, hechizado por el imponente carácter de la princesa, le regaló una flor y la pidió en matrimonio. Nadie se creyó el cuento, pero conociendo el poder de esa gente, prefirieron callar y borrar de sus memorias el recuerdo de la más vil, cínica y siniestra princesa que reino alguno haya conocido. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado…  para siempre.

francismesa@hotmail.com.

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