“Soy alcóholico. Soy drogadicto.
Soy homosexual. Soy un genio”

“Soy alcóholico. Soy drogadicto. <BR>Soy homosexual. Soy un genio”

POR GRACIELA AZCÁRATE
“Tan sólo diré que lo único que un escritor debe trabajar es la documentación que ha recogido como resultado de su propio esfuerzo y observación, y no puede negársele el derecho a emplearla, se puede condenar, pero no negar”

“Mi madre, mujer excepcionalmente inteligente, era la chica más guapa de Alabama. Todo el mundo lo decía, y era verdad. A los dieciséis años se casó con un hombre de negocios de veintiocho que provenía de una buena familia de Nueva Orleans. El matrimonio duró un año. Ella era demasiado joven tanto para ser madre como para ser esposa; era además demasiado ambiciosa: quería ir a la universidad para tener una carrera. De modo que dejó a su marido; y, por lo que a mí se refiere, me puso al cuidado de su numerosa familia de Alabama.

Durante años, rara vez vi a ninguno de mis padres. Mi padre tenía asuntos en Nueva Orleans, y mi madre, tras graduarse, empezaba a abrirse camino por sí misma en Nueva York. En lo que a mí me concernía, ésta no era una situación desagradable. Era feliz donde me hallaba. Tenía a muchos parientes amables conmigo, tías y tíos y primos y, especialmente, «a una» prima ya mayor, con el pelo canoso, una mujer ligeramente tullida llamada Sook. Miss Sook Faulk”.

Es llamativo que figuras tan controvertidas como Marlon Brando, Georges Simenon, Truman Capote, William Faulkner tengan una relación tan profunda, conflictiva, visceral y al mismo tiempo rica  con la figura de sus madres. Conflictos, desencuentros, avaricia, desamor, abandono, dipsomanía eran las fuentes de materia prima que alimentaban el genio y la desdicha de estos creadores singulares.

Nacido en Nueva Orleans en 1924, criado en un pueblo de Alabama, neoyorquino de adopción y gran viajero, Capote está considerado como uno de los mejores escritores norteamericanos del siglo. En 1948, su primera novela “Otras voces, otros ámbitos”, provocó casi tanta polémica como la foto de contraportada, en la que Capote, homosexual militante, posaba afectadamente como una especie de Lolita. Encumbrado a lo más alto por su obra maestra, “A sangre fría” (1965), vivió sus últimos años, hasta su muerte en 1984 en Los Ángeles, sumergido en alcohol, drogas y promiscuidad.

En «Música para camaleones hablaba de sí mismo y decía: «Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.»

Tan destructiva, soberbia y cabal  descripción  de su personalidad da idea de la personalidad controvertida del autor  que alcanzó la mayor perfección  en su novela más famosa «A sangre fría”.

Un 30 de septiembre de 1924 nació Truman Streckfus Persons en Nueva Orleáns. Tuvo una infancia tormentosa de la que muchas veces hablaba refiriéndose a su padre como a un individuo esclavo del sexo y de sus varias amantes. Su madre acabó suicidándose y, a pesar de que la veneraba, Capote manifestó con tristeza que ninguno de los dos le prestó atención en su niñez ni juventud. Parte de su infancia la pasó con sus tíos en Alabama, hasta que finalmente su madre se casó con Joseph Capote en 1932, de quien Truman tomó el apellido.

Con su madre y su padrastro, se trasladó a vivir a Nueva York, y eso resultó definitivo en su vida, ya que allí encontró la oportunidad de entrar a trabajar en el The New Yorker como aprendiz. El ambiente del diario lo cautivó y lo puso en contacto con el mundo literario ya que The New Yorker se caracterizaba por publicar habitualmente los relatos de algunos de los mejores escritores norteamericanos de todas las épocas.

Con 23 años, en 1948,  dio a conocer su primera novela de éxito: «Otras voces, otros ámbitos». El libro es un éxito y la crítica destaca la perfecta estructura de la misma. Ese mismo año conoce al escritor  Jack Dumphy, que se convertiría en su pareja para el resto de su vida.

Truman escribe varios relatos, viaja por Europa y acaba viviendo en Taormina, donde en 1951 publica su segunda novela, «El arpa de hierba.

En las dos obras impera el carácter autobiográfico. De forma paralela, desarrolla una muy exitosa actividad periodística que le relaciona más aún con el ambiente de la música y el cine.

Escribe y conoce a Gershwin y a Marlon Brando, viaja por todo el mundo y, en 1958, publica la genial «Desayuno en Tiffany»s» en la que satiriza a una parte de la sociedad neoyorquina que el autor conocía perfectamente.

En 1959 empieza a investigar un asesinato múltiple de dos hombres en Kansas que, desde el primer momento, capta su  atención. De ese hecho inició una investigación periodística que duró seis años, en la que hablaría con cientos de personas que conocieron los hechos y a sus personajes en una forma u otra. Los dos asesinos fueron capturados y finalmente ahorcados y el autor asistió a su ejecución dada la relación personal que mantuvo con ellos a lo largo de su trabajo. El resultado fue su famosa novela «A sangre fría»  publicada en 1966, un estremecedor relato de un asesinato sin sentido. A raíz de su publicación, la fama de Capote crece al mismo ritmo que su ego y llega a acuñar un nuevo término para definir un nuevo género «novela de no-ficción», refiriéndose a la novela construida con técnicas periodísticas a partir de hechos reales.

