Con la participación de más de 2,500 pastores, intercesores, adoradores y líderes fue celebrada la conferencia Activando en la Nación el poder de la adoración y la autoridad en la guerra espiritual, con la profeta Ana Méndez, quien afirmó que la República Dominicana no será destruida con un terremoto.
La conferencista quien visito el país en compañía de su esposo Emerson Ferrer, un participo en el encuentro en donde pronuncio una conferencia en un ambiente de manifestaciones poderosa de milagros, liberaciones y dimensiones sobrenaturales de la gloria de Dios, se mostro un arcoíris como de señal de pacto con la Nación.
Los profetas que vinieron al país invitados por la Comunidad Apostólica Internacional y las Iglesias Buenas Nuevas que dirigen los pastores Reynaldo Franco Aquino y Pedro Piñeiro respectivamente.
Méndez mostro a través de las escrituras del Antiguo Testamento, como la maldad y el pecado de una nación produce consecuencias devastadoras, pero la obediencia produce bendición sobreabundante.
Al estudiar, por ejemplo, la historia del pueblo de Israel, notamos cómo en épocas de rebelión eran azotados por guerras, enfermedades y otras calamidades, pero en épocas de justicia y rectitud, eran prosperados y bendecidos.
Proclamaron que en esta oportunidad querían invitar a cada uno de los presentes a hacer un alto en el camino y a estar a cuentas con Dios. Estamos viviendo los últimos tiempos.
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Las escrituras
Los evangelistas destacaron lo que indican las escrituras: Si yo cerrare los cielos, para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro y si se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, a la oración en este lugar: (2 Crónicas 7:14).
A humillarse
La profeta enfatizó que para sanar nuestra tierra, como hijos de Dios necesitamos humillarnos, orar, buscar el rostro de Dios.