Hoy 
En los jardines del Museo de la Fortaleza San Luis, en Santiago, se yerguen diez esculturas, llamando poderosamente la atención de los transeúntes.
Esta inesperada exposición al aire libre corresponde a la presentación de las obras seleccionadas y premiadas en el primer Concurso de Esculturas en Cemento que se celebra en el país.
La Fundación Huáscar Rodríguez Herrera Inc. y la Compañía Cementos Cibao, como organizadores y mecenas, han tenido la excelente iniciativa del certamen, Transformando el Cemento en Arte, de muy exitosos resultados en la cantidad de participantes.
Esa respuesta, que ciertamente superó las expectativas de la convocatoria, abre perspectivas alentadoras a la escultura nacional, tan necesitada de aportes y, particularmente, de materiales accesibles que no sean los absolutamente tradicionales.
La escultura dominicana se encuentra desde hace muchos años en crisis, víctima de la falta de mercado y de una carencia estatal para el arte público, huérfano de oportunidades, de creación y de actualidad en esa categoría plástica.
La ausencia de esculturas en los concursos nacionales recientes Bienal Nacional de Artes Visuales y Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, y no solamente entre los premios, sino también en la selección, es prueba fehaciente de una dramática situación que debe mejorar.
No podemos refugiarnos en la desaparición de los tres grandes maestros y en la valentía de unos cuantos talentos contemporáneos de excepción. Por esas razones, la iniciativa del Concurso de Esculturas en Cemento amerita un especial reconocimiento.
Concurso y obras. La Fundación Huáscar Rodríguez Herrera Inc., filial de Cementos Cibao, es una de esas instituciones dominicanas de bien, silentes en sus importantes contribuciones de asistencia y educación, que ha hecho y hace mucho por la gente; también ha incursionado con proyectos sociales siempre en el campo cultural.
Ahora, en conmemoración aniversaria del nacimiento de don Huáscar Rodríguez, se ha comprometido por el avance de la escultura nacional, disponiendo el concurso de esculturas en cemento y proponiendo el tema Hombre, espacio y medio ambiente. Esas tres amplias designaciones, además de la inspiración que pueden suscitar, se relacionan con grandes preocupaciones humanísticas, colectivas y ecológicas, de nuestra época.
El carácter abierto de la convocatoria ha sido también un factor motivante y demuestra cómo nuestros artistas están ansiosos de esa clase de confrontación, cuando está al alcance de una mayoría, a pesar del material lógicamente requerido y del reto que constituye su labrado.
A pesar de que el cemento es un ingrediente mayor e imprescindible en la construcción dominicana y su auge, constituye un material nuevo y difícil para los escultores: su utilización en la obra de arte no deja de ser una proeza técnica y una fuente de experimentación.
Esa misma exigencia y la limitación al peso de las obras algo susceptible de revisión, explican la disparidad cualitativa, según lo ha comprobado el jurado, integrado por Carlos Acero, Bismarck Victoria, Myrna Guerrero, Marianne de Tolentino, Patrick Laundry y Miguel Valenzuela, quienes expresaron igualmente optimismo y satisfacción.
Citaremos una apreciación ya antigua del crítico Manuel Valldeperes respecto a Antonio Prats-Ventós, pero que, casualmente, se adecua a las obras seleccionadas:
Un estilo preciso y vigoroso que sirve espléndidamente la sólida agilidad de las concepciones. Dinámica creadora Equilibrio dinámico-visual
Hemos notado también en muchos de los trabajos participantes y no solamente entre los diez elegidos, cuando no sabiduría o pericia matérica, convicción y precisión. El control de la mano y el uso de las herramientas se empeñaron en producir un conjunto visualmente coherente, definido por cierto en el enunciado conceptual escrito por cada concursante. ¡Esto es digno de felicitaciones!
Ahora bien, más allá de la potencia volumétrica y formal, en el cemento particularmente la textura de la superficie se impone para que se sientan cada volumen, cada plano principal o secundario, cada punto de la obra al fin.
Las obras galardonadas, y algunas de las seleccionadas, destacan esa calidad física esencial.
En síntesis, hay aquí un fenómeno muy especial de comunicación y se destaca en las tres esculturas premiadas: de Guadalupe Casasnovas excelente de los planteamientos al acabado de la pieza y a su soporte (¡!), a la vez penetrada de sentimiento y morfológicamente fascinante, Raúl Morilla onírico y humorístico, poeta de la materia, fecundo en creatividad y fantasía y Ernesto Rodríguez experto ceramista que logra domar el hormigón y despojarse entonces de barroquismo.
Tal vez por el tema propuesto, predomina una cierta figuración, pero que no podemos calificar de académica; generalmente se busca el equilibrio en la composición espacial, la dimensión poética no deja de surgir así en la florecencia femenina de Luis Checo, y varias piezas ganarían en ser realizadas a escala monumental, como la neo-abstracción de Juan Trinidad y la roída manzana de Léster Rodríguez. Incluir el color y combinar el cemento con agregados puede dar resultados interesantes, como en el caso de Marcelo Ferder, pero nuevamente las instrucciones deben ser más específicas.
Este primer concurso significa una auténtica experiencia, sumamente positiva y valiosa. Anhelamos que la altruista Fundación Huáscar Rodríguez Herrera geste otro Concurso de Esculturas y el reglamento correspondiente. Estamos seguros de que la acogida formidable del 2012 se confirmará y crecerá, con un dominio aun mayor del cemento, sus dificultades y sus infinitas posibilidades
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Acción creadora
La Fundación Huáscar Rodríguez Herrera recalca: Este año, la Fundación explora, provoca, motiva y alienta la acción creadora de los artistas plásticos dominicanos, a que expresen en esculturas de cemento al ser humano en su relación, vinculación y conjunción íntima y social ( ) como el compromiso de nuestro fundador por el cultivo de las artes, la educación y las ciencias.