A pesar de que la novela estaba escrita en un tono frío, periodístico, donde el narrador nunca aparece, ni se involucra, y narra los hechos con un tono disciplinado y alejado, el hecho había calado hondo en Capote quien había entablado amistad con Perry Smith y sentía cierta similitud con éste: ambos venían de un pasado familiar borrascoso y confiaban en el arte para sobresalir (Perry se consideraba un artista y se veía a si mismo en el futuro como un hombre orquesta, aplaudido por las multitudes).

Fueron seis años desalentadores en los que Capote recorrió Kansas para armar su obra, acusado por muchos de haberse vuelto loco, sin saber si podría llevar a cabo su proyecto, sin tener idea si sacaría algo de allí y obligado a volver a un pequeño y deprimente pueblo donde no pasaba nada como contaría después. Esos hechos lo pusieron en contacto de nuevo con su infancia en su propio pequeño pueblo y lo afectaron más de lo que quiso reconocer, viendo en Perry lo que él mismo hubiera podido ser si no hubiera tenido éxito.

«A sangre fría», significó una vuelta de tuerca en la vida de Capote y esta adquiere un ritmo vertiginoso. Se convierte en un personaje de la vida social que se trata con la aristocracia, las estrellas del cine, del teatro y de la canción, con políticos y la mafia de la época.

«A sangre fría» marca una inflexión en la vida de Capote. El desenfreno se instala en sus vida, así como el alcohol y las drogas.

La noche se convierte en el escenario de su vida, locales no recomendables, ambientes gay sadomasoquistas, el famoso Studio 54 de Nueva York.

A pesar del descenso creativo, todavía publicaría trabajos excelentes como «El invitado del día de acción de gracias» de 1968, o «Música para camaleones» en 1980. Es memorable su trabajo periodístico para la revista Rolling Stone cubriendo la gira americana de los Rolling Stone en 1972.

Era admirado y temido al mismo tiempo por su lengua viperina y caústica.

De Gore Vidal, del cual era enemigo acérrimo, dijo que era «un ama de casa republicana con todos los prejuicios de Kansas». De Marlon Brando que era un «enano hijoputa» y fue de tal envergadura la malediciencia de una entrevista que Brando lo demandó por injurias. Haciendo uso de sus artimañas y explotando la lubricidad social del alcohol, lo llevó por una conversación de más de cinco horas que después reveló en su famoso retrato “El duque en sus dominios”. Una radiografía que exploró lo más profundo de Brando, donde este confesó que “Nunca se permite sentir porque siempre siente demasiado, y que se sentía incapaz de amar a nadie”. Esta entrevista salió en The New Yorker y causó tanto impacto que el actor además de demandarlo, quería “matar al pequeño bastardo”.

De Bob Dylan dijo:, «Nunca me ha gustado, siempre he pensado que era un farsante». De John F. Kennedy y sus amores dijo «era un verdadero caso de satiriasis».

 Luego de la creación del nuevo género bautizado novela real, Capote apuntó sus intereses hacia otro horizonte, decidido a escribir otra gran obra que lo catapultara al éxito de público pero también de crítica, decidió tomar lo que mejor conocía: el ambiente sofisticado de las clases altas que había frecuentado en esos años y en el cual se mezclaban desde antiguos aristócratas hasta estrellas de cine. Un lugar del cual formaba parte y era consecuente chismógrafo. La novela, según Capote, sería un análisis del pequeño universo -entre aristocrático y mundano- de la sociedad acaudalada de Europa y de la costa este de los Estados Unidos.

Dijo: «Durante cuatro años, más o menos de 1968 a 1972, pasé la mayor parte del tiempo leyendo y seleccionando, reescribiendo, catalogando mis propias cartas y las cartas de otras personas, mis diarios y cuadernos de notas de los años de 1943 a 1965. Tenía intención de emplear gran parte de esos textos en una obra que proyectaba desde hacía tiempo: una variante de la novela real.»

Esta época, que Capote consideraba su cuarto período creativo, estaría signada por su deterioro físico y emocional.

Sólo “Plegarias Atendidas” y “Música para Camaleones”, una obra miscelánea, prometían una recuperación.

Sin embargo, “Plegarias Atendidas” no pudo ser publicada: Esquire publicó cuatro capítulos en 1976 . “La Côte Basque”, desató el escándalo: la mayoría de los amigos que tenía lo condenaron al destierro por contar historias apenas disfrazadas sobre ellos. Luego de la publicación de los siguientes dos capítulos, «Monstruos Perfectos» y «Kate McCloud», Capote dejó de trabajar en “Plegarias Atendidas”, a pesar de su opinión de que tales reacciones no lo habían afectado:

«Publiqué cuatro capítulos de ese libro en la revista Esquire. Provocaron la ira de ciertos círculos, dónde pensaron que yo estaba traicionando confianzas, abusando de amigos y/o enemigos. No tengo intención de discutirlo, ese tema se refiere a la política social, y no al mérito artístico. Tan sólo diré que lo único que un escritor debe trabajar es la documentación que ha recogido como resultado de su propio esfuerzo y observación, y no puede negársele el derecho a emplearla, se puede condenar, pero no negar”

Con sólo 60 años, Truman Capote murió en la ciudad que más detestaba, Los Ángeles, arruinado físicamente,  un 25 de agosto de 1984.

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