“Rompiendo corozos”

“Rompiendo corozos”

La vida en la capital dominicana nunca fue diferente a lo que es hoy, en lo que se refiere al afán de sobrevivencia, interés personal por el lucro, ascenso social y económico.

Durante la dictadura trujillista o en el corto período democrático de Bosch, en la etapa provisional de García Godoy o la dilatada administración de Joaquín Balaguer, la gente siempre se trazó como norte tener una vida holgada, cómoda.

Naturalmente, el control absolutista del dictador en el manejo de los fondos públicos, impidió a la inmensa mayoría de los dominicanos disfrutar de las llamadas “mieles del poder”.

Superado el período de oscurantismo y férrea administración de las riquezas nacionales, se desbordaron las ambiciones.

Se hizo evidente la emigración desde los más empobrecidos pueblos hacia la “gran ciudad”.

No es mi propósito, sin embargo, plasmar aquí una cátedra de sociología, como tampoco de economía.

El comentario lo traigo a colación por el afán manifiesto de algunas personas por sobrevalorar los bienes y servicios que ofrecen al consumidor.

Dependientes de negocios de venta al detalle se toman en muchos casos la libertad de aumentar los precios – en ocasiones hasta el doble de lo establecido – en perjuicio del que paga.

Y no vaya usted a pensar que se trata de una acción propiciada por el propietario del negocio. Es una acción ‘subterránea’ del “dependiente”.

Esos casos de engaños premeditados parecen propios de gente que vino a buscársele a la capital “rompiendo corozos”.

La sociedad, con actitudes de tal naturaleza, se deshumaniza. Se torna necesario un cambio.

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