“Trujillo, mi padre-mis memorias”

“Trujillo, mi padre-mis memorias”

Reza un viejo aforismo que “el amor es ciego”. Ese libro es el resultado de esa obsesión y como lógica consecuencia de ese estado, a su autora le cabe este otro refrán: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Es decir, la ceguera inducida por el amor a su padre le ha impedido a Angelita comprender aquel trance histórico con imparcialidad y clarividencia.

Esa incapacidad ha hecho de su narración una apasionada crónica del amor filial, crónica del amor familiar y de vanidosos y repetidos acontecimientos sociales caricaturescos e ingenuamente amorosos, armoniosos, risueños. No significa esto que en esa visión de conjunto no se puntualice uno que otro suceso político de cierta trascendencia. En estos casos la reacción de la autora es siempre la misma: ceguera de amor que contradice la verdad. A quienes vivieron toda su vida o parte de ella bajo el régimen de Trujillo este voluminoso relato no dejará de retrotraerles  cincuenta años atrás a las páginas de La Nación, La Opinión, El Caribe y a los lametones discursos y proclamas políticos de la Era. Es decir, las amorosas condescendencias que se expresan en el libro de Angelita no le van a la zaga a las zalemas, adulaciones, lisonjas, elogios proferidos en aquel entonces en alabanza a su progenitor.

En fin, que estamos frente a una obra del amor incondicional, obnubilante, incapaz de percibir y expresar la más mínima crítica o de confesar el más pequeño error. No previó su autora el hecho de que tan delirante amor, expuesto a la opinión pública, le hacía correr el riesgo que conlleva este otro proverbio: “Hay amores que matan”. Y, en consecuencia, ensombrecida por la ceguera, condicionada por su invidencia, no pudo ponderar que su escritura podría suscitar en no pocos dominicanos un reavivamiento de dolores y lágrimas capaz de provocar el profundo deseo de consumar y festejar, rabiosamente, una vez más, la muerte de su padre.

De todos modos, “Trujillo, mi padre-mis memorias”, obra de amor ciego, de amor que se resiste a ver la realidad, de amor que mata, no debe ser prohibida, debe circular libremente. Que sea la crítica la que diga su palabra frente a ella.

 Y esto así, porque si con razón se le recuerda a Angelita la falta de libertad de expresión durante la larga dictadura de su padre, no debemos hoy, burlando un deber democrático, incurrir en ese mismo grave pecado.

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