“Seguro Full”

“Seguro Full”

Aquí ningún propietario de vehículo podrá ya vanagloriarse de poseer “seguro full”. Las facilidades y ventajas que se derivaban de pagar esa alta prima se están convirtiendo en mito, en capítulo para la historia con la desaparición de algunas aseguradoras que eran las que, al parecer, garantizaban el servicio más rápido y eficiente.

En otros tiempos lo único lamentable para el que tenía un “seguro full” eran las pérdidas de vida, que son irreparables. Pero lo que era reposición de piezas y vehículos se resolvía más rápido que los mismos accidentes, sin importar la magnitud del caso. Hoy casi todo es tan lento como la transfusión con suero de miel de abejas.

Muchos clientes deben emprender el difícil camino del peatón o recorrer las calles montados, pero abollados, porque en los talleres de algunas aseguradoras informan que las piezas de repuestos no están en el mercado local y traerlas se toma hasta quince días cuando antes llegaban en cuarenta y ocho horas, como máximo. A veces, las que se encuentran aquí son de calidad dudosa.

Al asegurado esas gestiones no les afectaban porque en lo que el hacha iba y venía le entregaban un vehículo de una empresa de alquiler pero hoy ese tramite muchas lo están atrasando con promesas de que se está solicitando tal vez para no tener que pagar por todo el tiempo que el automóvil averiado debe esperar estacionado que lo arreglen.

Como hasta hace poco estos procedimientos eran ágiles, los quejosos asumen que esta molesta e injustificable situación la está ocasionando la salida de las extintas aseguradoras, a las que atribuían atenciones espléndidas y flexibilidad en las negociaciones.

Según informes, en el país existían alrededor de 15 aseguradoras, de las cuales apenas han quedado cinco o seis. Poco a poco, afirman, el mercado se está convirtiendo en monopolio y, si es así, en este país medalaganario todo indica que ya no será cuestión de rogarle al público para que resguarde previsoramente sus propiedades por lo que pueda ocurrir en el futuro, el asunto será al revés, a juzgar por las presentes dificultades.

Conste, que tras las quiebras y las crisis, el cliente no sólo tiene en veremos los centavitos que había pagado a las intervenidas y cerradas sino que tuvo que pagar una sustanciosa diferencia para cambiarse a las nuevas que, probablemente por ser pocas, se pusieron más difíciles que una presumida quinceañera.

En el sector seguro, según comentarios, los procesos se atrasan y las respuestas de algunos representantes no pasan de ser reiteradas excusas por el cúmulo de trabajo que, aducen, les ha significado tener que reubicar a los clientes de las compañías desvanecidas. Ojalá ese sea el caso y que cuando se aclaren los numeritos, todo vuelva a ser resuelto con la eficiencia de otros tiempos.

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