Construir una marca-ciudad que incluya diversión en el más alegre de los estadios del país, el Cibao, ofertas de turismo de salud y ecológico, paseos culturales por el Centro León y salas de espectáculos y  banquetes sibaríticos que trascienden al emblemático Pez Dorado, es el sueño de los miembros del Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago.  Juan Alfonso Mera, tesorero de la entidad, planteó, con sus melosas íes, que los santiagueros son alegres todos, que aunque en época de béisbol el Estadio Cibao se convierte en “El valle de la muerte”, en general son  inofensivos y amables hasta con los fanáticos de los gloriosos Tigres del Licey.

Toda esa explicación viene a cuento porque el representante del Santiago de los 30 Caballeros no entendía por qué una chica ácida tenía la percepción de que en esa ciudad, la humildad y la gentileza son atributos escasos. “Esa idea tenemos que cambiarla, así que la gira para Santiago va”, dijo con preocupación. 

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La metrópoli

Un capitaleño preguntó cuándo dejarán los santiagueros sus aires provincianos, a propósito de sus planes de desarrollo. Sin pérdida de tiempo, Carlos Alfredo Fondeur respondió que, precisamente, ese provincianismo es el gran atributo de una ciudad que crece sin perder sus valores.